No podía mencionarle a Lizzy lo del concierto de Barrowland. De ningún puto modo, tío, te lo estoy diciendo. Compré la entrada cuando recibí el cheque del paro. Ahí me tienes, totalmente tieso. Era su cumpleaños, además. Era o la entrada o un regalo para ella. No hay color. Esto era Iggy Pop. Pensé que lo comprendería.
«¡Puedes comprar putas entradas para el puto Iggy Pop pero no me puedes comprar a mí un puto regalo de cumpleaños!» Ésa fue su respuesta. ¿Te das cuenta de la cruz que me toca llevar, tío? Pura locura, amigo mío. No me entiendas mal. Puedo ver su punto de vista. De todos modos es culpa mía, como te lo digo, culpa mía. Totalmente ingenuo, ése es Tommy. El viejo qué-más-me-da-a-mí-el-viento. Voy siempre con el mentón asomado. Si tuviera un poquito más de, ¿cómo se dice?, de duplicidad, no hubiera dicho ni pío de las entradas. Me excito demasiado y abro la bocaza pero que mucho más de la cuenta. Ahí tienes a Tommy Gun sin miedo. Primo total.
Así que desde entonces no he mentado el concierto. La noche de antes Lizzy me dice que le apetece mogollón ir al cine a ver El acusado. Me dice que la de Taxi Driver sale en ésta. A mí en realidad no me apetece la película; demasiado machaque y publicidad. En realidad no tiene nada que ver, ya sabes, porque estaba ahí sentado con las entradas del concierto de Ig en el bolsillo de atrás. Así que me veía obligado a mencionar Barrowland y al hombre.
«Eh, mañana no puedo. Tengo concierto de Iggy Pop en Barrowland. Mitch y yo vamos a ir.»
«Así que prefieres ir a un concierto con el jodido Davie Mitchell que al cine conmigo.» Ésa es Lizzy total. La pregunta retórica, el arma profesional de las tías y los psychos.
El asunto se ha convertido en un referéndum sobre nuestra relación. Mi primera reacción es ir con la verdad por delante y decir «sí», pero eso probablemente supondría cagarla con Lizzy y estoy enganchado al sexo con ella. Dios, me encanta. Hacerlo por detrás mientras gruñe suavemente, su hermosa cabeza descansando en las fundas de almohada amarillas de mi queo; las que me mangó Spud de British Home Stores en Princes Street como regalo de estreno para el piso. Sé que no debería estar revelando nuestras intimidades, tío, pero la imagen de Lizzy en la cama es tan fuerte que incluso su trato grosero y su permanente actitud escandalosa no consiguen atenuarla. Lo que de verdad me gustaría es que Lizzy fuera siempre como es en la cama.
Intento susurrar seductoras disculpas, pero es tan áspera y rencorosa: dulce y hermosa sólo en la cama. La permanente ferocidad de su expresión facial desterrará su belleza mucho antes de lo debido. Me llama todos los mierdas bajo el sol, y unos cuantos más para no quedarse corta. El pobre Tommy Gun. Ya no es el más grande soldado en activo; ahora es el soldado más cagado.
Iggy no tiene la culpa. En realidad no puedo echarle la culpa al chaval, ¿sabes? ¿Cómo iba a saber él cuando apuntó Barrowland en su itinerario que causaría todos estos problemas a una peña que ni siquiera sabe que existe? Totalmente freaky cuando uno lo piensa. Aun así, él no es más que otra pajita en la espalda del camello. Lizzy es la mujer de acero puro. De todos modos estoy contento. Incluso Sick Boy me tiene celos. Ser el novio de Lizzy confiere estatus, pero la fama cuesta, como dicen. Para cuando me he marchado del pub, no tengo duda alguna acerca de mi falta de valía como ser humano.
En casa me meto una raya de speed y me bebo media botella de Merrydown[28]. Sencillamente no puedo dormir, así que llamo por teléfono a Rents y le pregunto si le apetece venirse a ver un vídeo de Chuck Norris. Rents se va a Londres mañana por la mañana. Pasa más tiempo allí abajo que aquí. Algo que ver con los cheques del paro. El capullo está metido en una especie de sindicato con unos elementos que conoció cuando trabajaba en el ferry Harwich-Hook of Holland, hace años. Va a ver a Ig en el Town and Country mientras esté en Londres. Fumamos algo de hierba y nos partimos el culo mientras Chuck les patea el culo a docenas de anticristos comunistas, sin que esa expresión estreñida y estoica abandone jamás su rostro. Sobrio, esto no hay quien lo aguante. Colocado, es totalmente imposible perdérselo.
