La puerta del ascensor se abre. Wilmo se asoma al interior.
Se sobresalta, hace una mueca de asco.
Claudia sonríe en la entrada, manchada de sangre.
—Debo firmar el acuerdo, ¿verdad? —exclama estridente—. ¿Sabéis ya cuándo estaré en antena? Quiero avisar a mis padres.
Sus dientes brillan blanquísimos, cegadores en la luz de la mañana.