17

KA Y BA

¿Es posible aprender si tu cerebro está paralizado? Danny no tardó en darse cuenta de que no había otra forma de conseguirlo en el desierto egipcio. Las puertas de Loki no sabían nada ni recordaban nada; sólo poseían un dato relevante: se acordaban de dónde estaba Loki cuando descubrió los secretos sobre Bel y también lo que estaba haciendo.

Por lo tanto, Danny tenía que estar en el mismo sitio que Loki, hacer lo que él había hecho y permitir que los recuerdos acudieran a su mente. Pensamientos que no le pertenecían y sobre sucesos que él no había vivido. Y esa evocación era muda. Sólo abarcaba lo que Loki había descubierto, pero expresado en un nivel distinto al de cualquier lengua.

En cuanto Danny intentó dar sentido a los recuerdos, su mente consciente intervino e intentó verbalizarlos. Las palabras ahuyentaron los pensamientos mudos e incoherentes de Loki.

Danny no comprendía nada. Tenía que permitir que los recuerdos fluyeran por su mente. Entrar en una especie de trance. Su consciente tenía que alejarse, sin concentrarse en nada.

Es difícil concentrarse en no estar concentrado.

Al principio, los recuerdos llegaban a retazos. Se encendían y apagaban como los relámpagos en una tormenta. No había coherencia. Vio imágenes de un hombre, un egipcio, flaco, quemado por el sol, menudo y calvo; sus hombros estaban cubiertos por un paño blanco de hilo y un escueto taparrabos completaba su ropaje. La evocación incluía calor y frío y oscuridad.

El hombre estaba hablando, pero Danny no oía nada. Tampoco quería oír sus palabras, aunque ese hombre era el maestro, el ermitaño, al que había acudido Loki. Un hombre que conocía la antigua sabiduría de Egipto, un conocimiento más antiguo que la cristiandad, aunque él mismo era un asceta cristiano. Pero Danny sabía que no conseguiría escuchar su voz; su objetivo era recuperar el recuerdo que tenía Loki sobre las palabras del sabio. Ka. Ba. Pero en cuanto Danny intentó aferrarse a esos vocablos, su sentido dentro del contexto se diluyó.

Por fortuna, el recuerdo se repetía una y otra vez. Las puertas eran pacientes. Tampoco les quedaba otro remedio. Poco a poco, Danny se sumió en la meditación y el recuerdo comenzó de nuevo hasta que fue capaz de hacerlo suyo.

«Más tarde», se dijo a sí mismo. «Me acordaré de haber recuperado el recuerdo y habré conseguido lo que necesito. Ahora tengo que dejar que fluya a mi interior».

Perdió la noción del tiempo. Preso del recuerdo, ignoraba si era de día o de noche en el lugar donde estaba sentado frente al foso que había cavado con la ayuda de sus amigos. El tiempo lo marcaba el recuerdo de la conversación que discurría interminable.

En un par de ocasiones, el flujo se interrumpió y Danny se desesperaba. Loki había ordenado la información, que le había transmitido el ermitaño, dentro del contexto de su experiencia con las puertas y los magos de todas las clases, en un mundo donde la magia era algo habitual, donde los magos teleportadores aprendían la historia, los conocimientos y las habilidades de su familia. La ignorancia de Danny sobre esos temas era lo que interrumpía el recuerdo.

Decidió permitir que siguiera fluyendo.

«Que fluya».

Y entonces, una mano le tocó en el hombro.

¡Eso no había sucedido antes! ¿Quién había interrumpido a Loki?

Danny aguardó a que volviera el recuerdo; quería ver lo que había visto Loki, saber lo que él había aprendido.

La mano volvió a tocarle, con más fuerza en esta ocasión, y Danny supo que no pertenecía al recuerdo de Loki. Era algo que le estaba sucediendo a él.

—Por favor —susurró. Su voz apenas era un gemido—. Por favor, espera.

La mano lo agarró con fuerza y lo agitó. Con violencia. Estuvo a punto de caer.

Danny sintió ganas de llorar, sollozó brevemente y, al final, el intruso alcanzó su propósito: el trance se rompió, el recuerdo se desvaneció.

Sus propios recuerdos acudieron en tropel. Estaba en Egipto, un país para el que no tenía papeles ni pasaporte. Le habían atrapado.

Estuvo a punto de teleportarse, pero se dio cuenta de que la persona que estaba a su lado le hablaba. La luz del sol era cegadora, apenas pudo abrir los ojos. Y algo pasaba con sus oídos, porque el sonido iba y venía. Le hablaba en inglés. Conocía la voz. Entrecerró los ojos, se llevó una mano a la frente a modo de visera.

Un rostro bajó al nivel del suyo. Un rostro colérico. Hermia. Le había seguido hasta allí.

¡Estúpida, estúpida, estúpida! ¿Es que no veía que estaba haciendo algo de vital importancia? ¿Cómo se atrevía a interrumpirle?

—¡Bebe! —le gritaba ella.

Miró lo que tenía en la mano: era una botella de Evian. No le gustaba esa marca de agua.

Hermia abrió la botella y se la metió en la boca. Le dolió. Tenía los labios secos y cortados. Vio restos de sangre en la boca de la botella.

—Deshidratado —oyó decir a Hermia.

Abrió la boca, echó la cabeza hacia atrás y dejó que ella le diera de beber. Le costó tragar, como si hubiera olvidado cómo hacer algo tan simple.

