Kelly está trabajando detrás de la barra en un pub local en el South Side. Está bastante ocupada, pues es un sitio popular.

Está especialmente abarrotado en esta tarde del sábado, cuando Renton, Spud y Gav entran a tomar una copa.

Sick Boy, situado junto al teléfono en otro pub al otro lado de la calle, llama a la barra.

«Estaré contigo en un minuto, Mark», dice Kelly, mientras Renton va a llevar las bebidas. Coge el teléfono. «El Bar de Rutherford», canturrea.

«Hola», dice Sick Boy, disfrazando la voz al estilo Malcolm Rifkind-escuela de comercio. «¿Hay un tal Mick Ogno en el bar?»

«Hay un Mark Renton», le dice Kelly. Sick Boy piensa por un instante que le han descubierto. Sin embargo, insiste.

«No, es Mick Ogno a quien busco», insiste la melosa voz.

«¡MICK OGNO!», grita Kelly por todo el bar. Los bebedores, casi exclusivamente varones, se vuelven para mirarla; los rostros estallan en sonrisas. «¿ALGUIEN HA VISTO A MICK OGNO?» Algunos tíos de la barra se desploman entre estridentes risotadas.

«¡No, pero me gustaría!», dice uno.

Kelly aún no cae. Con una cara confusa ante la reacción que está recibiendo, dice: «Ese tío del teléfono iba detrás de Mick Ogno…», entonces el hilo de su voz se desvanece, se le ensanchan los ojos y se tapa la boca con la mano, comprendiendo al fin.

«No es el único», sonríe Renton, mientras Sick Boy entra en el pub.

Prácticamente tienen que sostenerse unos a otros, tal es el ataque de risa que les ha dado.

Kelly les arroja el contenido de una jarra de agua medio vacía, pero apenas se percatan. Aunque para ellos sea todo una broma, ella se siente humillada. Se siente mal por sentirse mal, por no ser capaz de aguantar una broma.

Hasta que se da cuenta de que no es la broma lo que le molesta, sino la reacción de los hombres que hay en el bar. Detrás de la barra, se siente como un animal enjaulado en un zoo que ha hecho algo gracioso. Mira sus caras, distorsionadas hasta la más desagradable vulgaridad. De nuevo es la chica la que paga la gracia, piensa, la tonta chica de detrás de la barra.

Renton la mira y ve confusión e ira. Le corta. Le confunde.

Kelly tiene un gran sentido del humor. ¿Qué le pasará? El pensamiento involuntario: el peor momento del mes se forma en su cabeza cuando mira a su alrededor y capta el tono de la risas que hay en el bar. No son risas divertidas.

Son las risas de un pelotón de linchamiento.

Cómo iba yo a saberlo, piensa. Cómo coño iba yo a saberlo.