PRÓLOGO

LA HISTORIA Y SUS MISTERIOS

A medida que el historiador recorre los caminos de la Historia se encuentra, frecuentemente, con puertas cerradas, laberintos sin salida y falsos senderos que conducen a soluciones falsas o conclusiones absurdas, aunque casi todo el mundo las tenga por verdaderas y auténticas. Hay en la Historia demasiada mentira, demasiada política, demasiadas nubes de humo, demasiados secretos sin resolver. He seleccionado para este libro una colección de misterios con los que me he tropezado en mi vida profesional y sobre todo en mi cátedra, cuando en medio de una explicación a mis alumnos me asaltaba de pronto la idea de que las tesis habituales estaban mal fundadas y sus fuentes contaminadas o desviadas por muchos motivos, desde la pereza a la ocultación.

He seleccionado doce misterios de la Historia (once serios y uno bufo, luego diré por qué) entre los que me han impresionado más durante los últimos años. Aquí los propongo a una nueva luz, desde fuentes y perspectivas inéditas, renovadas y repensadas: algunos por su actualidad rabiosa, que suscita preguntas innumerables entre mis alumnos y mis lectores; otros por su interés profundo y permanente, o porque su verdadera solución histórica yace escondida o enmascarada bajo ingentes montones de hojarasca, de propaganda o de manipulación política al servicio de intereses torpes y bastardos. Estos doce misterios o problemas se refieren sobre todo a la Historia contemporánea —así solemos llamar en la Universidad española a la que trata de reconstruir los hechos ocurridos a lo largo de los tres últimos siglos, XVIII, XIX y XX— pero sin descartar los misterios que corresponden a otras edades de la Historia, la antigua, la media y la moderna, que en algunos casos (como en el de la masonería o el de los orígenes de algunas de nuestras comunidades autónomas) se remontan, en la realidad, en la leyenda o en la propaganda, hasta profundidades insospechadas y siglos aparentemente remotísimos. Todas las edades históricas están, pues, presentes en este libro, en estos misterios.

Justificaré, brevísimamente, mi selección. Todo el mundo se pregunta hoy qué es realmente, entre tanta leyenda y tantas informaciones contradictorias, la masonería. Como en los demás casos, he dedicado muchas noches a plantearme personalmente ese problema; y cuando creo ya tenerlo resuelto en sus líneas esenciales, mi deber es comunicarlo a la opinión pública. La masonería es un problema terriblemente serio, como casi todos los demás que se plantean aquí: excepto uno, el último, con el que pretendo distraer un poco al lector, divertirle y amenizarle el camino. El segundo misterio es el fin del comunismo, que parecía un bloque perenne y se ha venido abajo con estrépito durante los años 1989 y 1990, sobre todo desde la caída del muro de Berlín. ¿Qué ha sucedido y por qué? ¿Vamos a tolerar por más tiempo que sean los comunistas, que deberían callarse como muertos, quienes interpreten a voz en cuello este cataclismo que aún estamos viviendo atónitos? Recientemente —tercer misterio— se ha celebrado por decreto el milenario de Cataluña. ¿Con qué razón, con qué fundamento? A mí, como historiador, Cataluña me parece infinitamente más importante que ese milenario, y nada me es más grato que tratar de hablar profundamente de Cataluña desde la Historia. A partir de la publicación de mi libro 1939. Agonía y victoria he investigado mucho más sobre la guerra civil y ofrezco aquí varios resultados de esa investigación. En primer término un estudio sobre un misterio: lo que de verdad hicieron los intelectuales durante la guerra civil, porque su actuación se ha enmascarado en montones de falsa propaganda. Acabamos también de celebrar otra importante conmemoración, la de la Revolución Francesa, cuya historia sigue plagada de falsedades increíbles, en gran parte deshechas ya por una nueva historia crítica, cuyos resultados deseo presentar al lector. Se habla continuamente, obsesivamente, del problema vasco. Pero ¿cuando empezó el problema vasco? Algunos lectores se sorprenderán al saber que la respuesta son veinte siglos. Muchas veces me han preguntado sobre el autogiro de mi tío Juan de la Cierva y sobre su inventor. Creo rendir un servicio a la ciencia española y a la opinión pública con la respuesta a esas preguntas. El segundo trabajo de investigación sobre la guerra civil que ofrezco en este libro se refiere a tres personajes singulares que luego tuvieron trayectorias muy diversas, y sobre cuya actuación en el conflicto apenas se sabía nada: Julián Marías, Manuel Gutiérrez Mellado y Gustavo Villapalos. Hay algunas sorpresas en mi relato. Termino las incursiones históricas en el origen de nuestras comunidades autónomas cm1 un trabajo sobre dos reconquistas del reino de Valencia: una, la auténtica, en el siglo XIII; otra, bastante menos genuina, en nuestros días; en Valencia me siento en casa desde hace muchos años y lo quiero agradecer así. Recientemente se han publicado, so capa de investigación científica, algunas tonterías gordísimas sobre las relaciones de Franco y don Juan de Barbón; quisiera volver por los fueros de la Historia con un estudio sobre cómo llegó el actual rey de España al trono. Y debo también aclarar una tragedia que me afecta, por varios motivos, personalmente: el asesinato de seis jesuitas en San Salvador a fines del año 1989, sobre el que se han vertido torrentes de propaganda falseada que tratan de convertirlos en mártires de la libertad y de los pobres, contra tremendos testimonios que deben ahora sacarse a la luz, con todo respeto por los muertos e indignación contra quienes los asesinaron, pero tampoco se puede asesinar a la verdad histórica en nombre de una política bastarda.