En realidad esperaba que el recuerdo cinético de Loki se activara. Que el hecho de beber despertara el recuerdo de Loki bebiendo. Pero Loki no había bebido nada.

La razón era que la conversación de Loki había durado una hora, pero el intento de Danny de recobrarla había llevado mucho más tiempo.

Consiguió tragar. El paso del agua por su garganta fue muy doloroso, el resultado de llevar mucho tiempo sin beber.

Hermia se había marchado. Pero le había dejado la botella de agua. Intentó llevársela a los labios. No conseguía recordar cómo se hacía. Se inclinó acercando los labios a la boca de plástico. El agua no subió a su encuentro. Pero la sostuvo entre los labios cuando se enderezó y consiguió que llegara a su boca. Hizo un esfuerzo para tragar el líquido. Le costó menos que la primera vez, pero se atragantó. Tosió. Dejó caer la botella. Palpó a su alrededor buscándola, mientras tosía. «¿Dónde está? ¿Por qué no la veo?» se preguntó. «Demasiada luz».

Las manos aparecieron de nuevo, manos que le cogían para ponerlo de pie. El acto de incorporarse resultó doloroso. Sus piernas no podían sostenerlo. No las sentía. ¿Cuánto tiempo había estado sentado sin moverse?

Hablaban entre ellos. Dos mujeres. Hermia. Y Vivi. Las otras magas teleportadoras. Sus amigas. Estaban enfadadas. Y preocupadas. Pero hablaban con palabras, y él quería evitar expresarse verbalmente. No quería emplear una lengua porque eso le distraería y…

No, no, el flujo de recuerdos se había interrumpido. Ya no estaba en trance. Era bueno poder usar las palabras. Necesitaba entender lo que le decían.

—No nos oye —dijo Vivi.

—Dime algo que no sepa —replicó Hermia.

—Tenemos que llevarlo a Nápoles.

—No hay puerta a… Oh, te refieres al Nápoles de Florida. Vamos a llevarlo hasta la casa adonde conduce la puerta que lo ha traído hasta aquí.

Danny se tambaleó. Comenzaba a sentir sus piernas de nuevo. Un éxtasis de dolor. Sus articulaciones aullaban, atormentadas.

—Intenta caminar —observó Hermia.

—¿Estaba aquí sentado delante de la cueva?

—Sí, como Narciso, obligado a contemplar el mismo lugar para siempre.

—Sólo que en el caso de Narciso era su propio reflejo.

—¿Cómo sabes lo que él veía?

«¿Qué he visto?», se preguntó Danny. «¿Seré capaz de recordarlo? ¿Lo habré asimilado, podré darle algún sentido?».

Lo ayudaron a bajar por la pendiente de arena hasta la puerta y, de pronto, estaban bajo techo. En el dormitorio de Hal. ¿Había partido desde allí al desierto? No tenía importancia, lo relevante era que había una puerta en el dormitorio de Hal que conducía a la cueva en Egipto y Hermia la había encontrado. Luego había ido a pedirle ayuda a Vivi. Encadenando una puerta tras otra.

Encontraron a Hal en el cuarto. El chico soltó un improperio e intentó ayudarlas.

Danny tendría que haber recuperado la movilidad. Su paso por la puerta debería haberle curado. Pero, aunque el dolor había desaparecido y volvía a sentir las piernas, no podía caminar bien.

—Vamos a llevarlo a casa, cariño —le dijo Vivi a Hal—. Has sido de gran ayuda, pero a partir de aquí nosostras nos encargaremos de él.

—¿Estás seguro de que nadie le ha obligado a hacer esto? —preguntó Hermia.

—Se comportaba de forma normal —dijo Hal—. Normal para lo que es Danny, al menos. Tenía algo en mente, algo relacionado con Loki. Tenía que ir al desierto y nos vino a buscar para que le ayudáramos a cavar. No le encontré mucho sentido.

—¿Te dio la sensación de que alguien lo estaba manipulando? —preguntó Hermia.

—¿Y cómo quieres que lo sepa? —respondió Hal—. Alguien podría estar controlándote a ti y yo no lo sabría.

Estaba de pie, entre ellas y la puerta que conducía a casa de Danny.

—Eres un encanto —dijo Vivi—. No te preocupes, por favor. La puerta lo ha curado. El problema es que no ha recuperado la movilidad y no sabemos el motivo. Si lo llevamos a un hospital, no verán nada anómalo y tendremos que dar explicaciones que no queremos dar.

—Estoy bien —le dijo Danny a Hal—. Sólo tengo algún problema de… movilidad.

—Es como un mago de las bestias atrapado en el animal que está cabalgando —dijo Vivi.

—Viendo a Danny, parece que su montura sea un caracol borracho.

Hal se apartó de la puerta y las chicas cruzaron con Danny.

Una vez en casa, Danny se negó a ir a Nápoles.

—¿Para qué voy a ir? —se quejó.

—Hay que rehidratarte —dijo Vivi—. Cruzar una puerta no repone el agua que has perdido. Un día y medio al sol en el desierto, y también una noche. ¿Qué pretendías?

—Estaba investigando —respondió Danny.

—¿Experiencias cercanas a la muerte? —preguntó Hermia desde la cocina. Probó el agua con el que acababa de llenar un vaso—. ¿Tú bebes esto?

