Por supuesto, me pillaron al volver al campus. Yo había subido ya flotando por el muro (sí, subí literalmente flotando, lo cual es demasiado chulo como para explicarlo con palabras) y volvía al dormitorio con lo que yo considero una excelente velocidad y un buen sigilo, cuando prácticamente me tropecé con todos ellos juntos. Es decir, me topé con un grupo de vampiros de los importantes, rodeados de al menos una docena de guerreros como montañas (vi a las gemelas y a Damien dentro de ese grupo, así que Aphrodite había estado en lo cierto, y Neferet había incluido a mi Consejo de prefectos). Entonces me quedé helada, di un paso atrás para esconderme en la sombra de un enorme roble y contuve el aliento, esperando que mi nuevo poder tan chulo de la invisibilidad (o quizá sea mejor describirlo como mi habilidad con la niebla) me permitiera permanecer oculta. Por desgracia, mientras yo observaba Neferet hizo una pausa, lo cual provocó que todo el grupo hiciera una pausa. Ella ladeó la cabeza y juro que olió la brisa como si fuera un sabueso. Entonces sus ojos se dirigieron directamente hacia el árbol en el que estaba yo, hacia mi escondite, y parecieron penetrarme. Y así, sin más, perdí la concentración. Me eché a temblar y supe que, de nuevo, era completamente visible.
—¡Ah, Zoey! ¡Ahí estás! Precisamente les estaba preguntando a tus amigos adónde podías haber ido —comenzó a decir Neferet, que enseguida hizo una pausa para lanzarles a las gemelas, a Damien y (¡ups!) a Erik la más increíble sonrisa, cargada a doscientos cincuenta vatios. Entonces rebajó la sonrisa al mínimo, la cambió por una mirada maternal de preocupación dirigida a mí y añadió—: Ahora mismo no es momento de andar por ahí sola.
—Lo siento, es que tenía que… —comencé yo a explicarme.
Mi voz se fue desvaneciendo al ver que todos los ojos estaban fijos en mí.
—Ella necesita estar a solas antes de los rituales —dijo Shaunee, acudiendo en mi ayuda y dando un paso adelante para enlazar su brazo con el mío.
—Sí, ella siempre necesita estar a solas antes de los rituales. Es típico de Zoey —convino Erin, que vino a colocarse al otro lado y a agarrarme del otro brazo.
—Sí, lo llamamos TASZ: tiempo a solas de Zoey —explicó Damien, uniéndose a nosotros tres.
—Resulta un poco molesto, pero ¿qué podemos hacer? —dijo entonces Erik, dando la vuelta para ponerse detrás de mí y colocar las manos sobre mis hombros—. Es nuestra Z.
Yo tuve que luchar para no romper a llorar. Mis amigos eran los mejores. Por supuesto, probablemente Neferet se daba cuenta de que estaban mintiendo, pero lo hacían de tal modo que parecía que yo solo había cometido una travesura de adolescente (como, por ejemplo, escaparme para romper con mi novio), y no una cosa gorda (como, por ejemplo, esconder a mi mejor amiga muerta no muerta).
—Bueno, pues en el futuro me gustaría que limitaras tu tiempo de estar a solas —dijo Neferet en un tono de ligero castigo.
—Lo haré. Lo siento —musité yo.
—Y ahora, vayamos a celebrar el ritual —continuó Neferet, caminando a grandes y regias zancadas.
Neferet se alejó de nuestro grupo y obligó a los guerreros a correr para seguirle el paso. Nos dejó a mis amigos y a mí mordiendo el polvo, figurativamente hablando. Por supuesto, la seguimos. ¿Qué otra cosa podíamos hacer?
—Entonces, ¿terminaste con el trabajo sucio? —preguntó Shaunee con un susurro.
—¿Cómo? —pregunté yo mientras parpadeaba del susto.
¿Cómo sabía ella que yo había estado restregándome contra Heath?, ¿acaso se me notaba? ¡Dios, me moriría allí mismo si se me notaba!
Erin elevó los ojos al cielo como pidiendo paciencia.
