[1] La melancolía gozó de gran prestigio en el siglo XVI. Entre otros, Marsilio Ficino (Tres libros sobre la vida, 1, 5) y Cornelio Agrippa (Filosofía oculta, 1, 60) la reivindican como base natural de las personalidades excepcionales (revitalizando una vieja idea que se encuentra en el pseudoaris-totélico Problema 30). Montaigne denuncia la complacencia en la tristeza en el capítulo II, 20; véase, sin embargo, el capítulo I, 8 y el inicio de II, 8, para tener noticia sobre sus propios problemas con la melancolía. <<
[2] En efecto, los términos «tristizia» y «tristezza» significan a la vez ‘tristeza’ y ‘maldad’. <<
[3] Los estoicos excluían la tristeza o aflicción del sabio ideal (cfr., por ejemplo, Cicerón, Tusculanas, III, II, 25 y ss.; IV, 25-26, 55-56; Séneca, La clemencia, II, 5, 4-5. Véase también san Agustín, Ciudad de Dios, XIV, 8). <<
[4] Heródoto, III, 14, 1-7. <<
[5] El príncipe en cuestión es el cardenal de Lorena (1524-1574), destacado defensor de la ortodoxia romana. Su hermano mayor, Francisco de Guisa, fue asesinado el 24 de febrero de 1563; Francisco de Lorena, su hermano pequeño, murió el 7 de marzo de 1563. La siguiente víctima aludida era, al parecer, su enano favorito. <<
[6] Heródoto, III, 14, 9-10. <<
[7] La anécdota, atribuida al pintor Timantes, es célebre; cfr. Cicerón, El orador, 22, 74; Quintiliano, II, 13, 13; Plinio, XXXV, 10, 73; Valerio Máximo, VIII, II, ext. 6. <<
[8] Ovidio, Metamorfosis, VI, 304. <<
[9] Virgilio, Eneida, XI, 151. <<
[10] Paolo Giovio, Historia de su tiempo, XXXIX. <<
[11] Petrarca, Canzoniere, 170, 14. <<
[12] (a-b) Cosa que expresa genuinamente el divino poema. <<
[13] Catulo, 51, 5-12. <<
[14] (b) accidente que no me es desconocido, <<
[15] Séneca, Hipólito, II, 3, 607, <<
[16] Virgilio, Eneida, III, 306-309. <<
[17] Los cuatro ejemplos aparecen también juntos en Ravisius Textor, Officina, en el capítulo «Casibus aliis diversis mortui». Cfr. Plinio, VII, 53, 180. <<
[18] Francesco Guicciardini, Historia de Italia, XIV, 10. <<
[19] Plinio, VII, 53, 180. <<