Vetas de los Muertos
Quién ahora recorre a grandes zancadas mi estela,
devorando la distancia intermedia,
no importa cómo huya yo, el desperdiciado
aliento de mis prisas arrojado al viento,
y estos perros se impondrán,
y me arrastrarán con aulladora alegría,
pues las bestias nacieron predestinadas,
adiestradas en audaz venganza
por mi propia fusta y mano,
y ningún dios se pondrá en mi lugar,
ni me proporcionará santuario, e incluso
si yo rogase la absolución:
los mastines de mis obras me pertenecen
solo a mí, y largo tiempo han dado caza.
Y ahora la caza termina.
Canciones de culpa
—Bet’netrask