Nudillos del alma
Ansiamos
impugnar la bestia agazapada
en nuestras almas,
pero esta criatura es pura,
con ojos tímidos,
y observa nuestros frenéticos crímenes,
acobardada,
en la jaula de nuestra crueldad.
Tomaré
para mí y tu destino
en estas manos
la elegancia del animal para enmendar
sueños rotos,
libertad desencadenada e ilimitada
que largo tiempo huye.
La bestia matará cuando yo asesine.
Como absolución,
una lista de inadvertidas distinciones
sirvió a estas manos,
libertad sin excusas.
Mira cuán limpia
esta sangre comparada con la tuya.
La sonrisa de la muerte
de tu bestial gruñido mancha el paisaje.
De tu rostro,
esto es lo que nos separa;
en nuestras almas,
mi bestia y yo encadenadas juntas,
como debemos.
Quién guía y quién es guiado nunca
se le llega a preguntar
a los encantados y los inocentes.
Confesiones del perro en el callejón
—Tibal Feredict