—Heath. Ruptura. Tú con él —susurró.
—¡Ah, eso! Bueno, pues…
—Hoy he estado muy preocupado por ti —dijo entonces Erik, acercándose y apartando claramente a Shaunee de mi lado para ocupar su lugar junto a mí.
Yo esperaba que las gemelas le sisearan y escupieran, pero en lugar de ello nos hicieron un gesto con las cejas a ambos y se echaron atrás para dejarnos solos y seguir caminando junto a Damien. Yo oí a Shaunee murmurar:
—¡Es tan guapo!
¡Jolines! Así que eran capaces de enfrentarse a Neferet, pero el atractivo sexual de Erik las deshacía por completo.
—Lo siento —me disculpé yo ante Erik de mala gana. Nada más tomarme él de la mano, me sentí culpable—. No era mi intención, pero es que tenía que hacer, eh… cosas.
Erik sonrió y entrelazó sus dedos con los míos.
—Espero que te libraras de él. Quiero decir que espero que te libraras de esa «cosa» en particular esta vez.
Yo les lancé miradas como puñales a las gemelas por encima del hombro, que trataron de poner caritas de inocentes.
—¡Traidoras! —musité.
—No te enfades con ellas. Utilicé una ventaja injustamente y las soborné con ella, aprovechándome de su debilidad.
—¿Cuál?, ¿zapatos?
—Algo que les gusta más aún, al menos de momento. T. J. y Cole.
—Eso ha sido muy astuto por tu parte —dije yo.
—Tampoco fue tan difícil. T. J. y Cole creen que las gemelas «están como un queso» —dijo Erik con un excelente acento escocés, demostrando que es todo un friqui de las pelis viejas (¿Hola? ¿Quién cita Austin Powers?).
—¿T. J. y Cole dicen que las gemelas «están como un queso» con ese acento?
—Tampoco es que mi acento sea tan malo —se defendió Erik mientras me apretaba la mano, jugando.
—Tienes razón. No lo es.
Yo alcé la vista y le sonreí mientras contemplaba sus nítidos ojos azules y me preguntaba cómo había sido capaz de colocarme en una posición en la que lo engañaba doblemente.
—¿Qué tal estás hoy, Zoey?
Supe por nuestras manos entrelazadas que Erik notaba el sobresalto que me atravesaba el cuerpo al oír la voz de Loren.
—Estoy bien, gracias —dije yo.
—¿Dormiste bien anoche? Me preguntaba si lo conseguirías después de dejarte en el dormitorio —continuó Loren, lanzándole a Erik una mirada de superioridad que dejaba claro que él era más mayor—. Zoey se llevó un buen susto anoche.
—Sí, lo sé —lo interrumpió Erik escuetamente.
Pude sentir la tensión entre los dos y me pregunté, nerviosa, si alguien más la sentía. Al oír los susurros de Shaunee, diciendo «¡demonios, chica!», y los de Erin, exclamando «¡vaya!», me reprimí para no gritar. Era evidente que todo el mundo (traducción: las gemelas) lo había notado.
Para entonces habíamos llegado adonde estaba el grupo de adultos que, según me di cuenta yo en ese momento, rodeaban la puerta trampa del lado este del muro. Sin hacer caso del peligro potencial y explosivo en medio del cual yo misma me había colocado, dije:
—¡Eh!, ¿por qué estamos aquí parados?
—Neferet está ofreciendo una oración por el espíritu de la profesora Nolan y lanzando un hechizo protector alrededor de los terrenos de la escuela —dijo Loren.
Su voz sonó excesivamente dulce y sus ojos resultaron excesivamente cálidos cuando nuestras miradas se encontraron durante varios segundos. Dios, era terriblemente guapo. Recordaba cómo había sentido sus labios contra los míos y…
Y entonces me di cuenta de lo que él acababa de decir.
—¿Pero no siguen su sangre y su…?
Mi voz se desvaneció sin que pudiera evitarlo, mientras hacía un gesto vago hacia fuera, hacia la zona de césped del otro lado del muro, la horrible zona verde que había quedado empapada con la sangre de la profesora Nolan el día anterior.