Y después de la tragedia, los griegos recomendaban la comedia. Don Leopoldo Calvo-Sotelo, a quien me refiero en el texto con un criptograma por vía de conjuro, por razones que luego explicaré, dice ser aficionado a los sonetos e incluso perpetra algunos que dice sonetos en su reciente libro de malas memorias. Todo soneto debe tener, para completarse, un estrambote; y yo deseo alegrar al lector después de tanto drama histórico ofreciéndole como último capítulo una comedia bufa; un estrambote hilarante: Leopoldo Calvo-Sotelo (con criptograma), una tragicomedia de la transición. No es más que un aperitivo; pienso volver sobre el tema «con nuevas y divertidas aventuras» del personaje, como dicen al final las películas de dibujos. Pero había que contar a la opinión pública algunos detalles sobre el hombre que, por un insondable misterio de la Historia, presidió el gobierno de España en momentos críticos y dejó una huella donde jamás volverá a crecer la hierba.

Presento este libro como una serie de «narraciones amenas de historia profunda». Son lecciones amenas; es decir, contadas con sencillez y claridad, como decía y hacía Pemán, ese fantástico maestro de escritores; porque la amenidad no está reñida con el rigor, y la Historia, además de ciencia, es arte narrativa, cosa que ha olvidado durante más de medio siglo la soporífera «historia» marxista, ya facturada hoy para el desván de los recuerdos, aunque media Universidad española no se quiera enterar. Espero conseguir que estas narraciones sean accesibles a todos, desde el estudiante que desea profundizar en su asignatura de Historia al jubilado que decide, lúcidamente, ampliar su cultura en la tercera edad. Pero aunque estas lecciones van a ser asequibles y hasta divertidas, no por ello dejarán de brotar de lo que llamo Historia profunda. Llevan dentro muchas horas, muchas noches de investigación por parte del autor, que ha tenido que resolver para sí mismo y para sus alumnos toda esta serie de misterios de la Historia antes de brindar, como hace ahora, la solución al lector. Cuando parece necesario corroborar el relato se indican las fuentes, aunque, como este libro se dedica al gran público, 10 quiere el autor abusar del aparato crítico, por más que deja siempre abiertos los caminos para la ampliación que en cada caso quiera emprender el lector.

Se abre, pues, para el gran público la gran aventura de la Historia. Muchos de estos problemas se han enfocado, durante los últimos años, a una luz nueva que aún no ha llegado a los manuales ni a los libros de texto. Estoy seguro de que mis lectores, muchos de los cuales me han animado a escribir este libro, sabrán apreciar su cm1tenido.