LA VIDA Y LA MUSA DEL CANTANTE

A ellos tengo que ayudar y luchar para ellos, para que ojalá comprendan y sean testigos de que hay un mundo mejor…

Víctor Jara

Víctor y Joan vivían en una casita en medio de un lindo jardín. Desde allí se abría un precioso panorama de los Andes. Como afirma Joan, entre las cosas que más apreciaba Víctor, además de guitarra, había un jarro indio de madera, una manta y un poncho, tejidos en el pueblo durante las largas noches de invierno, un lazo bastante gastado, hecho de correas de cuero sin curtir por un viejo campesino que pasó toda su vida en Lonquén, pueblo donde transcurrió la infancia del cantante. Víctor le dedicó una canción:

Cuando el sol se inclinaba

lo encontré

en un rancho sombrío

de Lonquén,

en un rancho de pobre

lo encontré,

cuando el sol se inclinaba

en Lonquén.

Sus manos siendo tan viejas

eran fuertes para trenzar,

eran rudas, eran tiernas

con el cuero de animal.

El lazo como serpiente

se enroscaba en el nogal

y en cada lazo la huella

de su vida y de su pan.

Cuanto tiempo hay en sus manos

y en su apagado mirar

y nadie ha dicho: «Está bueno,

ya no debes trabajar».

Por la mañana Víctor salía en su pequeño Citroen a la avenida Colón y cruzaba casi toda la ciudad. La Universidad Técnica, donde trabajaba, se encontraba en el extremo opuesto de Santiago.

El trayecto pasaba por el Barrio Alto con sus suntuosas palmeras, remansos de flores, piscinas y surtidores. El barrio parecía formar parte del verde pie de los Andes, cuyas cimas, envueltas en neblina dorada, parecen rozar el cielo. Allí, en lo alto tienen sus nidos los dueños de esos montes: los poderosos cóndores. Como planeadores se remontan hasta las nubes, suben tan alto que desde la tierra se ven como una manchita negra en el puro cielo azul.

El cóndor… ¿Por qué está en el escudo chileno? Tal vez porque los luchadores por la independencia de Chile del yugo de la corona española admiraban su fuerza y su vuelo incontenible y libre. Pero es simbólico que en el escudo el cóndor se apoye en la divisa del Estado chileno que reza: «Por la razón o la fuerza». En la historia de Chile hay no pocas páginas en que triunfó la razón y la más brillante de ellas es la victoria de la Unidad Popular en las elecciones presidenciales. Pero abundan también los ejemplos en que prevaleció la fuerza bruta y tenebrosa…

En el Barrio Alto residían los antiguos amos de Chile. Por tradición, en esta parte, que domina Santiago, se construían lujosos chalets, casas y villas y sus dueños eran grandes negociantes, pequeños y medianos empresarios, ricos comerciantes, propietarios de casas, abogados, gente acaudalada de toda laya.

Mientras atravesaba el Barrio Alto, distintas ideas acudían a la mente de Víctor. Una vez, por asociación, se le ocurrió una idea espléndida. Víctor oyó la canción Little Boxes, de Malvina Reynolds[13], interpretada por Pete Seeger.

Víctor escribe una poesía inspirada en la canción Little Boxes, pero puramente chilena por su contenido, rimas y metáforas. En esa canción Víctor acusa a los habitantes del Barrio Alto de saquear desvergonzadamente al pueblo y de estar dispuestos a asestarle un golpe traidor por la espalda.

En el recital que tuvo lugar en la Casa de las Américas en La Habana, antes de interpretar la canción Las casitas del Barrio Alto, Víctor dijo: «En la canción se trata de un lugar que hay en Santiago. Recorriendo Latinoamérica me di cuenta que ese lugar se repite en otras ciudades, barrios que generalmente están puestos en colinas muy suaves, donde el aire es más limpio, donde no hay contaminación atmosférica, donde las áreas verdes son más hermosas. Claro, para estar de acuerdo con el lugar, las casas que se construyen son más lindas, más espaciosas, con ventanales maravillosos, desde donde se domina la ciudad, y a veces más allá de la ciudad.

