Los pubs están que no paran y tal, llenos de loco-lugareños y festivaleros, tomándose un tirito antes de dirigirse al siguiente show. Algunos de los shows no parecen malos… un poco fuertes por lo tocante a la tela, sin embargo, y tal.
Begbie se ha meado en los vaqueros…
«¿Te has meado en los gallumbos, Franco?», le pregunta Rents, señalando una zona húmeda sobre el desgastado algodón azul.
«¡Los cojones me voy a mear! Sólo es puta agua. Lavándome las putas manos. Claro que tú no tendrías puta idea de eso, capullo pelirrojo. Este capullo es alérgico al agua, sobre todo si se mezcla con puto jabón.»
Sick Boy está rastreando el bar en busca de mujeres… loco por las titis ese chaval. Es como si después de un rato en compañía de tíos se aburriese. Quizá por eso se le dan tan bien las mujeres; como si tuviera que ser así. Sí, eso podría ser. Matty está hablando silenciosamente consigo mismo, sacudiendo la cabeza. Hay, cómo te diría, algo que le falla a Matty… no sólo el jaco. Es su mente, como una mala depresión y tal.
Renton y Begbie están discutiendo. Más vale que Rents tenga cuidado con lo que hace y eso. Ese Begbie, tío, es como te digo… ése es un jodido gato salvaje. Nosotros sólo somos tipos felinos ordinarios. Gatos domésticos, digamos.
«Esos cabrones tienen la puta guita. Tú eres el capullo que siempre está dale que te pego con lo de matar a los ricos y toda esa mierda de la anarquía. ¡Ahora te cagas para escaquearte!», se mofa Begbie de Rents, y está como muy feo y eso; esas cejas oscuras sobre esos ojos más oscuros aún, ese espeso pelo negro, ligeramente más largo que el de un skinhead.
«No es cuestión de cagarse para escaquearse, Franco. Sencillamente no me va. Estamos teniendo un palique chachi aquí. Tenemos el speed y el éxtasis. Vamos a disfrutar, podemos ir a un club de rave en vez de merodear por los putos Meadows toda la noche. Tienen una carpa de teatro grande que te cagas, y unas putas ferias puestas. Estará infestado de policías. Es demasiado puto agobio, tío.»
«Yo no voy a ningún puto club de rave. Tú mismo dijiste que son para críos.»
«Sí, pero eso fue antes de que fuera a uno.»
«Pues yo no voy a ir a ninguno. Así que vámonos de pub en pub a agarrar a algún capullo en los putos lavabos.»
«Nah. No me sale.»
«¡Jodido cagao! Aún te estás cagando en los gallumbos por lo del otro fin de semana en el Bull and Bush.»
«No es cierto. Es sólo que fue innecesario, eso es todo. Todo el puto número.»
Begbie miró a Rents y tal, realmente tenso en su asiento. Se está echando hacia adelante, y pensé que el tío iba a darle una leche a Rent Boy, digamos, sabes.
«¿Eh? ¡Eh! ¡Ya te daré yo putos innecesarios a ti, so mamón!»
«Venga, Franco. Tómatelo con calma, tío», dice Sick Boy.
Begbie parece darse cuenta de que se está pasando, digamos, incluso para ser él. Esconde las garras, gato. Muéstrale al mundo las almohadillas. Este tío es un gato malo, una gran pantera mala.
«Curramos a un puto yanqui. ¿Qué más te da? ¡El capullo espabilao se merecía todo lo que se llevó! Además, a ti no te vi mirando para otro lado cuando estábamos en el jodido reservado del Barley repartiendo el puto botín.»
«El tío acabó inconsciente en el hospital, perdió un montón de puta sangre. Salió en el News…»
«¡Pero ahora el cabrón está bien! ¡Lo dice ahí! Al cabrón no le hicimos ningún daño. Y aunque se lo hubiéramos hecho, ¿qué cojones importa? Un puto capullo de americano rico que no debería estar aquí en primer lugar. ¿A quién le importa un carajo ese capullo? Y tú, cacho cabrón, tú ya has rajado a algún capullo; Eck Wilson, en el colegio, así que no empieces a tener tantos remilgos.»