—La mejor de Buena Vista —dijo Danny. Ella le entregó el vaso y él se lo bebió de un trago.

—Increíble, tus quemaduras de tercer grado se han transformado en un bronceado saludable —señaló Vivi—. Cuando pienso en todas las lociones que me he puesto y las horas que he pasado en cabinas bronceadoras… Todo lo que tenía que hacer era quemarme al sol y luego teleportarme.

—¿Te das cuenta del miedo que nos has hecho pasar? —le espetó Hermia—. De pronto, desapareces. Marion y Leslie no tienen ni idea de dónde estás. Nadie lo sabe. Menos mal que a Vivi se le ocurrió preguntar a tu club de fans del instituto.

—Son mis amigos —puntualizó Danny.

—Eres el único Gran Mago Teleportador del mundo —dijo Hermia—. No puedes desaparecer sin más.

—Mis amigos sabían dónde estaba. Mi idea era ausentarme unas horas.

—¿Treinta y seis horas? —preguntó Vivi.

—No creí que fuera a durar tanto.

—Podías haber muerto —dijo Hermia—. ¿Comprendes? ¿Qué te metiste?

—Nada de drogas —respondió Danny.

—No mientas —le advirtió Hermia—. Nos ha costado una eternidad romper el trance en el que estabas sumido. ¿Estabas alucinando?

—Ni de lejos —respondió Danny—. ¿Os cuento lo que hacía o vais a seguir cabreadas conmigo? Escuchadme en vez de gruñir tanto.

—¿Me estás echando la bronca? —se asombró Hermia—. Haces algo estúpido, irresponsable…

—Hermia —intervino Vivi—, ¿por qué no le dejamos que se explique antes de decidir si ha sido un estúpido?

—¿Te pones de su lado? —Hermia estaba cada vez más enfadada.

Danny y Vivi la observaron en silencio.

Hermia suspiró con fuerza, echó los hombros hacia atrás y acabó por dejarse caer en el sofá, al lado de Danny. Vivi acercó una silla de la cocina.

—La pobre anciana tiene que apañarse con el asiento más incómodo —comentó con una risita.

—Acabas de pasar por una puerta, así que estás en perfectas condiciones —le dijo Hermia.

—Ya sabéis que tengo las puertas de Loki en mi yacimiento —comenzó Danny.

—Se las arrebataste —dijo Hermia.

—Pero luego me las entregó y nos comunicamos.

—¿Loki y tú? —preguntó Vivi.

—Algo así. Es posible. Aunque creo que en realidad hablo con ellas. Ahora, me obedecen. Pero siguen siendo parte de él, así que es posible que esté al tanto de lo que hablamos, o no. No lo sé. Tampoco me importa. Hay cosas entre sus recuerdos que necesito saber y él no está aquí para preguntarle. Aparte de que dudo que me lo fuera a decir. No parece tener mucho interés en enseñarme.

—¿Hablas con las puertas?

—No sé cómo lo hago —dijo Danny—. ¿Habéis oído hablar de algún mago que entregara sus puertas a otro?

—Sería lo mismo que entregar tu aura —señaló Vivi.

—Yo sé de algún caso —dijo Hermia—. Una antigua leyenda familiar. Dos amigos tan entregados que se convirtieron en la cabalgadura el uno del otro.

—No es lo mismo —dijo Danny—. No soy su cabalgadura, ni él la mía. Él no me controla, no es un mago mental.

—¿Puedes manipular sus puertas? —preguntó Hermia.

—Después de lo que pasó con la puerta salvaje, no me atrevo a intentarlo. Pero, por favor, dejad que os cuente lo que he aprendido mientras soy capaz de recordarlo.

—¿Aprendido?

—Fui allí para activar la memoria cinética de Loki, un recuerdo sobre un secreto de vital importancia que le transmitió un ermitaño cristiano de Egipto. Empleaba la lengua de los coptos y era un gran sabio. Un recopilador del antiguo conocimiento egipcio. Un saber que no figura en los jeroglíficos. Tampoco está en los libros de los muertos. No hay nada escrito sobre esto en ninguna parte. Es algo que se sabe, y el ermitaño se lo contó a Loki. Las puertas no pueden contármelo a mí empleando el lenguaje, sólo pueden ayudarme a revivir el estado mental de Loki cuando él lo aprendió. ¿Lo entendéis?

—Me da la impresión de que eres tú quien no lo entiende, cariño —comentó Vivi.

—No, no lo entiendo —confirmó Danny—. Pero dejadme acabar. Lo estaba consiguiendo, después de repasar el recuerdo una y otra vez, estaba comenzando a entenderlo, hasta que vosotras me interrumpisteis.

—Perdona por salvarte la vida —dijo Hermia.

—Por favor, por favor, dejadme que acabe —gimió Danny, al borde las lágrimas.

—Quiere que cierres el pico, querida —dijo Vivi.

—Ya lo sé.

—Si no quieres escuchar —dijo Vivi con dulzura—, ¿te importaría marcharte para que me lo cuente a mí?

—Va a ser un lío —dijo Danny—. Se escurre como cuando intentas recordar un sueño. Trata sobre el ka y el ba. El ka es la esencia y el ba es el aura.

—Todo el mundo sabe eso —dijo Hermia.

—¡Yo no! —chilló Danny.

