El Pie de Leith Walk está como abarrotado de verdad, tío. Hace demasiado calor para un elemento de piel clara, ¿sabes? A algunos fulanos el calor les sienta como la gloria, pero la gente como yo, sabes, sencillamente no lo podemos soportar. Un rollo demasiado fuerte, tío.

Otro mal rollo total es estar pelado y eso. Puro rollo, tío. No haces más que dar vueltas y ver si se enrolla la gente, sabes. Todos los fulanitos están supercoleguitas y eso, pero en cuanto calan que estás sin blanca, es como si se desvanecieran lentamente entre las sombras…

Guipo a Franco en la estatua de la Reina Sticky-Vicky hablando con ese fulano grandote, un mal hombre llamado Lexo; un conocido casual[35], no sé si captas. Un rollo curioso, como te digo, el modo en que todos los psychos parecen conocerse entre sí, ¿sabes cómo te digo? Esas alianzas son impías, tío, simplemente impías…

«¡Spud! ¡Qué tal, capullo! ¿Cómo te va?» El Pordiosero es un tipo que va pero que muy colocao.

«Eh, no demasiado mal, Franco… ¿y tú?»

«Chachi», dice, volviéndose hacia la montaña cuadrada que tiene al lado. «Conoces a Lexo»; una afirmación, no una pregunta y tal. Yo me limito a asentir más o menos, sabes, y el gran hombre me mira un segundo y después se vuelve y habla otra vez con Franco.

Me doy cuenta de que esos gatos tienen bolsas de basura que rajar y basura que revolver, digamos. De modo que digo algo así como: «Eh…, tengo que najar, ya nos veremos.»

«Espera un momento, colega. ¿Cómo andas de pasta?», me pregunta Franco.

«Eh, básicamente, tío, estoy totalmente arruinado. Tengo treinta y dos peniques en el bolsillo y una libra en mi cuenta del Abbey National. Realmente no es un perfil de inversor como para causarles noches de insomnio a los fulanos de Charlotte Square y eso.»

Franco me suelta dos de diez. Muy buena, Pordiosero.

«¡Nada de jaco, eh, so desgraciao!», me reprende suavemente, digamos. «Dame un toque el fin de semana, o ven a buscarme.»

¿Alguna vez he dicho algo despectivo sobre mi amigo Franco? Bueno, ya sabes…, no es mal tipo. Puro gato salvaje, ¿me entiendes?, pero hasta los gatos salvajes se sientan de vez en cuando a maullar un poco para sí mismos, normalmente después de haber devorado a alguien, digamos. Es como si no pudiera evitar preguntarme a quién habrán devorado Franco y Lexo. Frankie-baby estuvo en Londres con Rents escondiéndose de los guripas. ¿En qué se habría metido el muchacho? A veces es mejor no saber. De hecho, siempre es mejor no saber, digamos.

Me abro paso por Woolies, que está ajetreado y tal, ajetreado de verdad. El gachó de seguridad está absorto ligando con una fulanita sexy que está detrás de la caja registradora y tal, así que me embolso un paquete de cintas vírgenes…, el pulso se acelera, y luego retorna lentamente…, es una buena sensación, la mejor, digamos…, bueno, puede que la mejor después del colocón del caballo y correrse a la vez con una chica. Tan buena, que el tirón de adrenalina hace que quiera poner rumbo al centro a ligar y tal.

El calor es… caluroso, tío. Ésa es la única descripción que en realidad puede darse, ¿sabes? Me voy para la orilla, y me siento en un banco al lado de la oficina del paro. Esa doble ración de diez en el bolsillo me hace sentir bien, digamos, me abre unas pocas puertas más, ¿sabes? Así que me siento a mirar el río. En el río hay un cisne enorme, ¿sabes? Pienso en Johnny Swan y en la mandanga. Este cisne, sin embargo, es hermoso que te cagas. Ojalá tuviera algo de pan y tal para darle al tío de comer.

Gav trabaja para los del paro. Quizá lo pille en el descanso de la comida y lo invite a una o dos pintas. Él me ha pagado unas cuantas últimamente. Veo a Ricky Monaghan saliendo del paro. Un tipo legal, ¿sabes?

«Ricky…»

«Qué tal, Spud. ¿A qué te dedicas?»

«Eh, no pasa gran cosa a mi alrededor, socio. Ya he visto todo lo que hay, digamos.»

«¿Tan mal?»

«Peor, tío, peor.»

«¿Aún sigues desenganchado?»

