[1] Cfr. la sentencia 297 de Publilio Siró (citada por Séneca, La ira, II, 8, 2): «Lucrum sine damno alterius fieri non potest» [No puede haber provecho para nadie sin daño ajeno]. Un emblema de Alciato (el 125) la parafrasea: «Ex damno alterius alterius utilitas» [Del daño de uno surge el provecho de otro]. Los estoicos, por su parte, sostenían que «no es lícito causar daño a otro para beneficiarse a sí mismo» (Cicerón, Los deberes, III, 5, 23, trad. J. Guillén Cabañero, Madrid, 1989). <<
[2] Séneca, Los beneficios, VI, 38. <<
[3] Filemón, citado por Estobeo, IV, 38, 5. <<
[4] Todos los ejemplos mencionados figuran en Séneca, Los beneficios, VI, 38, salvo uno, el de los ministros de la religión. Este punto podría proceder de Cornelio Agrippa, Filosofía oculta, importante fuente del capítulo anterior: «Esta clase de hombres [los monjes] en su mayoría viven de los funerales [e mortuario], como los buitres de las carroñas» (I, 54, 10-13; cfr. también el coloquio Los funerales de Erasmo). <<
[5] Lucrecio repite estos versos en I, 670-671; I, 792-793; II, 753-754; y III, 519-520. <<