CAPÍTULO XXVI

LOS PULGARES

a | Tácito cuenta que ciertos reyes bárbaros, para contraer un compromiso firme, tenían la costumbre de unir estrechamente sus manos diestras, la una contra la otra, y de entrelazar los pulgares; y que cuando, a fuerza de apretarlos, la sangre había subido a la punta, se los herían con un pequeño punzón, y después se los chupaban el uno al otro.[1] Dicen los médicos que los pulgares son los dedos dominantes de la mano, y que su etimología latina[2] procede de «pollere».[3] Los griegos lo llaman ἀντιχεὶρ, como quien dijera «otra mano». Y parece que en ocasiones los latinos los toman también en el sentido de mano entera:

Sed nec vocibus excitata blandis,

molli pollice nec rogata, surgit.[4]

[Pero no se levanta por más que se la excite con

suaves palabras y se la solicite con blando pulgar].

En Roma apretar y bajar los pulgares era una expresión de favor,[5]

Fautor utroque tuum laudabit pollice ludum;[6]

[El patrón alabará tu juego con ambos pulgares];

y alzarlos y desviarlos hacia fuera, lo era de desfavor:[7]

conuerso pollice uulgi

quemlibet occidunt populariter.[8]

[cuando el pulgar del vulgo se gira, matan

a quien sea buscando el favor popular].

Los romanos dispensaban de la guerra a quienes tenían el pulgar herido, como si no pudieran ya coger las armas con suficiente firmeza. Augusto confiscó los bienes a un caballero romano que, por malicia, había cortado los pulgares a sus dos hijos jóvenes para librarlos de ir a los ejércitos;[9] y con anterioridad el Senado, en los tiempos de la guerra itálica, condenó a Cayo Vatieno a cárcel perpetua y le confiscó todos sus bienes por cortarse adrede el pulgar de la mano izquierda para eximirse de esa campaña.[10] Alguien que no recuerdo, tras ganar una batalla naval, hizo cortar los pulgares a sus enemigos vencidos para privarlos del medio de combatir y remar.[11] c | Los atenienses se los hicieron cortar a los eginetas para arrebatarles la supremacía en el arte naval.[12] b | En Lacedemonia, el maestro castigaba a los niños mordiéndoles el pulgar.[13]