Eso hace que Rents más o menos se calle porque odia hablar de aquello y tal, pero fue una de esas cosas que pasan, ¿sabes? Eso sólo fue darle un zarpazo a algún gato que te estaba arañando y tal, no, digamos, planear currar a algún desgraciao. Pero el Pordiosero no ve la diferencia. Fue chungo no obstante, verdaderamente repugnante, digamos… el yanqui, el muchacho y tal, sencillamente no estaba dispuesto a entregar la cartera, ni siquiera cuando Begbie sacó el baldeo, digamos… las últimas palabras que le oí decir al tipo fueron: No vas a usar eso.
Begbie se volvió loco que te cagas, se pasó tanto con la labor de cuchillería y tal, sabes, que casi nos olvidamos la cartera y todo. Yo metí mano a los bolsillos del tío y la pesqué mientras Begbie le pateaba la cara. La sangre fluía hasta la letrina, mezclándose con el pis. Feo, feo, feo, tío, como lo oyes, ¿sabes? Aún tiemblo al pensarlo. Me echo en la cama y me estremezco y tal. Siempre que veo a un elemento que se parece a nuestro mamoncete, Richard Hauser de Des Moines, Iowa, USA, me quedo petrificado, digamos. Siempre que oigo una voz yanqui por el centro, me quedo helado. La violencia es fea que te cagas, tío. El Pordiosero, nuestro querido y viejo Franco, nos violó como quien dice, esa noche nos violó a todos, nos la metió por el culo y nos pagó lo nuestro, como si fuéramos unas putas, tío, ¿entiendes cómo te digo? Mal gato el Pordiosero. Un gato muy, muy salvaje.
«¿Quién viene? ¿Spud?» Begbie me habla a mí. Se está mordiendo el labio inferior.
«Eh, digamos… eh… la violencia y eso… en realidad no es mi rollo… yo me voy a quedar a ponerme hasta el culo… y eso, ¿sabes?»
«Otro capullo acojonao», dice dándome la espalda… no está decepcionado, pues no espera nada de mí en esta clase de rollo y tal… lo cual puede ser bueno y puede que no, pero quién sabe de verdad de qué va el tema estos días que corren, ¿entiendes?
Sick Boy dice algo acerca de ser un amante, no un peleador, y Begbie está a punto de decir algo, cuando salta Matty: «Yo estoy por la labor.»
Eso desvía la atención de Begbie de Sick Boy. El Pordiosero empieza entonces a cantar las alabanzas de Matty y tal, y nos llama todos los capullos acojonaos bajo el sol; pero para mí que el capullo acojonao es Matty, digamos, porque él es el bailongo que traga con todo lo que dice Franco… a mí en realidad nunca me gustó Matty… un elemento muy hecho polvo. Los colegas se toman el pelo unos a otros y tal, pero cuando Matty se mete contigo, es, digamos, que puedes sentir más que eso, puedes sentir… digamos, odio, ¿sabes? El simple hecho de estar contento. Ése es el delito cuando Matty anda por medio. No soporta ver a un tipo contento, digamos.
Me doy cuenta de que nunca veo a Matty a solas, digamos. A veces sólo somos yo y Rents… o sólo yo y Tommy… o sólo yo y Rab… o sólo yo y Sick Boy… o incluso sólo yo y el Generalísimo Franco… pero nunca sólo yo y Matty. Eso quiere decir algo más o menos, digamos.
