Tras larga ausencia, por fin navegábamos de vuelta a casa. Después de casi dos décadas de seguir al Matador mientras él buscaba la muerte al este y al sur, y al este otra vez, a través de Arabia, Ind y Catai, regresaba con él al Viejo Mundo, a nuestro territorio natal. Durante años había ansiado ese día, pero, cuando llegó, no fue para proporcionarnos el júbilo y la paz que ambos esperábamos que nos daría. Por el contrario, nos encontramos con que el terror y la contienda nos aguardaban en el momento en que posamos los pies sobre tierra firme. Mi compañero se encontró con un viejo amigo que le pidió que cumpliera un antiguo juramento, poco sabedor del horror y derramamiento de sangre que tendría como resultado.
Antes de que la pesadilla llegara a su amargo fin sangriento, vi al Matador más feliz que nunca antes, pero también más desdichado. Fue una época extraña, y es muy a desgana que despierto aquellos tristes recuerdos con el fin de dejar constancia de ellos.
De Mis viajes con Gotrek, Vol. VII,
Por herr Félix Jaeger
(Altdorf Press, 2527)