[1] Cfr. G. y M. du Bellay, Mémoires, X, ed. 1569, f. 336r. <<

[2] (b) pocos <<

[3] Ya Erasmo había distinguido entre error y malicia obstinada (véase, por ejemplo, su Ecclesiastes); Sébastien Castellion, mencionado por Montaigne en el capítulo I, 34, distingue entre error e impiedad (así en el Contra el libelo de Calvino, a propósito de la ejecución de Miguel Servet); y algo parecido se encuentra también en Bernardino Ochino, Il catechismo, pp. 87-88 (una obra que sabemos que Montaigne poseyó). También la apelación a la propia conciencia se halla en estos autores (véase, por ejemplo, de Castellion, Conseil à la France désolée). En cualquier caso, cabe preguntarse si el asunto del castigo de la cobardía no es un pretexto para opinar sobre la condena a muerte aplicada a herejes e incrédulos. <<

[4] Diodoro de Sicilia, XII, 16, 1-2. <<

[5] Tertuliano, Apologético, 4, 9; la cita está tomada, sin embargo, del Aduersus dialogistam (1590) de Justo Lipsio, obra en la que este célebre admirador de Montaigne polemiza con Dirck Koornhert, mucho más liberal, en torno a la tolerancia religiosa. <<

[6] Amiano Marcelino, XXIV, 3, 2; XXV, 1, 8. <<

[7] Tito Livio, XXV, 7, 2-4; XXVI, 2, 10. <<

[8] (c1) no ya fríos. <<

[9] G. y M. du Bellay, Mémoires, II, ed. 1569, f. 52; VII, f. 216v - 2171r. <<