Al día siguiente tengo terribles úlceras bucales. Temps, Gav Temperley, que se ha venido a vivir al piso, dice que me lo merezco. Me estoy matando con el speed, me dice. Temps dice que con mis cualificaciones debería tener un curro. Yo le digo a Temps que suena mucho más parecido a mi madre de lo que tiene derecho cualquier amigo. Puedo ver el punto de vista de Gav, de todas formas. Él es el único que trabaja, en la oficina de empleo, y los demás siempre le estamos sableando. Pobre Temps. Creo que además Rents y yo le mantuvimos despierto anoche. A Temps le jode que los parados se lo pasen bien, como a todos los curriquis. Le jode totalmente que Rents le entre pidiéndole todos los días información sobre cómo hacer solicitudes de subsidios.
Voy a casa de mi madre para sablear algo de pasta para el concierto. Necesito guita para el billete de tren además de para priva y drogas. El speed es mi droga, va bien con la priva, y a mí siempre me ha gustado beber. Tommy, el espitoso total.
Mi madre me da una conferencia acerca del peligro de las drogas, hablándome de la gran decepción que he sido para ella y para mi padre, que, aunque no diga mucho, en realidad se preocupa por mí. Más tarde, cuando vuelve de trabajar, él dice mientras mi madre está arriba que ella no dice mucho, pero en realidad se preocupa por mí. Francamente, me dice, estoy muy decepcionado con tu actitud. Espera que no esté tomando drogas, escrutándome la cara como si pudiese determinarlo. Es curioso, conozco a yonquis, porretanos y maníacos del speed pero la peña más hecha polvo que conozco a causa de las drogas son los privosos, como Secks. Ése es Rab McLaughlin, el Segundo Premio. Ése sí que la ha cagado del todo, tío.
Sableo la pasta y me encuentro con Mitch en los Hebs. Mitch aún está viendo a esa chica, Gail. Es evidente, sin embargo, que no tiene derecho a roce. Escuchándole durante diez minutos, se puede leer totalmente entre líneas. Está de un humor privoso total, así que le sableo algo de pasta. Nos metemos cuatro pintas de heavy[29] y después subimos al tren. Yo me hago cuatro latas de Export y dos rayas de speed durante el viaje a Glasgow. Nos pimplamos un par en Sammy Dow’s, y después cogemos un taxi para Lynch’s. Después de otras dos pintas, puede que tres, y otra raya de speed cada uno en los servicios, cantamos un popurrí de canciones de Iggy y nos vamos al Saracen Head en Gallowgate, enfrente de Barrowland. Bebemos algo de sidra y unos vinos, pegándole frenéticamente al salado speed en papel de plata.
Lo único que veo cuando me marcho del pub es una señal de neón borrosa. Hace un jodido frío total aquí, no bromeo, tío, y nos movemos hacia la luz y la pista. Vamos directos para la barra. Tomamos más bebidas en la barra, aunque oímos que Iggy ha empezado su actuación. Me arranco mi camiseta rota. Mitch alinea algo de speed y cocaína de Morningside sobre la mesa de fórmica.
Entonces algo cambia. Me dice algo sobre el dinero que no capto, pero noto el resentimiento. Tenemos una discusión acalorada, balbuceando, intercambiando puñetazos, no recuerdo quién ha lanzado el primer golpe. En realidad no podemos hacernos daño o sentir fuerza sobre nuestros puños o nuestros cuerpos. Demasiado pasados. Eso sí, meto la quinta cuando veo la sangre fluyendo desde mi nariz hasta mi pecho desnudo, y sobre la mesa. Cojo a Mitch por el pelo y estoy intentando machacarle la cabeza contra la pared, pero mis manos están muy entumecidas y pesadas. Alguien me separa de él y me expulsa de la barra por un pasillo. Yo me levanto, cantando, siguiendo la música hasta la abarrotada sala llena de cuerpos sudorosos, empujando hasta la primera fila.
Un tío me lanza un cabezazo, pero lo evito echándome hacia atrás, sin pararme siquiera a reconocer a mi agresor, y sigo abriéndome camino hasta la primera fila. Estoy dando saltos delante del escenario, a unos pocos metros de El Hombre. Están tocando «Neón Forest». Alguien me da una palmada en la espalda diciendo: «Estás del bolo, por cierto, amigo mío.» Yo canto a tope, una masa de goma giratoria bailando el pogo.
Iggy Pop me mira directamente a mí mientras canta el estribillo: «América toma drogas en defensa de su psique»; sólo que cambia «América» por «Escocia», y me define con más precisión en una sola frase de lo que ningún otro lo haya hecho nunca jamás…
Pongo fin a mi baile de San Vito y me le quedo mirando lleno de asombro anonadado. Sus ojos están sobre algún otro.