«Hace cuatro semanas y dos días desde mi última ración de jaco, ¿sabes? Cuento cada segundo, tío, cuento cada segundo. Tictac, tictac, digamos, sabes.»

«¿Te encuentras mejor así?»

Y ahora caigo en que sí; aburrido del copón, pero físicamente, digamos… sí. Las dos primeras semanas fueron un largo viaje de muerte…, pero ahora podría resistir algo de sexo caliente con una princesa judía o una chica católica, al completo con calcetines blancos, tiene que ser al completo con calcetines blancos. ¿Sabes?

«… Sí… sí que me encuentro algo mejor y tal.»

«¿Vas a Easter Road el sábado?»

«Eh, no…, hace, digamos, siglos que no voy al fútbol, ¿sabes?» No obstante, quizá pudiera ir. Con Rents… pero Rents está en Londres ahora… o Sick Boy y tal. O con Gav, e invitarle a un par de pintas… ver a los Cabs otra vez. «… bueno, puede ser. Ya veremos, digamos, ¿sabes? ¿Tú vas?»

«No. Dije la última temporada que no iba a volver hasta que se deshagan de Miller. Necesitamos un entrenador nuevo.»

«Sí… Miller… necesitamos un fulano nuevo en el puesto del entrenador…» Yo ni siquiera sabía quién era el entrenador y tal, ni siquiera podría decirte los nombres de los fulanos del equipo y tal. Quizá Kano…, pero creo que es posible que Kano se haya ido a otro equipo. ¡Durie! ¡Gordon Durie!

«¿Aún está Durie en el equipo?»

Monny se me queda mirando y como sacudiendo la cabeza.

«No, a Durie lo traspasaron hace siglos, Spud. En el ochenta y seis. Se fue al Chelsea.»

«Ah, sí, es verdad, tío. Durie. Me acuerdo de él metiéndole una goleada al Celtic. ¿O eran los Rangers? En realidad es lo mismo, tío, cuando lo piensas, digamos… como distintas caras de una misma moneda, ¿sabes?»

Se encoge de hombros. Dudo que le haya convencido.

Ricky me acompaña o más bien le acompaño yo… quiero decir, eh, ¿quién sabe de verdad quién acompaña a quién en estos tiempos tan hechos polvo, tío? Pero sea quien sea el que acompaña al otro, el lugar de destino es el Pie del Walk otra vez. La vida puede ser aburrida sin jaco. Rents está en Londres; Sick Boy está siempre olisqueando por el centro, el viejo y célebre puerto simplemente no parece lo bastante enrollado para ese fulano últimamente; Rab, el Segundo Premio y tal, simplemente se ha desvanecido y Tommy parece haberse hundido desde que cortó con esa Lizzy. Eso nos deja a mí y a Franco, digamos… vaya vida, te lo puedo asegurar.

Ricky, Monny, Richard Monaghan, compañero feniano y luchador por la libertad, sin duda, sin duda, se va a tomar por culo para verse con una titi por el centro. Esto deja a su seguro servidor de solateras, digamos. Decido visitar a Na Na en las urbanizaciones que hay al final de Easter Road y tal. Na Na odia ese sitio, aunque tenga una cueva guapa. Ojalá pudiera yo pillar una así, sabes. Chulísimas, pero sólo para fulanos más mayores. Tiras de un cordel y suena una alarma y una especie de encargado viene y te arregla lo que sea, sabes. Eso me iría al pelo, tío, con la hija de Frank Zappa, esa chorba locuela, la chica del Valley, Moon Unit Zappa como encargada, digamos. ¡Vaya un escenario guapo que sería eso, y no bromeo, socio!

Las piernas de Na Na están hechas polvo, y el matasanos dice que forcejear para llegar hasta el último piso de la escalera en su viejo queo de Lorne Strasse era una pasada. Ya lo creo, gran hechicero. Si sacaras las venas varicosas de las piernas de Na Na, digamos, ya no tendría piernas, nada sobre lo que sostenerse, ¿sabes? Yo tengo mejores venas en los brazos que las que ella tiene en las piernas. Aún le dio un poco de guerra al médico y tal; los gatos viejos llevan mucho tiempo marcando su territorio, por así decirlo; desde hace mogollón, digamos, y acaban ligados a él. Es seguro que te cagas que no lo dejarán sin una bronca. Salen las uñas y empieza a volar piel, tío. Ésa es Na Na… Miss Mouskouri, como la llamo yo, ¿sabes?