—Cierra el pico, por favor, Hermia —pidió Vivi. Su voz era tan dulce que delató lo furiosa que estaba con la otra.

—No es lo que nos han contado. Por eso me costaba tanto —dijo Danny—. Pensamos que el ka está atado al cuerpo, que forma parte de él. Y que es el ba lo que enviamos con las efigies, o las bestias que cabalgamos, o las puertas que creamos. Pero ni el ka ni el ba son parte de nuestro cuerpo.

—Menuda tontería —dijo Hermia, y se llevó la mano a la boca nada más decirlo.

—Esa parte fue la que emocionó y asustó a Loki. Recuerdo lo que él sintió. Recuerdo cómo acabó comprendiendo que el ka y el ba están enlazados el uno al otro. Y esa unión es lo que somos cada uno de nosotros. El cuerpo es el recipiente. Una herramienta. Tiene vida propia, mente propia, pero no es lo que somos. Ninguno de nosotros. Ni los magos ni los mortales. Somos ka, somos ba, no somos los animales que sirven de recéptaculo.

—Sigue —dijo Vivi.

—Suena muy gnóstico —dijo Hermia.

—No lo es —negó Danny—. No tiene nada que ver con el gnosticismo. Ni con los coptos. Pero sí que es el motivo por el que Loki cerró todas las puertas.

—Si el ka y el ba no forman parte de nuestro cuerpo, ¿de dónde proceden? —preguntó Vivi.

—Del mundo de los magos bel.

—En otras palabras, del Cielo —dijo Hermia.

—No, no. No contamines el recuerdo —suplicó Danny, tapándose los oídos—. Dejad que termine. No intentes adaptarlo a la mierda de creencias de los griegos, ¿vale? ¿Cerrasteis vosotros las puertas? No. Fue Loki. Así que cállate y déjame recordar por qué lo hizo.

—Lo siento.

—Proceden del mundo de los magos bel —repitió Danny—. Una puerta desde su mundo convirtió a los simios de este mundo en humanos. Y también fueron esos cuerpos los que les dieron los poderes que nosotros transformamos en magia.

—Yo creía que el poder procedía del ka y el ba —dijo Vivi.

—¡Ése es el tema! Todo el mundo tiene ka y ba; entra en el cuerpo cuando nacemos o… cuando sea. El caso es que entran. Durante el proceso, el cuerpo establece un contacto con el ka y el ba. Cuando entraron en mí… Mejor dicho, cuando entraron en Loki, porque esto forma parte del recuerdo que he recuperado, cuando el ka y el ba entraron en su cuerpo, su ba se fragmentó en puertas. Así se convirtió en mago teleportador. El cuerpo más el ka y el ba. ¿Lo entendéis? No hay magia sin cuerpo.

—Es todo tan impresionante que entiendo que te hayas jugado la vida para conseguir el recuerdo —dijo Hermia con sorna.

—Todavía no he llegado a la parte más importante —dijo Danny—. Está en el Libro de las Revelaciones: «Después hubo una gran batalla en el Cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el Cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llamaba diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la Tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él».

—Creía que estábamos hablando del conocimiento de los antiguos egipcios —dijo Hermia.

—A mí me suena a la versión de la Biblia del Rey Jaime —dijo Vivi.

—El diablo. Satán. Es Bel. Fue expulsado, es decir, fue teleportado a Midgard. Pero no le dieron un cuerpo. Él y sus ángeles eran sólo ka y ba.

Las chicas reflexionaron sobre las palabras de Danny.

—Estoy perdiendo la mayor parte de lo que Loki aprendió. Ahora mismo no sé cuánto de lo que os estoy contando forma parte de su recuerdo y cuánto son mis propias conclusiones.

—Sigue —le animó Vivi—. Estoy comenzando a captar la importancia que tiene todo esto.

—Pues yo no —dijo Hermia.

—Bel no es un mago mental. Los magos mentales existen y lo que él hace es similar a la magia mental, pero Bel no posee un cuerpo humano. No tiene un recipiente físico. Ahora piensa en lo que cuenta el Nuevo Testamento sobre el Diablo, lo relativo a la posesiones demoníacas. Son obra de él y el resto de demonios, sus ángeles. ¿Lo entiendes? Jesús siempre los estaba expulsando, exorcizaba a las víctimas.

—Tenía entendido que eran simples casos de esquizofrenia —dijo Hermia.

—O casos de personalidad múltiple —añadió Vivi.

—Sí, hoy en día es lo que más se parece a una posesión diabólica, tal y como se describe en la Biblia. Pero los kas y bas sin cuerpo existen. Y Bel es su jefe. El pez gordo. El Enemigo con mayúscula. Eso es en realidad lo que significa la palabra satán…

—No te molestes en explicarle a dos magas teleportadoras el significado de una palabra —le interrumpió Hermia.

—Bel nos odia porque nuestro ka está unido a un cuerpo y eso nos cambió. Nos dio los poderes que tenemos. Y podemos emplearlos si aprendemos a hacerlo. La habilidad para usar la magia es hereditaria, está vinculada al cuerpo. Y por eso quiere nuestros cuerpos, para conseguir el poder y el talento para emplearlo.

—Pero ellos no establecen el mismo nexo que nosotros con el cuerpo, ¿verdad? —preguntó Vivi.

