1987
-
¡DERRIBE ESE MURO!

RONALD REAGAN
(1911-2004)

Después de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos y la Unión Soviética quedaron como los dos países del mundo más importantes y poderosos. Los dos estados sostenían filosofías diametralmente opuestas y cada uno de ellos tenía capacidad militar para destruir por completo al otro, y resto del planeta también. Las relaciones entre ambas naciones fueron en algún momento extremadamente tensas, pero la «Guerra Fría» nunca dio lugar a un conflicto abierto entre las dos superpotencias.

En 1980, Ronald Reagan ganó las elecciones presidenciales en los Estados Unidos. Reagan era un anticomunista convencido, hablaba sin recato sobre sus puntos de vista, sosteniendo que la filosofía del marxismo-leninismo acabaría en el «montón de cenizas de la historia», y se refería a la Unión Soviética como el «Imperio del mal». Reforzó de manera activa el poderío militar estadounidense para presionar a los soviéticos y dio vía libre a la iniciativa que se conocería como «Guerra de las Galaxias», cuyo objetivo era la utilización de tecnología espacial para proteger a los Estados Unidos de un potencial ataque con misiles. En 1984, Reagan fue reelegido, obteniendo un triunfo aplastante.

Mientras tanto, la Unión Soviética se desintegraba de forma gradual. Su economía fue lentamente colapsándose y tres de sus máximos dirigentes murieron sucesivamente en menos de tres años. En 1985 subió al poder Mijaíl Gorbachov. Gorbachov era un reformador. Lanzó las políticas de perestroika («reestructuración») y glasnost («transparencia») y liberalizó la sociedad soviética, la economía y los medios de comunicación. Además, tomó parte en fructíferas con versaciones bilaterales con Reagan, que condujeron a una reducción de los arsenales nucleares de ambos países.

En 1987, Ronald Reagan visitó Berlín para participar en las celebraciones del 750 aniversario de la fundación oficial de la ciudad. El Muro de Berlín, construido por las autoridades de Alemania del este en 1961, dividía la ciudad y era un recordatorio visual del dominio comunista sobre la Europa oriental. En un discurso pronunciado ante la Puerta de Brandeburgo, cerca del Muro, Reagan hizo un llamamiento a Gorbachov para que acelerara sus reformas.

— EL DISCURSO —

… Nuestra reunión hoy está siendo retransmitida a toda Europa occidental y a Norteamérica. Entiendo que la están viendo y escuchando también en el este. Para aquellos que nos escuchan desde Europa del este, hago extensivo mi saludo a ellos, haciéndoles llegar los mejores deseos del pueblo de los Estados Unidos. Para aquellos que nos escuchan desde Berlín este, unas palabras especiales: aunque no puedo estar con vosotros, me dirijo a vosotros como a quienes están aquí ante de mí. Porque me uno a vosotros, como me uno a vuestros conciudadanos en el oeste, con este firme e inalterable convencimiento: Es gibt nur ein Berlin. («Hay solamente un Berlín»).

Tras de mí se alza un muro que rodea los sectores libres de esta ciudad, parte de un vasto sistema de barreras que divide todo el continente europeo. Desde el Báltico hasta el sur, esas barreras cortan Alemania como una puñalada de alambre de púas, hormigón, patrullas de perros y torres de vigilancia. Más al sur, es posible que no haya un muro visible, evidente. Pero sigue habiendo igualmente guardias armados y puestos de control, con restricción del derecho a viajar, lo que supone un instrumento para imponer a los hombres y las mujeres corrientes la voluntad de un estado totalitario.

Sin embargo, es aquí en Berlín donde el muro se alza de manera más patente; aquí, cortando vuestra ciudad, donde las imágenes impresas y la televisión han dejado huella en la memoria del mundo de esta brutal división de un continente.

De pie ante la Puerta de Brandeburgo, todo hombre es un alemán separado de su prójimo.

Todo hombre es un berlinés, obligado a contemplar una cicatriz.

[…]

Secretario general Gorbachov, si busca usted la paz, si busca la prosperidad para la Unión Soviética y para la Europa del este, si busca la liberalización: venga a esta puerta.

Señor Gorbachov, abra esta puerta.

Señor Gorbachov, señor Gorbachov, ¡derribe este muro!

[…]

En Europa, sólo una nación y aquellos que la rigen se niegan a unirse a la comunidad de la libertad. Sin embargo, en esta época de redoblado crecimiento económico, de información y de innovación, la Unión Soviética se enfrenta a un reto: debe llevar a cabo cambios fundamentales, o quedará obsoleta.

El día de hoy, así pues, representa un momento de esperanza. Nosotros en Occidente estamos preparados para coo perar con el este para promover una auténtica apertura, para echar abajo las barreras que separan a los pueblos, para crear un mundo más seguro y más libre. Y, sin duda, no hay mejor lugar para empezar esta tarea que Berlín, el punto de encuentro entre el este y el oeste.

— LAS CONSECUENCIAS —

Tras el discurso de Reagan en Berlín, Gorbachov introdujo nuevas medidas liberalizadoras en la Unión Soviética. En 1988, Reagan y Gorbachov se reunieron en Moscú para mantener conversaciones sobre desarme nuclear. Al año siguiente, el mandato de Reagan llegó a su fin y el ya ex presidente se retiró a California, siendo su sucesor el que fuera anteriormente vicepresidente, George H. W. Bush.

En 1989, los regímenes comunistas de los estados satélites de la Unión Soviética en Europa del este empezaron a caer bajo la presión de las masivas movilizaciones públicas. En noviembre de ese mismo año, el Muro de Berlín fue derribado y la gente pudo moverse libremente entre los sectores este y oeste de la ciudad, hasta ese momento separados. Alemania sería reunificada en 1990.

La Unión Soviética continuó disgregándose, al tiempo que su economía caía y las repúblicas que la integraban empezaban a registrar movilizaciones en demanda de mayor libertad y mayor autonomía. El día de Navidad de 1991, Gorbachov dimitía. Al día siguiente, se concedía la independencia a las quince repúblicas de la Unión Soviética, quedando al nación oficialmente disuelta. La Guerra Fría había terminado.

El enérgico mandato de Reagan en los últimos años del conflicto había ejercido una importante presión sobre el régimen comunista y contribuyó a su caída. Reagan murió en su casa en 2004, después de una larga lucha contra la enfermedad de Alzheimer. El funeral de estado se celebró en Washington y acudieron al mismo docenas de jefes de estado de todo el mundo. Fue, sin duda, uno de los hombres de estado más influyentes del siglo XX.