Hay una habitación comunitaria en su bloque, digamos, que Na Na jamás utiliza, a menos que esté tratando de ligar con ese señor Bryce. La familia del vejete se ha quejado al encargado diciendo que ella le acosa sexualmente. La manija del encargado trató de mediar entre mi madre y la hija del señor Bryce y tal, pero Na Na redujo a la hija a las lágrimas haciendo comentarios maliciosos sobre la marca de nacimiento de su cara. Como una especie de mancha de vino, ¿sabes? Es que Na Na se aprovecha de las debilidades de la gente, sobre todo las de otras mujeres, y las utiliza contra ellos, ¿sabes?

Se abre una sucesión de diferentes cierres, y Na Na me sonríe y me hace señal de que pase. A mí me reciben guapamente aquí, pero mi a madre y a mi hermana se las trata, bueno, como si no fueran nadie. Hacen de todo por Na Na y eso, pero a Na Na le gustan los tíos y a las chicas las odia. Tuvo, digamos, ocho críos con cinco hombres diferentes, sabes. Y eso son sólo los que conocemos.

«Hola… Calum… Willie… Patrick… Kevin… Desmond…», repasa la lista de los nombres de algunos de sus nietos, pero sin dar aún con el mío y tal. Sin embargo, no me molesta, digamos, me llaman «Spud»[36] tantas veces, hasta mi madre me lo llama, que a veces yo también me olvido de mi nombre.

«Danny.»

«Danny. Danny, Danny, Danny. A Kevin le llamo Danny y todo. ¡Cómo podría yo olvidar a Danny Boy!»

Bueno, cómo te diría, cómo podría… Danny Boy y Roses Ay Picardy son las únicas canciones que conoce, digamos. ¿Sabes? Canta más o menos a pleno pulmón; un sonido sin aliento y carente de tono, con los brazos como levantados en el aire para dar efecto, ya sabes.

«George está aquí.»

Miro por la esquina de la habitación en forma de L y guipo a mi tío Dode, hundido en una silla, dándole sorbos a una lata de Tennent’s Lager.

«Dode», digo yo.

«¡Spud! ¿Qué tal, jefe? ¿Cómo te va la vida?»

«Guay, socio, guay. Eh, ¿y tú qué tal?»

«No puedo quejarme. ¿Cómo está tu madre?»

«Eh, sigue dándome la barrila como siempre, ¿sabes?»

«¡Eh! ¡Estás hablando de tu madre! La mejor amiga que tendrás jamás. ¿No es cierto, mamá?», le pregunta a Na Na.

«¡Jobar que sí, hijo!»

«Jobar» es una de las palabras favoritas de Na Na, digamos, junto a «pis». Nadie dice «pis» como Na Na. Ella arrastra la ssss, es como si vierasss el vapor saliendo del chorro amarillo al chocar contra la porcelana blanca, ¿sabes?

El tío Dode le regala una sonrisa grande y generosa. Dode es un mestizo, digamos, el hijo de un marino de las Indias Occidentales, sabes, ¡el producto del semen de las Indias Occidentales y tal! ¿Sabes? El viejo de Dode paró en Leith el tiempo suficiente para hacerle un bombo a Na Na. Después, otra vez para los siete mares. Parece buena vida y tal, la del marino, una periquita en cada puerto y eso.

Dode es el hijo más joven de Na Na.

Ella se casó primero con mi abuelo y tal, un cowboy aventurero de County Wexford. El viejo solía sentar a mi madre en su regazo y cantarle: canciones rebeldes irlandesas, digamos. Le crecía pelo por las narices y a ella le parecía antediluviano, como les pasa a los críos, y tal. El tipo podría andar como mucho por la treintena. De todas formas, ese tipo la cagó total, como que se cayó por la ventana del piso superior de una casa. Estaba follándose a otra mujer en aquel momento, no a Na Na, digamos… Nadie sabía en realidad si fue embriaguez, suicidio o, digamos…, bueno, las dos cosas. De todos modos, ése la dejó con tres críos, incluyendo a mi madre.

El siguiente hombre (desposado) de Na Na fue un tipo con voz cazallera que había trabajado poniendo andamios, sabes. El vejete sigue ejerciendo por Leith. Una vez en un pub el tipo me dijo que poner andamios estaba clasificado ahora como un oficio y tal. Rents, que era un chavalín en aquel entonces, le dijo que eso era un montón de mierda, que era un trabajo semiespecializado, y el tipo se cabreó, digamos. Algunas veces aún le veo por el Volley y tal. No es mal vejete. Duró un año con Na Na, pero produjo un crío, con otro en camino, digamos.