»En la canción se dice una palabra —“resipol”— que en Chile es un líquido que pega cualquier cosa, hasta las ideas las pega. Y hay una tela que se llama “prolen”. Según la televisión, “prolen viste para triunfar”. Es decir, uno viste un traje prolen y triunfa en la vida, y si tiene un auto marca Peugeot, que es una marca francesa, y un terno de este “prolen”, bueno, solucionó el problema de su vida y logró los objetivos fundamentales. Así como estos señores dicen que hay que vestir con “prolen” y tener un Peugeot, así también manejan las universidades como lugar para los más privilegiados o para sus hijos. Esta canción se llama Las casitas del Barrio Alto, y está inspirada en la canción Little Boxes, de Pete Seeger».

Las casitas del Barrio Alto

con rejas y antejardín,

una preciosa entrada de autos

esperando un Peugeot.

Hay rosadas, verdecitas,

blanquitas y celestitas,

las casitas del Barrio Alto,

todas hechas con resipol.

Y las gentes de las casitas

se sonríen y se visitan.

Van juntitos al supermarket

y todos tienen un televisor.

Hay dentistas, comerciantes,

latifundistas y traficantes,

abogados y rentistas.

Y todos visten policrón,

juegan bridge, toman martini-dry,

Y los niños son rubiecitos

y con otros rubiecitos

van juntitos al colegio high.

Y el hijito de su papi

luego va a la universidad

comenzando su problemática

y la intríngulis social.

Fuma pitillos en Austin mini,

juega con bombas y con políticos,

asesina a generales,

y es un gángster de la sedición.

Y las gentes de las casitas

se sonríen y se visitan.

Van juntitos al supermarket

y todos tienen un televisor.

Hay rosadas, verdecitas,

blanquitas y celestitas,

las casitas del Barrio Alto,

todas hechas con resipol.

Más tarde los «momios» del Barrio Alto recordarán con odio a Víctor esta canción…

Pero ¡cómo la escuchaban los obreros! Víctor tenía en gran aprecio su opinión. Los vecinos de los barrios obreros eran el amor y el dolor de Jara. A ellos entregaba su talento sin reservas.

Los barrios obreros de Santiago carecen de confort. Hasta entrada la noche trepidan pesados camiones y autobuses, puesto que por allí pasan las principales vías de transporte. El sofocante calor urbano está saturado de polvo, bencina y humo de las chimeneas fabriles. Se marchitan los álamos y eucaliptos que crecen a lo largo de las calles. Las viejas casas tienen pocas comodidades y están superpobladas.

Pero la pobreza de los barrios obreros no es nada en comparación con la horrenda miseria de las poblaciones callampas de los arrabales de Santiago. Antes esas poblaciones surgían en una noche, por eso las llaman «callampas». Los habitantes de una de esas poblaciones decidieron unánimemente darle el nombre de Violeta Parra, pues, como ellos dijeron, «las cosas que hemos sufrido, ella las palpó bien y las supo interpretar en sus canciones…». Aunque no lo puedo confirmar documentalmente, estoy convencido de que a Víctor lo conmovía profundamente la actitud de esos desdichados hacia la mentora de la Nueva Canción Chilena. El cantante visitó más de una vez la población Violeta Parra.

La gente que había atravesado tantas calamidades, se sentía feliz de tener al menos un techo sobre su cabeza. Luego durante años y años remozaban sus casuchas de piso terrero, donde el techo goteaba durante las lluvias y el viento soplaba por todas las rendijas.

Cuando el Gobierno de la Unidad Popular llegó al poder, se propuso ante todo la tarea de ayudar a las familias de las poblaciones callampas. Decidieron acometer esta tarea urgente antes de la temporada de lluvias. Muchos ministerios e instituciones mancomunaron sus esfuerzos. Según el plan «Operación invierno» se levantaron 20 000 viviendas para los pobladores más necesitados. En las poblaciones callampas se instalaban tomas de agua potable y electricidad, se construían vías de acceso y se urbanizaban las calles. Jamás en el país se dedicaron tantos recursos estatales a semejantes trabajos.