—No. La magia que obtienen no les pertenece. Poseen el cuerpo y lo manipulan para emplear la magia de ese cuerpo. Es el peligro que suponen los magos bel: no envían su ba al interior de la gente, como hacen los magos mentales que buscan persuadirte para que actúes según sus deseos; los magos bel envían su ka y su ba. Te manejan igual que a una marioneta. Te obligan a que emplees tus poderes para sus propósitos. Pero si tú mueres, ellos no. De hecho, lo mejor para ellos es que tu ka abandone el cuerpo, porque entonces es sólo para ellos.

—En ese caso, ¿por qué no te mata y posee el cuerpo desde el primer momento? —preguntó Vivi.

—Buena pregunta. Los antiguos egipcios creían que los dioses semíticos tenían el poder de reanimar los cadáveres. Por eso extraían el cerebro y los órganos internos de las personas poderosas cuando fallecían y los colocaban en vasijas. El cuerpo quedaba mutilado y no funcionaba. Bel y sus secuaces no podían resucitar el cadáver y aprovechar el poder del fallecido. El embalsamamiento no estaba relacionado con la vida eterna; al contrario, buscaban que los difuntos siguieran muertos para siempre.

—¿Pero pueden hacer algo así los magos bel? —preguntó Vivi—. ¿Estamos hablando de… zombies?

—No, no —negó Danny con vehemencia—. El ermitaño consideraba eso de los muertos vivientes pura superchería. Los magosbel no pueden controlar un cuerpo salvo que ya lo posean cuando el ka lo abandona. Bel necesita controlar un cuerpo vivo y busca a los más poderosos. Busca magos. Quiere su magia.

—¿Quieres decir que cuando posee a alguien, hay que matar a la persona poseída? —preguntó Vivi—. Suena bastante drástico.

—Y poco efectivo —añadió Danny—. No es posible matar a los magos bel. No puedes matar el ka o el ba. No mueren. Quiero decir que los cuerpos que poseen de verdad un ka y ba propio, sí mueren. Eso corta el vínculo con el cuerpo y también entre el ka y el ba. Por eso podemos interactuar con las puertas de magos que han fallecido hace más de un milenio. Es su ba que está separado de un ka que sigue vivo en alguna parte. Pero en el caso de los magos bel, como no tienen un cuerpo propio, la muerte física de la persona a la que han poseído no les afecta; sólo tienen que buscar otra.

—Lo que quiere decir que los magos bel son los únicos que de verdad pueden reencarnarse.

—No lo sé. Loki no trató ese aspecto con el ermitaño. No tengo ni idea de lo que le ocurre a la gente normal que sufre una muerte normal. Lo que vi era un recuerdo, no podía hacer preguntas —Danny hizo una pausa antes de seguir—. Y hay más. Los magos bel eran muy torpes al principio. Recordad que no son magos mentales. Mejor dicho, no son magos y punto. No obtienen los poderes como nosotros. Lo que sí que tienen es experiencia. Han estado poseyendo a la gente, manipulándola, durante más de diez mil años. Ni Loki ha vivido tanto tiempo. Y el más listo de todos, el mejor, es Bel. El Enemigo. El gran dragón. Es el más poderoso, sus habilidades son impresionantes. Conoce medios para poseer a la gente que ninguno de sus ángeles caídos sabe emplear.

—Y eso fue lo que averiguó Loki —dijo Hermia.

—Y lo que lo llevó a cerrar las puertas —añadió Vivi.

—Sí, supo que el dragón había aprendido a cabalgar a cualquiera y cruzar una puerta montado en esa persona.

—¡Qué horror! —exclamó Vivi.

—Un momento, no demos nada por sentado. Que te posea un mago bel es igual que sufrir una enfermedad. Cruzar una puerta elimina las enfermedades, te desharías del mago bel —dijo Danny.

—Pero si dos personas se cogen de la mano, pueden cruzar juntos una puerta —dijo Hermia.

—Cogidos de la mano. Dos personas con sus propios cuerpos. Pero el jinete, el que posee el cuerpo, sería expulsado. ¿Qué hacía Jesús? Curaba a la gente, expulsaba a los demonios.

—¿Estás diciendo que Jesús era un Gran Mago Teleportador? —preguntó Vivi.

—Es una idea. El ermitaño no dijo nada de eso; jamás diría nada que cuestionara la idea de que Jesús era Dios. Volvamos con el antiguo Loki. De alguna manera, se dio cuenta de que los magos bel habían aprendido a cabalgar cuerpos a través de las puertas sin ser expulsados. Y creo que a eso se refería el pasaje que leí en la Biblioteca del Congreso: Bel había poseído a un Gran Mago Teleportador. Pero el Loki de ese tiempo no vio lo que ocurría de verdad. Estaba convencido de que su enemigo era el mago teleportador. Pero el adversario se ocultaba en el cuerpo del mago: era Bel. Cuando el antiguo Loki luchó y mató al Gran Mago Teleportador, en realidad acabó con el mago y no con Bel. Bel nunca abandonó este mundo porque no podía cruzar una puerta él solo, sin el mago sobre el que cabalgaba. Podía utilizar el poder del Gran Mago Teleportador para crear puertas, pero él solo no podía cruzarlas. Al enviar Loki el cadáver del Gran Mago Teleportador a través de una puerta, Bel fue expulsado del cuerpo.

—¿Eso estaba en el recuerdo de Loki? —preguntó Hermia.

