Finalmente todo está claro, todo perfectamente claro. No ha sucedido nunca nada, ha sido una pesadilla, una extraña y larga pesadilla.
Repasa todo desde el principio, yendo hacia atrás y partiendo de nuevo desde un momento preciso.
Baja del autobús.
Busca las llaves.
Un chico le sujeta la puerta abierta.
Ella le da las gracias con una ligera sonrisa.
Esperan al ascensor.
Llega un hombre de enormes patillas.
Farfulla un saludo de circunstancias.
Llega el ascensor.
Claudia entra la primera, seguida por el chico, y después por el hombre de las grandes patillas.
El ascensor sube tranquilamente, como todos los días. Cada uno se baja en su piso, el chico, el doble de Elvis. Cada uno vuelve a la propia vida, sin volver a cruzarse con la de los otros.
Claudia abre la puerta. Se quita el uniforme. Se mete en la ducha.
Deja correr el agua. Saborea su contacto con la piel. Abre la boca. Bebe. Busca el jabón. Encuentra la cabeza aplastada de Ferro.
Grita. Intenta salir de la ducha pero fuera de la ducha hay un muro de sólida piedra. El agua hierve. Quema como el aliento de un dragón.
—Tienes que quitarte la armadura sugiere la cabeza de Ferro—. Debes quitarte la armadura. No conseguirás salir nunca, si no te quitas la armadura.
Claudia obedece.
(el sonido de un móvil, de otro mundo)
Se arranca la piel consumida por el agua hirviendo, centímetro a centímetro. Cuando haya terminado, lo sabe, será lo bastante delgada como para deslizarse fuera.
(se está moviendo hacia abajo)
Cuando no es más que un esqueleto, sonríe y se desliza hacia fuera. La recibe un huracán de aplausos, las luces de los focos, los gritos histéricos.
(se está parando)
Ferro tiene el traje de escena de Elvis. Le tiende el micrófono, dice: —Te veo en espléndida forma, Claudia, ¿qué nos quieres contar de esta experiencia?
La luz de los focos es fortísima, violenta.
(voces detrás de la puerta)
El público grita demasiado fuerte, Ferro pide sonriendo un poco de silencio.
—Bueno —responde Claudia, estrechando las manos de entusiastas admiradores—, ¿qué puedo decir? No entréis jamás en un túnel con armadura, y llevad siempre con vosotros dos, o incluso tres, botellas de agua.
—Estupenda e ingeniosa nuestra Claudia —trina Ferro—. Publicidad.
Claudia se inclina ante el público.