Y así, por primera vez desde aquella remota noche en que le hice el juramento al Matador, volví a mi ciudad natal, donde no hallé ni la cordial bienvenida que habría deseado ni el recibimiento que había temido, sino una realidad más extraña y terrible que cualquiera de esas dos cosas.
El hecho de que no lográramos llegar a Middenheim a tiempo para su defensa, precipitó al Matador en el abatimiento más prolongado del que fui testigo desde que nos conocimos. De hecho, durante un tiempo temí que no se recuperara jamás. Pero entonces, un encuentro casual con un viejo aliado nos arrastró a la más demente y desesperada aventura que hayamos compartido, y el Matador recuperó el brío, aunque, en aquellos días, en muchas ocasiones dio la impresión de que pagaríamos su recuperación con la vida.
De Mis viajes con Gotrek, vol. VII
Por herr Félix Jaeger
(Altdorf Press, 2528)