El pequeño Alec, el hombre del seguro de la cooperativa, que acababa de quedarse viudo, fue la siguiente, eh, víctima de Na Na, digamos. Dicen que Alee pensaba que el crío que Na Na llevaba dentro era suyo, sabes. Duró como tres años y le hizo otro crío, antes de que el pobre tipo saliese como un huracán, después de cogerla follando con otro tío en casa y tal.

Esperó al otro tío en la escalera con una botella y tal, o eso dice la historia. El tío suplicó piedad. Alec dejó la botella, diciendo que no necesitaba un arma para darle una lección a un tío de esa calaña y tal. La cara del tipo cambió, y pateó al pobre Alec escaleras abajo, arrastrando al pobre fulano hasta el Walk, grogui y cubierto de sangre, digamos, antes de arrojarle sobre un montón de basura situada en la acera frente a una verdulería.

Mi madre dice que el pequeño Alec era, como suele decirse, un hombre decente. Era el único fulano de Leith que no sabía que Na Na hacía la calle, digamos.

El penúltimo crío que tuvo Na Na fue todo un misterio, digamos. Es mi tía Rita, que está más cerca de mi edad que de la de mi madre. Supongo que siempre me gustó Rita, una tía enrollada, como muy de los sesenta, ¿sabes? Nadie descubrió quién era el padre de Rita, pero entonces llegó Dode, a quien Na Na tuvo cuando ya estaba bien entrada en la cuarentena, ¿sabes?

Cuando yo era un pimpollo, Dode me parecía un personaje verdaderamente escalofriante. Ibas a casa de Na Na un sábado, a cenar digamos, y te encontrabas a ese joven y antipático tío negro, mirando fijamente a todo el mundo, antes de escabullirse por una esquina y tal. Todos decían que Dode era un resentido, y yo también lo pensaba, hasta que empecé a calar la clase de vejaciones que el tipo tenía que aguantar, en el colegio y en la calle y todo eso. A nadie le iba ni le venía, te lo digo yo. Yo es que me río cuando algunos fulanos dicen que el racismo es cosa de los ingleses y que aquí arriba todos somos los hijos de Jock Tamson…, es mierda pura, digamos, tipos hablando por el culo.

Hay una fuerte tradición rateril en mi familia, digamos, ¿sabes? Todos mis tíos están en el oficio. Siempre fue Dode el que recibía las penas más duras por los delitos más ínfimos, sabes. Un rollo bastante turbio, tío. Rents dijo una vez que no hay nada como un tono de piel más oscuro para incrementar la vigilancia de la policía y los jueces: ¡y cómo!

De todas formas, yo y Dode decidimos dar un salto hasta el Percy a tomar una pinta. El pub está un poquitín loco; normalmente el Percy es un pub tranquilo tipo familiar, pero hoy está abarrotado de estos tíos Naranjas del salvaje oeste[37], que están aquí por lo de su marcha anual y su reunión en los Links. Estos tíos, todo hay que decirlo, a mí en realidad nunca me han molestado, pero no puedo conectar con ellos. Son todo odio, digamos, sabes. Celebrar viejas batallas parece, digamos, bueno, bastante idiota. ¿Sabes?

Veo al viejo de Rents con sus hermanos y sus sobrinos. El hermano de Rents, Billy, también está aquí y tal. El viejo de Rents es un esquivajabones[38] y un huno pero en realidad ya no le va este tipo de rollo. Sin embargo, a su familia de Glasgow desde luego que sí le va, y su familia parece importarle al papi de Rents. Rents no se lleva bien con estos tíos; les odia de verdad, digamos. No le gusta hablar de ellos. Con Billy es otra historia, sin embargo. Está metido en todo ese follón naranja[39], esta especie de rollo jambo/huno. Me saluda con la cabeza desde la barra, pero no creo que realmente le caiga bien al tío, pero oye.

«¡Qué tal, Danny!», dice el señor R.

«Eh… va todo bien, Davie, todo bien y tal. ¿Sabes algo de Mark?»

«No. Debe estar bien. Las únicas veces que tienes noticias de ése es cuando quiere algo.» Sólo bromea a medias, y estos chavalotes de sus sobrinos nos miran de mala manera, así que tomamos asiento en una esquina próxima a la puerta.

Mala jugada…

Estamos en las inmediaciones de unos tíos de aspecto turbio. Algunos son skinheads, y algunos no. Algunos tienen acento escocés, otro inglés o de Belfast. Uno lleva una camiseta de Screwdriver, otro lleva puesta una que dice «Ulster es británico». Empiezan a cantar una canción sobre Bobby Sands[40], poniéndole a parir, digamos. Yo no entiendo mucho de política, pero para mí que Sands fue un tipo valiente y tal, que nunca mató a nadie. Como te digo, debe hacer falta valor para morir así, ¿sabes?