—No, pero tiene sentido. Y no recuerdo, mejor dicho, no sé cómo Loki supo del ardid de Bel para cruzar puertas, pero lo conocía. Es muy probable que el dragón cabalgara un Gran Mago Teleportador y que Loki devorara todas las puertas de ese mago, pero que no lo matara. No tenía por qué hacerlo. El Gran Mago Teleportador ya no le servía para nada al dragón, así que lo abandonó. Ya no tenía el poder que necesitaba. El problema es que a Bel le bastaba con buscar a otro mago teleportador, o poseer a cualquier otro mago con el que cruzar una Gran Puerta que incrementara sus poderes y por eso…

—Loki decidió devorar todas las puertas y siguió haciéndolo durante más de mil años —dijo Hermia—, hasta que llegamos nosotros y tuvimos la brillante idea de crear una Gran Puerta.

—Y una puerta salvaje —dijo Danny, compungido—. La he cagado bien.

—No, fue Loki quien la cagó —dijo Vivi—. Tenía que haber pensado que algún día llegaría un Gran Mago Teleportador más poderoso que él y que devoraría todas sus puertas. Tenía que saberlo.

—A lo mejor por eso abandonó el árbol donde dormía, percibió mi existencia —aventuró Danny, luego negó con la cabeza—. No, no puedo especular. Hay que atenerse a lo que sabemos. Los hechos son que Loki averiguó que tenía que cerrar todas las puertas para impedir que el dragón y sus seguidores se hicieran con el poder.

—No acabo de entenderlo —dijo Vivi—. ¿Qué importancia tiene que puedan cruzar puertas?

—Yo sí que lo entiendo —intervino Hermia—. Cuando eran incapaces de cruzar una puerta, un cuerpo poseído sólo tenía que pasar por una puerta y adiós al demonio. Pero si eso ya no funciona, entonces sólo la muerte del cuerpo puede expulsarlos. Cuando poseen a un mago, lo poseen hasta el final. Y encima, el dragón o sus demonios, no mueren con el cuerpo y sólo tienen que buscar otro mago más poderoso al que poseer. Los seres humanos seríamos sus esclavos para siempre.

—Los seres humanos estaríamos acabados —puntualizó Danny—. Sólo los magos bel disfrutarían de la vida. Seríamos sus marionetas, meros espectadores de sus vidas.

—Así que a lo largo de todos estos años, mientras Loki evitaba la creación de Grandes Puertas, los magos bel han estado poseyendo a gente en la Tierra y, como no había puertas, no nos podíamos librar de ellos. —Vivi buscó la confirmación de Danny.

—Exacto —dijo éste—. Por eso había que impedir que se abrieran Grandes Puertas. Mientras Loki devoraba las puertas, consiguió que en Westil no hubiera magos bel. No podían ir hasta allí. Loki mantuvo Westil a salvo. E incluso aquí, al devorar las puertas, los magos estaban tan debilitados que los magos bel no podían poseer a nadie con poder de verdad. Es posible que los magos bel nos hayan dejado en paz y se hayan centrado en la gente que gobierna la Tierra, la que ostenta el poder.

—Stalin en lugar de Odín —apuntó Vivi.

—Hitler en lugar de Júpiter —dijo Hermia.

—Y ahora, imaginad un Hitler con el poder de un Gran Mago de las Borrascas o un Gran Mago Marino o un Gran Mago Pétreo, uno que hubiera cruzado una Gran Puerta. Y hay más, si a Hitler lo poseía un mago bel, entonces ese insignificante pintor austríaco no habría muerto en el búnquer de Berlín en 1945. Murió el cuerpo, pero el dragón se limitaría a buscar otro cuerpo al que poseer.

—Eso quiere decir que estamos luchando contra todos los monstruos que ha habido en la historia de la humanidad —dijo Vivi.

—No, era Loki el que luchaba contra ellos —dijo Danny—, hasta que yo la fastidié. Acabo de hacerle perder la guerra.

—No hay nada perdido todavía —dijo Vivi.

—Y yo diría más —dijo Hermia—, me parece que todo esto es una patochada.

Danny la miró con perplejidad.

—¿Crees que no he comprendido los recuerdos de Loki?

—No, creo que los has comprendido muy bien —dijo Hermia—. Pero lo que has comprendido es lo que un viejo le dijo a otro viejo. Y uno de esos viejos era un ermitaño cristiano chiflado y el otro era Loki, nada menos. Por el amor de Dios, que ellos lo creyeran no quiere decir que sea cierto.

—Y que tú no lo creas no quiere decir que sea mentira.

—Piensa en cómo has conseguido esa información —dijo Hermia—. Entraste en un trance alucinógeno. Estabas sentado a pleno sol en Egipto, sin beber ni comer; inmóvil. Alucinando mientras mantenías una conversación con… ¿Con quién? ¡Con el aura del chiflado de Loki! ¿No te das cuenta de lo absurdo que es todo esto?

—No estoy de acuerdo —respondió Danny—. Loki es un tipo listo.

—Que sea listo no significa que no sea un chiflado también —replicó Hermia—. Tú eres listo y estás como una cabra.

—Eso no es verdad —negó Vivi.

—Acabamos de salvarle la vida porque se había quedado catatónico a pleno sol en el desierto. Ahora dime quién en su sano juicio hace eso.

Danny no supo qué contestar. Estaba convencido de que Hermia se equivocaba; lo que había aprendido de Loki era todo cierto, al menos esperaba que lo fuera.