En ayuda del Gobierno acudieron miles de voluntarios: estudiantes, intelectuales, obreros, artistas. Para los pobladores recogían no sólo ropa de invierno, alimentos y dinero. A muchos niños que estaban en condiciones insoportables, se los llevaron a los locales de la Facultad de ciencias y artes musicales y escénicas de la Universidad Chilena[14] para que pasaran allí el frío y lluvioso invierno. Joan y Víctor cuidaron durante varias semanas en su casa a un niño enfermo llamado Luchín. El destino del niño impresionó a Víctor hasta tal punto que le dedicó su nueva canción titulada Luchín. Todo en esa canción es verdad. Incluso el caballo que se menciona en la canción, pertenecía a los padres de Luchín, que, por lo visto, se habían mudado del campo al arrabal capitalino. Esa pobre y numerosa familia esperaba ganarse el pan con el caballo.

Frágil como un volantín

en los techos de Barrancas

jugaba el niño Luchín

con sus manitas moradas

con la pelota de trapo,

con el gato y con el perro,

el caballo lo miraba.

En el agua de sus ojos

se bañaba el verde claro,

gateaba su corta edad

con el potito embarrado,

con la pelota de trapo,

con el gato y con el perro,

el caballo lo miraba.

El caballo era otro juego

en aquel pequeño espacio

y al animal parecía

le gustaba este trabajo

con la pelota de trapo,

con el gato y con el perro

y con Luchito mojado.

Si hay niños como Luchín

que comen tierra y gusanos,

abramos todas las jaulas

pa’que vuelen como pájaros

con la pelota de trapo,

con el gato y con el perro

y también con el caballo.

Víctor incluyó la canción Luchín en su nuevo disco La población, en el cual trabajó en 1972. Para aquel entonces el Gobierno ya había hecho algo por las poblaciones callampas y en algunos sitios su imagen empezó a mejorar. Pero la solución definitiva de ese problema requería tiempo. El disco La población tiene su historia. Víctor la contaba del siguiente modo:

«Un día Choño Sanhuesa[15] me dijo: “¿Por qué no escribes algo sobre nosotros, los pobladores?”. Fue un empujón que necesitaba y comencé a trabajar para el disco La población.

»Yo trabajé con grabadora en mano. Para este disco así llegué a Herminda de la Victoria, a la Violeta Parra, a la Luis Emilio Recabarren, a Lo Hermida, a Los Nogales (la población de mi adolescencia), a La Victoria, a El Cortijo, etc.

»Tuve que conversar con mucha gente… Las compañeras María, Amelia y Norma me hablaron emocionadas de la toma de Herminda y me convidaron con agua dulce. Sonaba la radio y en la calle jugaban alegres los niños.

»Me describieron con todo detalle los momentos de angustia que vivieron. La señora Amelia, cuando me relató la muerte de la guagüita de Herminda, en cuyo recuerdo lleva el nombre esa población, fue tan emocionante que a los dos se nos cayeron las lágrimas».

Víctor expresó en la canción sobre la pequeña Herminda lo que había visto en esa población. Herminda murió de una bala de la policía en brazos de su madre cuando los carabineros intentaron desalojar las familias pobres del solar que ocuparon, pero la gente defendió sus viviendas y bajo el Gobierno de la Unidad Popular recibió ayuda y apoyo.

Herminda de la Victoria

murió sin haber luchado.

Derecho se fue a la gloria,

con el pecho atravesado.

Las balas de los mandados

mataron la inocente.

Lloraban padres y hermanos

en el medio de la gente.

Hermanos se hicieron todos,

hermanos en la desgracia,

peleando contra los lobos,

peleando por una casa.

Herminda de la Victoria

nació en medio del barro,

creció como mariposa

en un terreno tomado.

Hicimos la Población,

ya han llovido tres inviernos.

Herminda, en el corazón

guardaremos tu recuerdo.