—No, tranquila, Neferet ya la ha limpiado —dijo Loren en voz baja.
Por un segundo pensé que iba a tocarme allí mismo, delante de todos. Incluso sentí como se tensaba Erik, como si él también lo esperara. Pero entonces la solemne y poderosa voz de Neferet interrumpió nuestro pequeño drama, volviendo la atención de todo el mundo hacia su propia persona.
—Vamos a pasar a través de la puerta trampa hacia el lugar exacto de la atrocidad. Formad una media luna creciente alrededor de nuestra adorada Diosa, que he colocado exactamente en el lugar en el que encontramos el cuerpo devastado de la profesora Nolan. Os pido que concentréis vuestros corazones y vuestras mentes en enviarle energía positiva a nuestra hermana caída, mientras su espíritu vuela libre al maravilloso reino de Nyx. Iniciados —continuó Neferet, cuya mirada se posó en nosotros—, quiero que cada uno de vosotros os coloquéis en la posición de la vela que representa vuestro elemento —indicó Neferet con ojos y voz amables—. Ya sé que no es habitual que los iniciados tomen parte en un ritual de adultos, pero jamás antes la Casa de la Noche había sido bendecida con tanta gente joven tan extraordinaria al mismo tiempo, y me parece justo hoy extraer poder de vuestras afinidades para sumarlo a lo que tenemos que pedirle a Nyx. ¿Podéis hacer esto por mí, por nosotros, iniciados?
Prácticamente pude sentir a Damien y a las gemelas vibrar de emoción. Los tres asintieron como si fueran muñecos sujetos por un muelle, de esos que salen bruscamente de una caja. Entonces Neferet dirigió sus ojos verdes hacia mí. Yo asentí solo una vez. La alta sacerdotisa sonrió, y yo me pregunté si alguien podía ver la fría y calculadora persona que había dentro de ella más allá de su bello exterior.
Aparentemente satisfecha consigo misma, Neferet se agachó y pasó por la puerta trampa abierta seguida de cerca por el resto de nosotros. Yo me preparé para ver algo terrible o, al menos, para ver una escena sangrienta. Pero Loren tenía razón. La zona, que solo la noche anterior resultaba repugnante, estaba perfectamente limpia de cualquier cosa desagradable. Me pregunté brevemente, sin dejar de sacudir la cabeza, cómo la poli de Tulsa había conseguido reunir pruebas. Sin duda Neferet había esperado a que ellos hicieran su trabajo antes de limpiarlo todo, ¿no?
Justo en el lugar en el que había estado el cuerpo de la profesora Nolan, habían colocado una bella estatua de Nyx que parecía esculpida de un solo bloque de ónix. Tenía las manos alzadas, y levantaba una gruesa vela verde que simbolizaba la tierra. Sin decir una palabra, los vampiros formaron un semicírculo alrededor de la estatua. Damien y las gemelas se colocaron cada uno tras las enormes velas que representaban sus respectivos elementos. Yo en realidad no quería, pero ocupé mi posición junto a la vela púrpura que simbolizaba el espíritu. Pude ver a los guerreros, esparcidos alrededor de nosotros, rodeándonos. De espaldas a nosotros, observaban desafiantes la noche, en estado de alerta.
Sin todo el teatro que solía hacer siempre (y que siempre resultaba muy chulo ver), Neferet se acercó a Damien, que sujetaba la vela amarilla muy nervioso, y alzó el mechero ceremonial.
—Nos llena y nos insufla vida. Llamo al viento a nuestro círculo.
La voz de Neferet sonó alta y clara, obviamente fortalecida por el poder de la alta sacerdotisa. Tocó con el encendedor la mecha de la vela, y de inmediato el viento sopló alrededor de Damien y de ella. Neferet estaba de espaldas a mí, así que yo no pude ver su rostro, pero la sonrisa de Damien era amplia y feliz. Traté de no esbozar una expresión de mal humor. El círculo sagrado no era el lugar adecuado para cabrearse, pero no podía evitar estar molesta. ¿Acaso era yo la única que veía lo falsa que era Neferet?