Estos gatos malos abandonan el cesto para ir a acechar su presa, y el ambiente es como… de puta madre. Sick Boy saca algo de éxtasis. Palomas blancas, me parece. Es un tema de locura. La mayor parte del éxtasis no tiene dentro nada de MDMA, es sólo mitad ácido, mitad speed en sus efectos, ¿sabes cómo te digo?… pero el que yo he tomado es siempre igual que el buen speed, ¿sabes? Este tema, sin embargo, es puramente freaky, puramente zappiano, tío… ésa es la palabra, zappiano… estoy pensando en Frank Zappa con Joe’s Garage y la nieve amarilla y princesas judías y chicas católicas y pienso que sería realmente estupendo tener una hembra… a la que amar, digamos… no para follar y tal, bueno, no sólo para follar… sino para amar, porque me siento como con ganas de amar a todo el mundo, pero no a través del sexo y tal… simplemente tener a alguien a quien amar… pero, digamos, Rents tiene a esa Hazel y Sick Boy… bueno, Sick Boy tiene toneladas de periquitas… pero estos tipos no parecen más felices que moi…
«La hierba del otro siempre es más verde, el sol brilla más por el otro lado…», joder, estoy cantando, ya te digo, yo nunca canto… tengo algo de mandanga y estoy cantando… estoy pensando en la hija de Frank Zappa, Moon, digamos… ella me iría muy bien… andar por ahí con su viejo… en el estudio de grabación… sólo para ver el proceso creativo y tal, ya sabes, el proceso creativo…
«Esto es de puta locura… tengo que mover o me apalancaré…» Sick Boy tiene las manos sobre la cabeza.
La camisa de Renton está desabrochada y está como sobándose los pezones y tal…
«Spud… mira mis pezones… están raros de cojones, tío… nadie tiene pezones como los míos…»
Le estoy hablando del amor y Rents me dice que el amor no existe, que es como la religión, y que el Estado quiere que creas en ese tipo de bazofia para poder controlarte y liarte la cabeza… algunos tipos no saben disfrutar sin sacar la política a colación, sabes… pero él no me deprime… porque es como que él mismo no se lo cree… porque… porque nos reímos de todo lo que vemos… el tipo loco de la barra con los capilares reventados en el careto… la festivalera esnob inglesa que tiene una cara como si se acabasen de tirar un pedo debajo de su nariz…
Sick Boy dice: «Vámonos para los Meadows a tomarles el puto pelo a Begbie y Matty… ¡¡esos aburridos capullos desenganchados, macarras y barriobajeros!!»
«Ar-ries-ga-do, socio, ar-ries-ga-do… es puro mangui, digamos…», digo yo.
«Hagámoslo por la afición», dice Rents. Él y Sick Boy sacaron eso de un programa de los Hibs que anunciaba el torneo de fútbol de pretemporada en la isla de Man. Sale el mandamás de los Hibs Alex Miller con una pinta de ir totalmente fumao en la foto, con un pie de página que dice, digamos, «Hagámoslo por la afición». Siempre que hay drogas de por medio… eso es lo que dicen.
Salimos flotando del pub y cruzamos la calle hasta los Meadows. Empezamos a cantar, a lo Sinatra y tal, con exageradas voces americanas de Nueva York:
Yoo en I, were justa like-a kapil aff taahts
strollin acrass the Meadows
pickin up laahts aff farget-me-naahts.[46]
Hay dos chicas bajando por el camino hacia nosotros y tal… las conocemos… son Roseanna y Jill, digamos… dos gatitas totalmente melosas, de ese colegio pijo, ¿es Gillespie’s o Erskine’s?… siempre andan por el Southern, digamos, por la música, las drogas, las experiencias…
…Sick Boy estira los brazos y coge a la pequeña Jill en un abrazo de oso, y Rents hace lo mismo con Roseanna… a mí me dejan mirando las nubes, ya te digo, el señor Picha de Recambio en un congreso de putas.
Están venga a morrearse. Esto es cruel, tío, cruel. Rents se separa el primero, pero sigue abrazado a Roseanna. Con Rents es como una broma, ya te digo… eso sí… esa periquita con la que se enrolló Rents en Donovan’s no era tan mayor. ¿Cómo se llamaba? ¿Dianne? Mal tipo, Rents. Sick Boy, bueno, Sick Boy ha acorralado a la pequeña Jill contra un árbol y tal.