Entonces uno de los tíos, el de Screwdriver, parece frenéticamente empeñado en mirarme fijamente, por más desesperadamente que yo intente evitar sostenerle la mirada, digamos. No es tan fácil cuando empiezan a cantar: «Ain’t no black in the union jack.[41]». Permanecemos fríos, pero este tío no quiere saber nada. Tiene las uñas fuera. Le grita a Dode.

«¡Eh! ¡Tú qué coño miras, negro!»

«Que te follen», le dice con desprecio Dode. Es una ruta por la que él ha viajado otras veces. Pero yo no. Esto es heavy de cojones, digamos.

Oigo a algún chico de Glasgow decir que estos tíos no son verdaderos naranjas, digamos, que son nazis y eso, pero la mayoría de los hijoputas anaranjaos aquí presentes están encantados con estos cabrones, animándoles, digamos.

Empiezan todos a cantar: «¡Negro hijoputa! ¡Negro hijoputa!»

Dode se levanta y se acerca a su mesa. Yo sólo veo el cambio de expresión de la cara burlona y distorsionada de Screwdriver cuando se da cuenta, al mismo tiempo que yo, de que Dode lleva en la mano un pesado cenicero de cristal…, esto es violencia…, esto es un mal rollo…

… le casca con él en la cabeza al de Screwdriver, y es como si el coco del chico se abriera mientras se cae de la silla al suelo. Yo estoy como temblando de miedo, miedo puro, tío, y un tipo salta sobre Dode y le tiran al suelo, así que tengo que entrar a saco. Cojo un vaso y le doy en la mandíbula a La Mano Roja del Ulster[42], que se coge la cabeza entre las manos, aunque el vaso ni siquiera se ha roto ni nada, pero entonces algún capullo me golpea en la tripa con una fuerza tan penetrante que parece que me hayan apuñalado, tío…

«¡Matad a ese hijoputa feniano!», dice algún cabrón y me tienen contra la pared y tal… yo sólo le pego a lo que puedo con el puño y la bota, sin sentir nada… y es como si estuviera disfrutando de ello, tío, porque esto es, digamos, no como la violencia de verdad cuando ves a alguien como Begbie ponerse energúmeno o eso, esto es, digamos, un rollo cómico… porque yo no puedo pelear de verdad y tal, pero en realidad no creo que estos tipos valgan mucho tampoco… es como si todos tropezaran con todos…

Realmente no sé lo que ha pasado. Davie Renton, el padre de Rents, y Billy, su hermano, han debido quitárnoslos de encima, porque acto seguido me encuentro más o menos de pie tirando para fuera de Dode, que parece pero que muy jodido. Oigo a Billy decir: «Sácale fuera, Spud. Limítate a sacarlo fuera, a la puta calle.» Ahora me siento dolorido de verdad, por todas partes, y estoy como llorando lágrimas de ira y miedo pero sobre todo de frustración…

«Esto es… digamos… joder… esto es, esto es…»

A Dode le han rajado. Le saco al otro lado de la calle. Oigo a gente gritar detrás de nosotros. Me limito a concentrarme en la puerta de Na Na, sin atreverme a mirar atrás. Entramos. Consigo subir a Dode escaleras arriba. Está sangrando por el costado y por el brazo.

Llamo a una ambulancia mientras Na Na le acaricia la cabeza diciendo: «Jobar, aún te lo siguen haciendo, hijo… cuándo te dejarán en paz, mi pequeño… desde que iba al colegio, jobar, desde que iba al colegio…»

Estoy furioso que te cagas, tío, pero con Na Na, ¿sabes? Con un hijo como Dode, pensaría uno que Na Na sabría cómo se siente cualquiera que sea diferente, que destaque de alguna manera, digamos, ¿sabes? Como la mujer con la mancha de vino y eso… pero con alguna gente es todo odio, odio, odio, ¿y adonde nos lleva, tío? ¿Adónde cojones nos lleva?

Acompaño a Dode al hospital. Sus heridas, digamos, no eran tan graves como parecían. Entro a verle echado en el carro después de que le hayan remendado y tal.

«Va todo bien, Danny. Lo he tenido mucho peor en el pasado, y lo tendré muchísimo peor en el futuro.»

«No digas eso, tío. No digas eso, ¿entiendes?»

Me mira como si nunca fuera a comprender de verdad, y sé que probablemente está en lo cierto.