Claro que quizás creía que lo era por el esfuerzo que había hecho para conseguir el recuerdo.

—Que no te haga dudar —dijo Vivi—. No tiene ni idea.

—La cuestión es que soy una persona pragmática —se defendió Hermia—. No quiero que te ofendas, Vivi, pero tú, por ejemplo, te has pasado toda la vida convencida de que eras una maga teleportadora y no tenías una sola prueba de que fuera cierto.

—Y, sin embargo, resulta que lo soy.

—Pero tu creencia no se basaba en los hechos —adujo Hermia—. No estás capacitada para juzgar un caso tan absurdo como éste. ¿Es que no lo entiendes? No niego que Danny esté en lo cierto sobre lo que aprendió de Loki; el problema es que es un chiflado escuchando a otro chiflado hablando sobre cosas absurdas. Y seremos dos chifladas más si nos lo tomamos en serio.

—De acuerdo, tú eres la experta en locuras —dijo Vivi—. ¿Qué hacemos?

—Creo que ha llegado el momento de permitir a las Familias usar la Gran Puerta —dijo Hermia—. No hay motivos para impedírselo. No hay kas ni bas poseyendo cuerpos. No hay un dragón al acecho. No existe. Todo eso sale en la parte más incongruente de la Biblia.

Danny se frotó los ojos con las manos.

—Estoy muy cansado —dijo.

—Acabas de torturarte hasta el borde la muerte —dijo Hermia—. No te vendrá mal echar una cabezada.

—He perdido un día completo de clase.

—Y gracias a eso supimos que algo iba mal —dijo Vivi—. Tus amigos se preocuparon y la chica del escote consiguió tu expediente y nos llamó.

—Creía que vosotras ya me estabais buscando antes de que ellos os avisaran —dijo Danny.

—Yo, sí —dijo Hermia—. El problema es que no sabía por dónde empezar.

—¿Y no se te pasó por la cabeza preguntarle a uno de mis amigos mortales? —preguntó Danny.

Hermia se encogió de hombros.

—Pues fueron ellos los que hicieron algo —comentó Danny—. Ellos me han salvado.

—¿Para qué vas al instituto, Danny? —preguntó Hermia—. ¿Por qué te obsesionas con los mortales? Ha llegado la hora de que las Familias crucen la Gran Puerta y restauren el orden natural en el mundo.

Danny la observó y sintió un ramalazo de desesperanza.

—No solías pensar así.

—A lo mejor me he dado cuenta de que al mundo no le iba tan mal cuando mandaban los dioses; en la época en la que empleaban su poder para ir y volver de Westil. Al menos no estaba peor que ahora, con los científicos e ingenieros creando armas de destrucción masiva para los mortales.

—Déjame que lo piense —dijo Danny.

—No quiero ser impertinente —se disculpó Hermia.

—Sí que quieres —dijo Vivi.

—No es cierto. Pero a veces la verdad resulta impertinente. Danny, has estado jugando en tu querido instituto. Te has encariñado con los mortales. Y fíjate en tus amigos, Danny: penosos seres humanos. Y ahora, te adoran. Te obedecen sin pensar. Una pandilla de adoradores patética, ¿no crees? ¿Es eso a lo que aspiras?

Danny estaba alcanzando el límite de su paciencia. Una parte de él se sentía furioso con ella por juzgar así a sus amigos. Y otra comprendía su punto de vista y se preguntaba si tendría razón, si él no sería como el resto de los magos, que sólo buscaba la adoración de los mortales. Si ella tenía razón, entonces no eran sus amigos, sólo eran… herramientas. Estaban a su servicio.

Recordó cómo había hecho que Hal y Wheeler cavaran con él en el desierto.

¿Tenía derecho a exigirles que fueran a Egipto para cavar en la arena porque era un Gran Mago Teleportador?

«No soy mejor que las Familias, soy igual de engreído y prepotente. Y todo lo he hecho con la excusa de integrarme en el instituto. El primer día que llegué, empecé a crear puertas e hice que la gente las cruzara. Tomé decisiones que no me correspondían. Soy tan malo como cualquier miembro de las Familias».

Hermia lo observaba con una expresión entre satisfecha y preocupada.

«No es mi amiga», pensó Danny. «Pero Hal, Wheeler, Xena, Laurette, Sin y Pat sí que lo son. Aunque yo sea un amigo pésimo, ellos son buenos conmigo. Que se jodan las Familias. Que se jodan las Grandes Puertas. No sé si Loki tenía razón sobre el dragón, Bel o Satán, pero sé que acertó devorando las puertas y manteniéndolas cerradas durante mil años».

—¿Sabes qué, Hermia? —dijo Danny—. Me gustan mis amigos. No intentan que trate mal a la gente que no es tan poderosa como yo.

—No eres más que un vulgar mortal —dijo Hermia con desdén.

—Antes pensabas igual que yo —dijo Danny.

—He madurado.

—¿En las dos últimas semanas?

—Oh, ya veo adónde quieres ir a parar: crees que he sufrido un repentino cambio de personalidad. Crees que el dragón me ha poseído.

—Qué posibilidad tan interesante —dijo Vivi—. No se me había ocurrido, pero ahora que lo mencionas…

—Ahora crees que cualquiera que no esté de acuerdo contigo está poseído por Satanás, ¿verdad? Yo diría que es el primer paso hacia la demencia.