Neferet se acercó a Shaunee.
—Nos calienta y nos socorre. Llamo al fuego a nuestro círculo.
Tal y como yo había experimentado unas cuantas veces antes, la vela roja de Shaunee ardió antes de que el mechero la tocara. La sonrisa de Shaunee fue casi tan brillante como su elemento.
Neferet siguió el círculo hacia Erin.
—Nos acaricia y nos limpia. Llamo al agua a nuestro círculo.
Al encender la vela oí las olas romper en una playa distante y olí la sal y el mar en la brisa de la noche.
Observé cuidadosamente la escena mientras Neferet se acercaba a la estatua de Nyx que sostenía la vela verde. La alta sacerdotisa inclinó la cabeza.
—La iniciada que personificaba este elemento falleció, así que lo adecuado es que la posición de la tierra quede vacía esta noche y que descanse en el lugar en el que descansó el cuerpo de nuestra querida profesora Nolan. Ella nos sostiene. De ella nacemos, y a ella volveremos. Llamo a la tierra a nuestro círculo.
Neferet encendió la vela verde, y aunque prendió y ardió con brillo, yo no olí ni lo más mínimo a praderas ni a flores silvestres.
Entonces Neferet quedó frente a mí. No sé qué tipo de expresión había mantenido ante Damien y las gemelas, pero ante mí su gesto fue serio y fuerte, además de increíblemente bello. Me recordaba a una de esas guerreras amazonas vampiras de la Antigüedad, y casi me olvidé de que en realidad era peligrosa.
—Es nuestra esencia. Llamo al espíritu a nuestro círculo.
Neferet encendió mi vela púrpura y yo sentí mi alma elevarse con ese cosquilleo que te produce una montaña rusa. La alta sacerdotisa no hizo ninguna pausa para dedicarme una mirada especial, sino que en lugar de ello se dirigió a la multitud. Caminó por la parte interior del círculo, mirando a los ojos a los vampiros que nos rodeaban, y fue directa al grano:
—No había ocurrido en más de cien años o, al menos, no había ocurrido tan abierta, tan brutalmente. Los humanos han matado a uno de los nuestros. En este caso no han despertado a un gigante durmiente, sino que han provocado a un leopardo al que creían domado —dijo Neferet, que enseguida elevó la voz, llena de ira—. ¡Ella no está domada!
Se me erizó el vello de los brazos. Neferet era increíble. ¿Cómo alguien tan bien dotado por Nyx podía haberse desviado tanto del buen camino tanto como sabía yo que lo había hecho?
—Ellos creen que nos han serrado los colmillos hasta dejarlos planos y que nos han cortado las garras como a un gordo gatito casero. Pero una vez más, se equivocan —continuó Neferet, que elevó los brazos por encima de la cabeza—. Desde este círculo sagrado, invocado en el lugar del asesinato, yo llamo a nuestra Diosa, Nyx, la bella personificación de la noche. Le pedimos que le de la bienvenida en su seno a Patricia Nolan, aunque sea varias décadas demasiado pronto para que nos abandonara. También le pedimos a Nyx que despierte su ira justiciera y, con la dulzura de su furia divina, nos garantice que con este conjuro de protección no caeremos en la red de los asesinatos humanos.
Mientras decía el hechizo, Neferet se volvió hacia la estatua de Nyx.
Protégenos con la noche;
por encima de todo es en la oscuridad en lo que nos deleitamos.
Cuando se giró para mirar a la multitud, yo vi que sujetaba un cuchillo con el mango de marfil y una hoja curva terriblemente afilada.
Alrededor de este aquelarre pedimos a
Nyx que proyecte su cortina.
Con una mano alzó el cuchillo. Con la otra dibujó en el aire a su alrededor intrincadas formas que comenzaron a brillar y que se hicieron casi sustanciales. Mientras tanto, seguía entonando el hechizo.
