CAPÍTULO II

La escuela de Mileto

En toda historia de la filosofía para estudiantes, lo primero que se relata es que la filosofía empezó con Tales, quien dijo que todo estaba hecho de agua. Esto desanima al principiante, que lucha —y quizá no mucho— por sentir el respeto por la filosofía que se espera de él. Sin embargo, hay motivo para sentir admiración por Tales, aunque quizá más como hombre de ciencia que como filósofo en el sentido moderno del término.

Tales era de Mileto, Asia Menor, una ciudad comercial floreciente, en la que había una gran población de esclavos y una lucha de clases enconada entre los ricos y los pobres libres. «En Mileto, el pueblo resultó primero victorioso, asesinando a las mujeres e hijos de los aristócratas; después dominaron los aristócratas que quemaron vivos a sus enemigos y alumbraron las plazas de la ciudad con antorchas vivientes».[21] Cosas parecidas ocurrían en la mayoría de las ciudades de Asia Menor en la época de Tales.

Mileto, como otras ciudades comerciales de Jonia, tuvo un desarrollo económico y político importante en los siglos VII y VI a. C. Al principio, el Poder político pertenecía a la aristocracia terrateniente, pero fue reemplazado poco a poco por una plutocracia de comerciantes. Y ésta, a su vez, por un tirano que (como de costumbre) lograba el Poder con el apoyo del partido democrático. El reino de Lidia estaba situado al este de las ciudades costeras griegas, pero mantuvo relaciones amistosas con ellas hasta la caída de Nínive (606 a. C.). Este hecho permitió a Lidia dirigir su atención al Oeste, pero Mileto consiguió mantener las relaciones amistosas, especialmente con Creso, último rey de los lidios, que fue derrotado por Ciro en el año 546 a. C. También hubo importantes relaciones con Egipto, donde el rey dependía de los mercenarios griegos, y había abierto ciertas ciudades al comercio griego. La primera colonia griega en Egipto fue un fuerte, ocupado por tropas milesias, pero la más importante en el período 610-560 a. C. fue Dafnes. Aquí, Jeremías y muchos otros fugitivos judíos se refugiaron, huyendo de Nabucodonosor (Jeremías, XLIII, 5 §§); pero mientras Egipto, indudablemente, influyó en los griegos, los judíos no ejercieron tal influjo, ni tampoco podemos suponer que Jeremías sintiera más que horror hacia los escépticos jonios.

En cuanto a la fecha de Tales, el mejor dato, como vimos, es que fue famoso por haber predicho un eclipse que, según los astrónomos, debió de haber ocurrido en el año 585 a. C. Otra prueba concuerda en situar sus actividades aproximadamente por esta época. No demuestra un genio extraordinario el haber predicho un eclipse. Mileto era aliado de Lidia, y ésta mantenía relaciones culturales con Babilonia. Los astrónomos babilónicos habían descubierto que los eclipses se repiten en un ciclo de diecinueve años aproximadamente. Sabían predecir los eclipses de la Luna con bastante seguridad, pero no los eclipses solares, debido a que éstos pueden ser visibles en un lugar, y en otro no. Por consiguiente, podían saber únicamente que en tal o cual fecha era de esperar un eclipse, y esto es probablemente todo lo que Tales sabía. Ni él ni ellos supieron la razón de este ciclo.

Se cuenta que Tales había viajado por Egipto, y que llevó de aquí a los griegos la ciencia de la geometría. Lo que de ésta supieron los egipcios fueron principalmente cosas rudimentarias, y no hay razón para creer que Tales hubiese llegado a conseguir pruebas por argumentos deductivos, como más tarde consiguieron los griegos. Parece haber descubierto cómo se calcula la distancia de un barco en el mar, por las observaciones hechas en dos puntos en tierra, y cómo se calcula la altura de una pirámide por la longitud de su sombra. Otros muchos teoremas geométricos se atribuyeron a él, pero tal vez erróneamente.

Fue uno de los siete sabios de Grecia, cada uno de los cuales había pronunciado un dicho sabio; es un error suponer que el suyo fuese: «el agua es lo mejor».

Según Aristóteles, creía que el agua es la sustancia original de la cual todas las demás se han formado; sostuvo que la tierra descansa sobre agua. Aristóteles dice también de él que había afirmado que el imán posee un alma, porque hace mover al hierro; además, que todas las cosas estaban llenas de dioses.[22]

La afirmación de que todo estaba hecho de agua se debe considerar como una hipótesis científica y de ninguna manera como una necedad. No hace tantos años, la idea generalmente aceptada era que todo se originaba del hidrógeno, que es dos tercios de agua. Los griegos eran temerarios en sus hipótesis, pero la escuela de Mileto, por lo menos, estaba en condiciones de demostrarlas empíricamente. Demasiado poco se sabe si Tales pudo reconstruirlo satisfactoriamente, pero de los sucesores de Mileto se sabe más, y es razonable suponer que algo de su visión procedía de él. Su ciencia y filosofía eran primitivas, pero estimularon el pensamiento y la observación.

Existen muchas leyendas sobre él, si bien no creo se sepan más hechos positivos de los que menciono. Algunas historietas son divertidas, por ejemplo, la que cuenta Aristóteles en su Política (1259.a): «Se le reprochaba su pobreza porque demostraba que la filosofía no servía para nada. Según la leyenda, supo por su conocimiento de las estrellas, cuando aún era invierno, que se presentaría una gran cosecha de aceitunas el año siguiente; así, habiendo poco dinero, dio créditos para el empleo de todas las prensas de olivos de Quíos y Mileto, que había alquilado a bajo precio porque nadie compitió con él. Cuando llegó el tiempo de la cosecha, y se necesitaban muchas prensas de repente, él las alquiló al precio que quiso, y ganó muchísimo dinero. Así mostró al mundo que los filósofos pueden enriquecerse fácilmente si quieren, pero que su anhelo era otro».