—Nunca he pensado que estés poseída —contestó Danny—. No por Bel. Lo que creo es que has estado hablando con tu Familia. Creo que te han encontrado a pesar de que te extirpamos los rastreadores. Creo que te han convencido de que pienses como ellos.

El silencio de Hermia, unido al rubor que cubrió sus mejillas, fue suficiente respuesta para Danny.

—Siento que te encontraran. Y siento que te hayas puesto de su lado.

Hermia le miró sin responder.

—Qué situación tan incómoda —dijo Vivi.

—No tanto —dijo Hermia—. Lo que Danny quiere decir es que si hubiera sabido que pensaba así cuando nos conocimos, no habría aceptado que me uniera a él.

Danny negó con la cabeza.

—No pensabas así, estoy seguro. Y tampoco he olvidado que me enseñaste a dominar mi poder.

—Pero ya no somos amigos —comentó Hermia.

—Somos amigos que no están de acuerdo en algo importante —señaló Danny.

—No, me temo que al menospreciar a tus amigos mortales he conseguido que tú los valores más a ellos y menos a mí.

Danny no dijo nada porque la afirmación se acercaba bastante a la verdad.

Hermia fue a la cocina y volvió a llenar el vaso de agua de Danny. Continuó hablando mientras lo hacía.

—Danny, tú odias a tu Familia. Vivi ni siquiera tiene. Pero yo quiero a la mía. No puedo darles la espalda. No puedo enfrentarme a ellos.

—Pero lo hiciste en el pasado —arguyó Danny.

—Porque encontrar las puertas resultó emocionante —explicó Hermia—. Ahora lo he superado. Soy la de siempre.

—Al servicio de tu Familia —dijo Danny.

—Lo que tú digas.

—Llegué a un acuerdo con todas las Familias —le recordó Danny.

—No, lo impusiste —dijo Hermia.

—Y tú estabas de acuerdo con lo que hice.

—Porque tú eres el Gran Mago Teleportador y yo no —dijo Hermia—. Pero siempre he creído que te equivocabas.

Vivi soltó una risita.

—Eres buena reinterpretando los hechos, niña.

—He pasado de «cariño» a «niña». Me parece que ya no pinto nada aquí, ¿verdad?

—Pienso respetar el acuerdo que alcancé con las Familias —anunció Danny.

—Crees que eres ecuánime, pero me tratas como un Gran Mago Teleportador trataría a un pestillo.

—Supongo que tienes razón. Pero te recuerdo que ése es el mundo por el que apuestas. Y partiendo de esa base, sí, yo soy el Gran Mago Teleportador y tú eres una pestillo.

De nuevo, lo contempló en silencio.

A continuación, le arrojó el agua del vaso a la cara. Luego utilizó la puerta que conducía a Washington D. C. y se marchó.

Danny se limpió el agua de los ojos.

—¿Ya estoy rehidratado? —le preguntó a Vivi.

—Cambiará de opinión, Danny.

—No lo creo. Para ella, sólo soy un crío. Un crío de la Familia North. Los ilirios se creen mejor que los demás, en especial que los North. No creo que cambie de opinión y vuelva suplicando que volvamos a empezar.

—Vale, ¿qué más da? Tú puedes crear puertas y ella no.

Danny sintió ganas de llorar.

—Me gusta conservar a mis amigos.

—Tú mismo lo dijiste, cielo, nunca ha sido tu amiga.

—Sí que lo fue. Era una gran amiga. Pero ha cambiado.

—De acuerdo, pero «el amor no es el amor que se altera cuando alteración encuentra».

—Ése es uno de los versos más retorcidos que Shakespeare haya escrito jamás —dijo Danny.

—Lo sé, pero yo soy de las que lloran cada vez que leen Sentido y sensibilidad.

—Los animales atropellados en la carretera te hacen llorar.

—Te lo estás tomando con mucha tranquilidad.

—Porque no importa lo que diga Hermia, Vivi. Bel es real. Loki estaba en lo cierto, nuestra guerra es contra él. Toda esta mierda de discusión sobre si las Familias tienen que cruzar las puertas o no es una estupidez. Tengo que aprender a devorar las puertas igual que Loki. Tengo que llegar a Westil y recoger las puertas detrás de mí, igual que él.

—Por favor, no me digas que vas a volver a Egipto —suplicó Vivi—. Al menos deja que vaya alguien contigo para echarte agua por encima de vez en cuando.

—¿Sabes qué? Lo que voy a hacer es comerme un par de bocadillos de mantequilla de cacahuete y luego ir a correr. Quiero comprobar si mis piernas se han recuperado.

—¿Vas a seguir con el rollo del instituto?

—O voy al instituto o me comeré la cabeza intentando salvar el mundo y, sobre todo, decidiendo de quién o qué tengo que salvarlo.

—Me gusta que matices lo de qué o quién. Te expresas de maravilla.

—No sé nada —negó Danny—. No sé nada de nada.

En su interior, las puertas de Loki murmuraban. «Es todo cierto», le decían. «No lo dudes. Verdad, verdad, verdad. El dragón es real. El dragón quiere cruzar la Gran Puerta a Westil. Mantenlo alejado de la Gran Puerta».

—Lo que hago es defenderme lo mejor que sé —le dijo Danny a Vivi.

—Igual que todos —dijo Vivi.