1943
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¿QUERÉIS GUERRA TOTAL?

JOSEPH GOEBBELS
(1897-1945)

Joseph Goebbels trabajaba como periodista y escritor antes de unirse a los nazis en 1924. Experto en ganarse el apoyo popular en mítines, emisiones de radio y películas de cine y con una incuestionable lealtad a Hitler, Goebbels formaba parte del círculo más cercano al führer y ascendió rápidamente en el escalafón del partido.

Cuando los nazis accedieron al poder en Alemania, Goebbels fue nombrado ministro de ilustración pública y propaganda. Utilizó su posición para ejercer un control sin precedentes sobre todos los aspectos de la cultura alemana y, en 1938, orquestó la Kristallnacht, la «Noche de los cristales rotos», un violento y masivo asalto a la población judía, con destrucción de sus negocios y sinagogas.

Tras el inicio de la guerra en 1939, la influencia de Goebbels en la política nacional fue en aumento. En 1943, la evolución de la guerra había cambiado de signo para los nazis. El grave desabastecimiento de combustible y comida, los bombardeos de los aliados y la aplastante derrota en Stalingrado condujeron al debilitamiento de la confianza popular. El 18 de febrero, Goebbels se dirigió a una amplia audiencia en el Sportpalast, el Palacio de los Deportes de Berlín. Quería desmentir cualquier rumor de pérdida de moral popular y recordar al pueblo alemán que sólo la victoria podía salvar a Alemania del desastre y a Europa de la «esclavitud bolchevique-judía». Por encima de todo, Goebbels pidió compromiso total con el esfuerzo en la guerra.

— EL DISCURSO —

… ¿Queréis la guerra total? Si fuera necesario, ¿queréis una guerra más radical y total que cualquier cosa que pudierais imaginar hoy?

[…]

Con el corazón enardecido y la cabeza fría, superaremos los mayores problemas de esta fase de la guerra. Nos encaminamos hacia la victoria final. Esa victoria descansa en nuestra fe en el führer.

Esta noche, una vez más recuerdo a toda la nación su deber. El führer espera que aquello que hagamos deje en la sombra todo lo que hemos hecho en el pasado.

No queremos fallarle. De igual modo que nosotros estamos orgullosos de él, él debe estar orgulloso de nosotros.

Las grandes crisis y conmociones de la vida nacional muestran quiénes son los hombres y las mujeres auténticos. Ya no tenemos derecho a hablar de sexo débil, pues ambos sexos están demostrando la misma determinación y fuerza espiritual. La nación está preparada para todo. El führer da las órdenes y nosotros lo seguimos. En este momento de reflexión y contemplación nacional, creemos firme e inquebrantablemente en la victoria. La vemos ante nosotros, sólo tenemos que alcanzarla. Debemos tomar la decisión de subordinarlo todo a ella. Ése es el deber del momento. Que sea nuestra consigna:

«¡Pueblo, levántate y que estalle la tormenta!»

— LAS CONSECUENCIAS —

El plan de Goebbels de implicar a todos los ciudadanos alemanes en el esfuerzo bélico no fue plenamente aceptado por Hitler y otros líderes nazis, que no deseaban reclutar a todas las mujeres como mano de obra. A medida que las apariciones públicas de Hitler empezaron a ser cada vez menos frecuentes, Goebbels fue convirtiéndose en uno de los líderes nazis con más alto reconocimiento. En 1944, Hitler nombró a Goebbels «Plenipotenciario del Reich para la Guerra Total».

Un año después de este discurso, Goebbels tuvo la oportunidad de llevar a la práctica su filosofía. Todos los hombres en buen estado físico fueron llamados a servir en las fuerzas armadas o a trabajar en fábricas de armamento. Una de las principales consecuencias de la filosofía de la guerra total fue el reclutamiento por parte de las fuerzas armadas de muchachos cada vez más jóvenes de las Juventudes Hitlerianas. La desesperada escasez de fuerza humana supuso que jóvenes de apenas doce años fueran obligados a combatir.

Pero era demasiado tarde para salvar a los nazis de la derrota. Cuando los aliados estaban ya muy cerca de Berlín, Hitler anunció que permanecería en la capital hasta la muerte. A diferencia de otros líderes nazis, Goebbels decidió permanecer junto a Hitler hasta el amargo final. Llevó a su esposa y a sus seis hijos al bunker del führer. Cuando Hitler redactó sus últimas voluntades y su testamento, Goebbels fue uno de los testigos.

Tras el suicidio de Hitler el 30 de abril, siguiendo sus últimas voluntades Goebbels heredó el cargo de canciller del Reich. El puesto nunca llegaría a ser ocupado. Para entonces, los soviéticos habían entrado en Berlín y se combatía en sus calles. Goebbels no quiso marcharse y, el 1 de mayo, él y su esposa sedaron a sus hijos y a continuación les provocaron al muerte con cápsulas de cianuro. Después, antes de caer en manos de los soviéticos, se suicidaron.