Anaximandro, el segundo filósofo de la escuela de Mileto, es mucho más interesante que Tales. Su fecha es incierta, pero se cree que tenía sesenta y cuatro años en 546 a. C., y hay razones para creer que esto se aproxima a la verdad. Sostenía que todas las cosas provenían de una sola sustancia primaria, pero que ésta no era el agua como pensó Tales, ni ninguna otra sustancia que conocemos. Era infinita, eterna y sin edad y «envolvía a todos los mundos», porque creía que nuestro mundo era uno solo entre muchos. La sustancia primaria se transformaba en varias sustancias conocidas, y éstas, a su vez, en otras. Hace la siguiente afirmación de interés y muy importante respecto a eso:

«De donde las cosas se han originado pasan nuevamente a otra cosa, como es ordenado, porque realizan la reparación y compensación mutua por sus injusticias conforme al orden de los tiempos».

La idea de la justicia cósmica y humana desempeñó un papel en la religión y la filosofía griegas que no es fácil comprender para el hombre moderno; en efecto, nuestra palabra justicia apenas expresa lo que entonces quería decir, pero es difícil encontrar otra mejor. La idea que Anaximandro tiene es la siguiente: en el mundo existía una determinada proporción de fuego, tierra y agua, pero cada elemento (considerado como un dios) tiende continuamente a ensanchar su dominio. Hay, sin embargo, una especie de obligación o ley natural que restablece constantemente el equilibrio; donde antes había fuego queda ceniza, y ésta es la tierra. Tal concepto de la justicia —de no sobrepasar los límites eternamente fijados— era una de las creencias más profundas de los griegos. Los dioses tenían que someterse a esta justicia lo mismo que los hombres, pero la fuerza suprema no era personal, ni un dios supremo.

Anaximandro poseía un argumento para demostrar que la sustancia primaria no podía ser agua ni ningún otro elemento conocido. Pues si uno fuese primario, hubiera conquistado a los demás. Según Aristóteles, Anaximandro decía que estos elementos conocidos se encuentran en lucha unos con otros. El aire es frío, el agua húmeda y el fuego caliente. «Y, por lo tanto, si uno de ellos fuese infinito, los demás ya no existirían». La sustancia primaria debe ser, por consiguiente, neutral en esta lucha cósmica.

Había un movimiento eterno en el curso del cual se efectuó el origen de los mundos. Los mundos no fueron creados, como dice la teología judía o cristiana, sino que evolucionaron. También en el reino animal hubo tal evolución. Los seres vivientes surgieron del elemento húmedo cuando fue evaporado por el Sol. El hombre, como todos los demás animales, procedía de los peces. Tuvo que salir de animales de otra especie, porque debido a su larga infancia, no podía haber sobrevivido originalmente como es ahora.

Anaximandro estaba lleno de curiosidad científica. Se dice que fue el primero que hizo un mapa. Creía que la Tierra tenía forma de cilindro, y se le atribuye haber enseñado que el Sol era 27 o 28 veces mayor que la Tierra.

Es original en sus afirmaciones científicas y racionalista. Anaxímenes, el último del trío de Mileto, es menos interesante que Anaximandro, pero aporta adelantos importantes. No se sabe con certeza la fecha de su vida. Seguramente fue posterior a Anaximandro, y floreció, sin duda, antes de 494 a. C., puesto que en aquel año Mileto fue destruida por los persas durante el tiempo en que aplastaron la rebelión jónica.

Dijo que la sustancia fundamental era el aire. El alma es aire; el fuego, aire enrarecido; cuando el aire se condensa se convierte, primero, en agua; después, si se densifica más, en tierra y, por fin, en piedra. Esta teoría tiene el mérito de establecer diferencias cuantitativas entre las distintas sustancias; todo es cuestión del grado de condensación.

Creía que la Tierra tiene la forma de una mesa redonda, y que el aire la rodea por todas partes: «Como nuestra alma, siendo aire, nos sujeta, así el aliento y el aire circunda al mundo entero». Parece que el mundo respira.

Anaxímenes fue más admirado en la Antigüedad que Anaximandro, aunque hoy día ocurra al revés. Tuvo una gran influencia en Pitágoras y la filosofía posterior. Los pitagóricos descubrieron que la Tierra tiene forma de esfera, pero los atomistas defendieron la teoría de Anaxímenes, que creía que era un disco.

La escuela de Mileto es importante, no precisamente por lo que llevó a cabo, sino más bien por lo que inició. Nació del contacto del espíritu griego con Babilonia y Egipto. Mileto era una rica ciudad comercial en la que los prejuicios y supersticiones primitivos estaban atenuados por el trato con muchos otros pueblos. Jonia —hasta que fue dominada por Darío al principio del siglo V— era, desde el punto de vista cultural, la región más importante del mundo helénico. No tuvo apenas contacto con el movimiento religioso de Dioniso y Orfeo; su religión era olímpica, pero parece que no le dieron gran importancia. Las especulaciones de Tales, Anaximandro y Anaxímenes se deben considerar como hipótesis científicas, y raras veces señalan intrusiones indebidas de deseos antropomórficos e ideas morales. Los problemas que plantearon eran importantes, y su vigor inspiró a los investigadores posteriores.

El próximo estadio de la filosofía griega asociado con las ciudades griegas de Italia del Sur es más religioso y, en particular, más órfico, en ciertos aspectos más interesante y admirable en su realización, pero de espíritu menos científico que el de los filósofos de Mileto.