Hablando de su trabajo sobre el disco La población, Víctor recordaba:

«Yo diría que la mayoría de los pobladores cuentan sus experiencias con facilidad, pero a veces son reservados. En la población Los Nogales, por ejemplo, hasta tuve que jugar un partido de fútbol para que con la amistad la historia fuese más espontánea y en confianza.

»Me tuve que documentar bastante sobre la lucha de los pobladores. Resulta muy admirable el nivel de responsabilidad y organización que había allí y el enorme papel que desempeñó el Partido Comunista. Cada toma era una creación de estrategia e imaginación. Además, el papel que las mujeres han jugado en todo esto es maravilloso. Aunque los maridos las fueran a sacar a patadas, ellas no se movían con sus hijos del lugar que se había tomado. Así resistían cuando querían ser desplazadas por la fuerza pública. Tales son el poder y la desesperación por tener un pedacito de terreno donde construir el hogar.

»Lo único que anhelo es haber sido en mis composiciones tan sincero como todos esos pobladores que abrieron su alma para entregármela.

»Este disco deja como experiencia que la mejor escuela para el cantor es la vida…».

El disco La población contiene nueve canciones de Jara. Compuso la letra en colaboración con el dramaturgo Alejandro Sieveking, amigo suyo desde los tiempos de estudiante. El disco reproduce el cuadro de la lucha y la vida de los habitantes de las poblaciones callampas. Las canciones se alternan con grabaciones documentales o, como decía Víctor, «están penetradas con las voces de los pobladores». «Gracias a nuestro triunfo, ahora vivimos como gente, tenemos nuestra casa» dice una mujer de Herminda de la Victoria. Le hace eco otra voz femenina: «Cuando ya tengamos la casa, porque uno siempre sueña tener una casa para los niños…». El disco tiene un final optimista: La marcha de los pobladores.

A Víctor le gustó mucho ese contacto creador con los trabajadores. Cada canción en La población se basa en un hecho real, en un destino real. Jara tenía la ilusión de repetir una incursión semejante en lo más profundo de la vida, hacer un nuevo disco sobre la base documental. Y pronto tuvo esa ocasión.

La Confederación campesina e indígena «Ranquil» invitó a Víctor a la región sureña de Lonquimay, que pasó a la historia de la lucha de los chilenos por la tierra. Allí, a orilla del río Bío-Bío y su afluente Ranquil, en 1934 estalló una insurrección armada de los campesinos a quienes los latifundistas les habían quitado las parcelas de tierra esquilmada. Fue una explosión de ira acumulada a lo largo de los siglos. Los carabineros reprimieron con saña a los sublevados, no tuvieron piedad con los viejos ni con las mujeres y niños.

Los historiadores burgueses hacían caso omiso de esos acontecimientos. La Confederación le pidió a Víctor que creara una obra literaria y musical al estilo de La población.

A fines de 1972 Víctor salió para Lonquimay, fue a caballo hasta las zonas más remotas, conversó con viejos campesinos, testigos de la tragedia, grabó en magnetófono sus relatos. Estuvo en el abrupto despeñadero del río donde fueron fusilados los líderes de la insurrección.

Jara encontró valiosos documentos sobre la fundación en esta zona del primer sindicato de campesinos chilenos. Aquí tenía su origen la Confederación «Ranquil», poderosa hoy día.

Entre los campesinos de Lonquimay había muchos araucanos. Orgullosos y callados, decían llamarse «mapuches». Sus padres y abuelos se levantaron con las armas en las manos defendiendo la tierra, su única fuente de subsistencia, y perecieron.

Ahora llegaron otros tiempos. A los araucanos les devolvieron las tierras, que les quitaran los latifundistas. Entre la población indígena se desplegó una campaña de alfabetización.

Aunque un poco tarde, los cambios llegaban a los remotos montes de Lonquimay. Pero había que hacer mucho todavía para poner fin al atraso secular que allí se descubría con demasiada evidencia.

El alma de Víctor se llenó de impresiones directas, de paisajes vírgenes de montes y ríos, de las hermosas leyendas indígenas. Pensaba utilizar en su nueva composición melodías e instrumentos musicales originales de los araucanos, aborígenes de Chile.

