—Ya no te quiero.
—Lo mismo te digo.
—Me divorcio de una puñetera vez.
—Me parece bien.
—¿Y ahora qué hacemos con la caravana?
—Lo único que sé es que me quedo con la camioneta.
—¿Me estás diciendo que yo me quedo con la caravana y tú con la camioneta?
—Lo único que digo es que esa camioneta de ahí fuera es mía.
—¿Y qué pasa con el chico?
—¿Lo quieres a cambio de la camioneta?
—¿Estás diciendo que lo quieres tú?
—¿Tú quieres decir otra cosa?
—Te estoy preguntando si estás diciendo que lo quieres tú.
—Entonces eres tú quien está diciendo que lo quieres.
—Mira, yo me quedo la caravana, tú te quedas con la camioneta y al chico nos lo jugamos a cara o cruz.
—¿Eso es lo que estás diciendo?
—Ahora mismo nos lo jugamos a cara o cruz.
—A ver esa moneda.
—Por Dios, no son más que veinticinco centavos.
—Pues entonces a verlos.
—Dios, aquí están.
—¿Tú cara y yo cruz?
—¿Y por qué tú cruz y yo cara?
—Deja ya de joder.