Detectaré a todo el que entre o salga,
vampiro, iniciado, humano, todos serán detenidos.
Si alguien pretende hacer el mal
a mi voluntad se someterá.
Entonces, con un gesto rápido y feroz, Neferet se hizo un corte en la muñeca, tan profundo que enseguida comenzó a manarle la sangre roja y densa, cálida y deliciosa. La fragancia me inundó; automáticamente se me hizo la boca agua. Seria y decidida, la alta sacerdotisa recorrió el círculo de modo que su sangre cayera a nuestro alrededor, formando un arco escarlata y rociando el césped que tan recientemente había estado empapado con la sangre de la profesora Nolan. Finalmente, se volvió hacia la estatua de Nyx. Alzó el rostro hacia el cielo nocturno y completó el hechizo.
Mi sangre nos une,
que así sea.
Juro que la brisa nocturna murmuró a nuestro alrededor, y por un momento de verdad pude ver algo asentarse sobre los muros de la escuela; como una especie de cortina de gasa negra. Neferet había hecho un conjuro no solo para saber cuándo penetraba el peligro en la escuela, sino también para saber cuándo entraba o salía cualquiera. Tuve que morderme la lengua para no gritar. De ninguna manera iba a poder burlar aquella cortina de la Diosa con mi pequeño truco de Bram Stoker. ¿Cómo diablos se suponía que iría a llevarle sangre a Stevie Rae?
Completamente absorta en mi propio drama, apenas me di cuenta del momento en el que Neferet cerró el círculo. Indiferente, dejé que la marea de gente me llevara de vuelta dentro por la puerta trampa. Solo desperté cuando oí la voz profunda de Loren, sorprendentemente cerca de mi oído.
—Te veré en el salón de entretenimiento dentro de un momento.
Alcé la vista hacia él. La expresión de mi rostro debió ser un puro signo de interrogación, porque al verla él añadió:
—Para el ritual de la Luna llena. Esta noche seré tu poeta para abrir el círculo, ¿no te acuerdas?
Antes de que pudiera decir nada, la voz de Shaunee ronroneó:
—Siempre nos encanta oírte recitar poesía, profesor Blake.
—Sí, jamás nos lo perderíamos. Ni siquiera por las rebajas de zapatos de Saks —añadió Erin con los ojos brillantes.
—Entonces nos veremos allí —repitió Loren, que no apartó la vista ni por un segundo de mí.
Loren inclinó la cabeza ligeramente, a modo de saludo, y se marchó.
—¡Guapísimo! —exclamó Erin.
—Eso digo yo, gemela —añadió Shaunee.
—Pues yo creo que es rastrero.
Todos nos dimos la vuelta para ver como Erik observaba a Loren de espaldas con un gesto de desprecio.
—¡Oh, no, de ninguna manera! —exclamó Shaunee.
—El seductor Loren Blake simplemente es amable —convino Erin, poniendo los ojos en blanco como si pensara que Erik se había vuelto loco.
—¡Eh!, no te conviertas en el típico novio psicoceloso de Z —advirtió Shaunee.
—Eh… tengo que ir a cambiarme —solté yo. No quería ni siquiera mencionar el comentario obviamente celoso de Erik—. ¿Podríais ir vosotros al salón de entretenimiento, chicos, y comprobar que está todo listo? Yo voy corriendo al dormitorio y vuelvo en un segundo.
—Ve tranquila —dijeron las gemelas al unísono.
—Nosotros nos ocuparemos de los toques de última hora —anunció Damien.
Erik no dijo nada. Yo sonreí un segundo en su dirección, espero que con un gesto de inocencia, y salí disparada hacia el dormitorio. Sentí sus ojos fijos en mi espalda y comprendí con una terrible y devastadora certeza que iba a tener que hacer algo con respecto a Erik y Loren (y Heath). Pero ¿qué diablos iba a hacer?
Estaba loca por Heath. Y por su sangre.
Erik era un chico increíble que de verdad, de verdad me gustaba.
Loren era completamente delicioso.
Jolines, y yo era una guarra.