«¿Cómo te va, muñeca? ¿En qué andas?», le pregunta.
«Vamos al Southern», dice ella, un poco ciega… ¿una princesita ciega judía? No tiene un solo desperfecto en la cara… guau, estas chicas intentan comportarse con naturalidad, pero están un poco nerviosas con Rents y Sick Boy. Dejarían a esos demacrados superestrellas yonquis hacer lo que fuera con ellas y tal. Unas chicas realmente enrolladas les cruzarían la jeta, digamos, y se limitarían a mirar cómo los bastardos se desmoronaban a sus pies. Estas chicas están jugando a ese juego… están pasando por la fase de decepcionar-a-mamá-y-papá-pijos… no es que Rents se aprovecharía, eso sí, supongo que ya lo habrá hecho, pero Sick Boy es otro asunto. Tiene las manos dentro de los vaqueros de la pequeña Jill…
«Conozco a las chicas como vosotras, ahí es donde escondéis las drogas…»
«¡Simon! ¡No llevo nada encima! ¡Simon! ¡Siiimoon!…»
Percibiendo un sirocazo inminente, más o menos deja marchar a la chica. Todo dios se ríe nervioso, intentando hacer como si todo fuese un gran juego digamos, y entonces se marchan.
«¡A lo mejor nos vemos esta noche, muñecas!», grita Sick Boy tras ellas.
«Sí… por el Southern», grita Jill, caminando de espaldas.
Sick Boy se da como una palmada en el muslo. «Tendría que haber llevado a esos yogurcitos de vuelta al queo y haberles dado hasta hacerles perder el sentido. Las muy putillas estaban pidiéndolo a gritos.» Era como si se lo dijera más a sí mismo que a mí y Rents.
Rents empieza a gritar y gesticular.
«¡Si! ¡Hay una puta ardilla a tus pies! ¡Mátala!»
Sick Boy es el que más cerca está, e intenta atraerla, pero la ardilla se retira un poco más lejos, moviéndose de una forma realmente extraña, arqueando todo su cuerpo y tal. Una cosilla mágica de color gris plateado… ¿sabes?
Rents coge una piedra y se la arroja a la ardilla. Yo me siento como chungo, el corazón se me salta de un latido cuando la piedra pasa zumbando muy cerca de la pequeña elementa. Va a recoger otra, riéndose como un maníaco, pero yo le detengo.
«Déjalo, tío. ¡La ardilla no molesta a nadie!» Odio la forma en que a Mark le mola hacerles daño a los animales… está mal, tío. No puedes quererte a ti mismo si quieres hacer daño a ese tipo de cosas… quiero decir… ¿qué esperanza hay? La ardilla es hermosa que te cagas. Está haciendo lo suyo. Es libre. Quizá sea eso lo que Rents no soporta. La ardilla es libre, tío.
Rents aún está riéndose mientras yo le retengo. Dos marrajas muy peripuestas nos echan el ojo al pasar frente a nosotros. Parecen como asqueadas. A Rents le asoma un fulgor en la mirada.
«¡ÉCHALE EL GUANTE A ESA CABRONA!», le grita a Sick Boy, pero asegurándose de que las manijas le oigan, «¡ENVUÉLVELA EN CELOFÁN PARA QUE NO REVIENTE CUANDO TE LA FOLLES!»
La ardilla se aleja danzando de Sick Boy, pero las marujas se dan la vuelta y parecen auténticamente asqueadas, como si fuéramos mierda, ¿sabes? Ahora me estoy riendo y todo, pero todavía sujeto a Rents.
«¿Qué está mirando esa hijaputa chocho rancio? ¡Puta bruja de tertulia!», dice Rents lo bastante alto como para que le oigan las marujas.
