PATRICK PEARSE
(1879-1916)
En 1800, las Leyes de Unión dieron lugar a la fusión de Gran Bretaña e Irlanda, para formar el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda. No todos los irlandeses aceptaron el gobierno británico y, tras dicha unión, se produjeron numerosas insurrecciones. A partir de la década de 1870 se habían venido realizando en el Parlamento británico varios intentos fallidos de promulgar una legislación que hiciera posible la entrada en vigor de la Home Rule (estatuto de autonomía) de Irlanda, que no sería aprobada como ordenamiento legal hasta 1912. Quienes se oponían a esa Home Rule, asentados fundamentalmente en Irlanda del Norte formaron la Fuerza de Voluntarios de Ulster y, como repuesta, los partidarios de ese ordenamiento constituyeron el movimiento de Voluntarios Irlandeses. Patrick Pearse, poeta, profesor y abogado, sería uno de los primeros miembros de esta organización
El estallido de la Primera Guerra Mundial pospuso la entrada en vigor efectiva de la Home Rule, que finalmente nunca llegaría a producirse. Grupos nacionalistas, como la Hermandad de la República de Irlanda, abogaban por la inmediata independencia de Gran Bretaña y por la constitución de una república propia. Pearse se unió a la Hermandad en 1913, convirtiéndose en uno de sus principales portavoces y líderes. El 1 de agosto de 1915 pronunció una enardecida oración fúnebre en el sepelio de Jeremiah O’Donovan Rossa en Dublín. O’Donovan Rossa había sido miembro de la Hermandad de la República de Irlanda desde la década de 1850 y sus violentas actividades antibritánicas habían hecho que fuera encarcelado y, posteriormente, enviado al exilio en Los Estados Unidos. Tras su muerte en Nueva York, su cuerpo fue repatriado para ser enterrado en tierra irlandesa. Pearse se dirigió a la multitud que se había congregado en el funeral.
— EL DISCURSO —
En una comunión espiritual que es ahora más estrecha que nunca antes, o quizás que lo es como siempre lo ha sido, en la comunión espiritual todos aquello que en su día, vivos y muertos, sufrieron con él en prisiones inglesas, en comunión de espíritu también con nuestros queridos compañeros que hoy padecen en las prisiones inglesas, y hablando en su nombre, así como en el nuestro propio, prometemos a Irlanda nuestro amor, y al gobierno inglés de Irlanda nuestro odio. Éste es un lugar de paz, sagrado para los muertos, donde los hombres deben hablar con toda caridad y circunspección. Es algo que yo hago como algo cristiano, como lo hizo O’Donovan Rossa, para odiar el mal, para odiar la mentira, para odiar la opresión y, odiándolos, para luchar por abatirlos. Nuestros enemigos son fuertes, astutos y cautos; pero con todo lo fuertes, astutos y cautos que puedan ser, no pueden luchar contra los milagros de Dios, que cosecha en los corazones de los jóvenes las semillas sembradas por los hombres jóvenes que los precedieron. Las semillas que sembraron los jóvenes de 1865 y 1867 hoy han germinado milagrosamente. Los gobernadores y defensores de los reinos han de tener cuidado de protegerse de tales procesos. La vida brota de la muerte; y de las tumbas de los patriotas, hombres y mujeres, brotan las naciones vivas. Los defensores del reino han trabajado bien, tanto en secreto como en público. Creen que han pacificado Irlanda. Creen que han conseguido comprar a la mitad de nosotros y han intimidado a la otra mitad. Creen que han previsto todo, creen estar preparados para todo; pero ¡necios, necios, necios!, nos han dejado aquí con nuestro feniano, con un defensor caído de la tierra irlandesa, y mientras haya en Irlanda tumbas como ésta, la Irlanda sometida nunca estará en paz.
— LAS CONSECUENCIAS —
Estas palabras habrían de ser el preludio de una insurrección armada que se planteaba como objetivo el establecimiento de una República Irlandesa. La Hermandad de la República de Irlanda y los Voluntarios Irlandeses intentaron aprovechar la teórica ventaja que suponía la concentración de tropas británicas en los combates de la Primera Guerra Mundial. El lunes de Pascua de 1916, los rebeldes irlandeses atacaron diversos edificios estratégicos de Dublín. Desde la escalinata de la Oficina Central de Correos, Pearse proclamó la República Irlandesa Independiente, afirmando: «Declaramos que el derecho de los irlandeses a la propiedad de Irlanda; el pleno control de su destino es soberano e irrevocable».
La tropas británicas lanzaron un feroz contraataque para mantener el control de Dublín. Cientos de civiles murieron en la lucha y la artillería británica dañó numerosos edificios. Los levantamientos en otras partes de la isla no tuvieron excesivo éxito. Después de seis días, la posición de los rebeldes era insostenible. Para evitar más violencia, Pearse se rindió a los británicos y fue encarcelado junto con otros dirigentes rebeldes. Sería fusilado el 3 de mayo.
Tras el Alzamiento de Pascua, los dirigentes nacionalistas supervivientes se unieron formando el partido Sinn Féin (en gaélico «Nosotros mismos»). Debido en buena parte a las acciones de los británicos durante el alzamiento, el partido separatista ganaría la mayoría de los escaños en las elecciones de 1918.
EL FINAL DE LA LUCHA
En 1920, un nuevo proyecto de Home Rule dividía Irlanda en dos partes, cada una con su propio Parlamento, aunque continuando ambas bajo el gobierno del Reino Unido. El Sinn Féin rechazó la partición y demandó la plena independencia de toda Irlanda. La lucha entre el Ejército Republicano Irlandés y las fuerzas británicas continuó, registrándose numerosas acciones violentas por parte de ambos bandos. El rey Jorge V (1865-1936) se ofreció para viajar a Belfast con ocasión de la apertura del nuevo Parlamento de Irlanda del Norte, decisión ciertamente audaz, dado que la violencia era endémica en la ciudad. En su discurso, el monarca apeló al fin del derramamiento de sangre: «Rezo para que mi llegada a Irlanda hoy pueda ser el primer paso hacia el final de la lucha entre sus gentes, cualquiera que sea su raza o credo». El rey hizo un llamamiento a todos los irlandeses para que se unieran en el establecimiento en la tierra a la que amaban de una nueva era «de paz, júbilo y buena voluntad».
El 9 de julio de 1921 se declaró una tregua y comenzaron las negociaciones. El Tratado Anglo-Irlandés fue firmado en diciembre de ese año y, en virtud de él, fue creado el Estado Libre Irlandés. Es importante reseñar que a Irlanda del Norte se le dio la opción de retirarse de la nueva nación, cosa que hizo. En junio de 1922 se desató una guerra civil en el seno del Estado Libre Irlandés entre quienes estaban a favor de la partición y quienes se oponían a ella. Tras diez meses de combates, los primeros salieron victoriosos: Irlanda sería independiente pero quedaría dividida.