Lamentablemente Jara no pudo terminar su nueva obra, que prometía ser muy interesante y original. Quedó inconcluso el texto literario de la composición Ranquil. El año 1973 fue muy intenso para el artista. Grabó el disco de canciones populares y coplas Canto por travesura, junto con el compositor Celso Garrido-Lecca y el coreógrafo Patricio Bunster puso en escena el ballet Los siete estados.

Después de su viaje al sur, Jara no pudo dedicarse de lleno a realizar su nueva composición. El 4 de marzo tenían que celebrarse elecciones al Congreso Nacional. La campaña electoral empezaba en una situación política complicadísima y Víctor tomó una parte muy activa en ella. Raro era el día que no se celebraba un concierto de propaganda. Volvía a casa ya muy entrada la noche. Actuaba con el grupo Inti-Illimani. Iban en un viejo autobús a los barrios obreros y suburbios de Santiago. Con frecuencia daban conciertos al aire libre.

Los partidarios de la Unidad Popular comprendían que las elecciones de marzo tenían un significado singular y que de ellas dependía mucho. La oposición esperaba conseguir dos tercios de los escaños en el Congreso Nacional que, según la Constitución, le darían derecho a destituir al presidente antes de que vencieran sus poderes. Los derechistas pensaban que las dificultades económicas que atravesaba el país, les proporcionarían la ventaja en la lucha electoral y podrían ganarse los votos de muchos electores.

Es verdad que la Unidad Popular combatía el «mercado negro» y el sabotaje de la reacción. El abastecimiento irregular, la escasez de víveres y artículos de amplio consumo en las tiendas repercutían, ante todo, en las familias trabajadoras.

Pero los resultados de las elecciones del domingo, 4 de marzo de 1973, pasmaron a muchos. Por la Unidad Popular votaron el 44% de los electores, o sea, un 7% más que en las elecciones presidenciales de 1970. La coalición democrática aumentó el número de sus representantes en el órgano legislativo de la República. Luis Corvalán, Secretario General del Partido Comunista de Chile, dijo que los resultados de las elecciones eran la expresión de la alta conciencia de clase de los trabajadores chilenos. En un mitin con motivo del triunfo de las fuerzas de izquierda, exclamó:

—El pueblo de Chile merece un monumento más alto que la Cordillera.

Las elecciones de marzo desbarataron los planes de la oposición de dar un golpe de Estado «legal», a través del parlamento. La oposición no logró dos tercios de los escaños en la Cámara de diputados y el Senado y, además, perdió varias actas.

La reacción vio que no podía esperar más, que el tiempo estaba a favor de la Unidad Popular y había que eliminarla a toda costa y cuanto antes. La prensa de derecha, así como las emisoras y canales de televisión incitaban a las acciones decisivas contra el gobierno marxista. Las paredes de los edificios públicos de Santiago se llenaron de pintadas: «¡SACO va!». SACO quiere decir Sistema de Acción Civil Organizada. Se trataba de una operación íntegra, urdida por los fascistas de «Patria y libertad», que suponía la formación de grupos de autodefensa, la confección de «listas negras» de activistas de la Unidad Popular, la paralización del suministro de empresas estatales, el estímulo de la especulación, la organización de sabotajes y actos terroristas. En definitivas cuentas, tras todo esto se ocultaba el deseo de provocar disturbios en el ejército e inclinar la balanza a favor de los partidarios de «poner orden con mano férrea».

«Patria y libertad» recibía dinero no sólo del gran capital de Chile, sino también del extranjero. Más tarde, en el informe de la comisión especial del Senado de los EE. UU. que investigó la actitud de la CIA, se reconoció que dicha organización norteamericana de espionaje enviaba dólares a «ese grupo paramilitar derechista, que es el más importante»[16], así como a los partidos políticos de la oposición.

Después de las elecciones de marzo, «Patria y libertad», coordinando sus acciones con la oposición de derecha, fomentó en el país el ambiente de anarquía y terror.