Se dan la vuelta y aprietan el paso. Sick Boy grita: «¡A TOMAR POR CULO, CHOCHOS DEL DESIERTO DE GOBl!» Entonces se vuelve hacia nosotros y dice: «No sé para qué nos han entrado esas viejas perras. Nadie se las va a follar, ni siquiera aquí a estas horas. Preferiría meterla entre dos papeles de lija.»
«¡Vete a tomar por culo! Tú te follarías la primera brecha del amanecer[47] si tuviera pelos», dijo Rents.
Creo que se sintió mal por decir eso en cuanto lo hizo y tal, porque Dawn era una criíta que murió, la cría de Lesley, murió de esa muerte súbita y eso, digamos, y todo el mundo sabe más o menos que fue Sick Boy quien le hizo la cría…
Sin embargo, lo único que dice Sick Boy es: «Vete a tomar por culo, chupapollas. Tú eres el hombre de la perrera municipal. Todas las periquitas que yo me he follado, y las ha habido en abundancia, merecía la pena follárselas.»
Me acuerdo de una periquita de Stenhouse que se llevó una vez a casa Sick Boy cuando estaba pedo… realmente no podría decir que ella fuera nada especial… supongo que todo quisque tiene su talón de Aquiles, sabes.
«Eh, te acuerdas de aquella tía de Stenhouse, eh, ¿cómo se llama?»
«¡Tú no empieces a hablar! Tú no conseguirías echar un puto polvo en un burdel con la polla emparedada entre tarjetas de American Express y Access.»
Empezamos a meternos unos con otros, después caminamos un rato, pero empiezo a pensar en la pequeña Dawn, la cría, y en esa ardilla, libre y sin molestar a nadie… y ellos sencillamente la habrían matado, así sin más, sabes, ¿y para qué? Me pone malo de verdad, y triste, y furioso…
Voy a alejarme de esta gente. Me doy la vuelta y me alejo. Rents sale detrás de mí. «Venga, Spud… me cago en la hostia, ¿qué pasa?»
«Ibais a matar a esa ardilla.»
«Sólo es una puta ardilla, Spud. Son alimañas…», dice. Me rodea los hombros con el brazo.
«Quizá no sea más alimaña que tú o yo, digamos… quién decide qué es una alimaña… esas marujas peripuestas piensan que la gente como nosotros somos alimañas y tal. ¿Es que eso justificaría que nos mataran?», salgo yo.
«Perdona, Danny… sólo era una ardilla. Perdona, colega. Sé lo que piensas de los animales. Es sólo que… ya sabes lo que quiero decir, Danny, es como… joder, quiero decir, estoy hecho un lío, Danny. No lo sé. Begbie y eso… la mandanga. No sé lo que estoy haciendo con mi vida… es todo un follón, Danny. No estoy en onda. Perdona, tío.»
Hacía siglos que Rents no me llamaba «Danny», ahora no puede parar de hacerlo. Parece realmente dolido, digamos.
«Eh… tranquilo, socio… sólo son animales y eso… no te preocupes por esa mierda… sólo estaba pensando en cosillas inocentes, como Dawn, la cría, sabes… no hay que hacer daño a las cosas y tal…»
Me agarra y me abraza. «Eres uno de los mejores, tío. Recuérdalo. No son la priva y las drogas quien habla, soy yo. Es sólo que te llaman el mayor mariconazo del mundo si les dices a otros tíos lo que sientes por ellos sin ir colocado…» Le doy una palmada en la espalda, y es como si quisiera decirle lo mismo, pero ya te digo, parecería que sólo lo digo porque él me lo ha dicho a mí primero. De todas formas se lo digo.
Oímos la voz de Sick Boy a nuestras espaldas. «Vosotros, jodido par de maricones. O vais detrás de esos árboles a follar o venís a ayudarme a encontrar al Pordiosero y a Matty.»
Rompemos nuestro abrazo y nos reímos. Los dos sabemos que Sick Boy, con todo el deseo que el fulano tiene de abrir todas las bolsas de basura de la ciudad, digamos, es uno de los mejores de todos y punto.