SIMÓN BOLÍVAR
(1783-1830)
A mediados del siglo XVIII las tierras españolas en América eran escenario de una gran agitación social y política en demanda de reformas. A principios del siglo XIX comenzaron a establecerse numerosas juntas locales, que declararon su independencia de España. Mientras la Corona española se afanaba en mantener su imperio unido, Simón Bolívar, un caudillo militar venezolano, se mostraba decidido a luchar por la libertad. En 1813 aseguró la independencia de Venezuela y, ese mismo año, hizo público el llamado «Decreto de guerra a muerte», en el que se avalaban la ejecución de los civiles nacidos en España que no apoyaran la independencia sudamericana y las acciones violentas contra ellos. No obstante, las fuerzas españolas contraatacaron y realizaron sensibles progresos en el restablecimiento del poder de la Corona. Bolívar, como principal cabeza visible de la lucha por la independencia de Venezuela y Colombia, convocó un congreso en la ciudad venezolana de Angostura. En un discurso pronunciado ante él el 15 de febrero de 1819, expuso sus ambiciosos objetivos una vez garantizada la consecución de la independencia.
— EL DISCURSO —
No somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles. Americanos por nacimiento y europeos por derechos, nos hallamos en el conflicto de disputar a los naturales los títulos de posesión, y de mantenernos en el país que nos vio nacer contra la oposición de los invasores; así, nuestro caso es el más extraordinario y complicado. Todavía hay más: nuestra suerte ha sido siempre puramente pasiva, nuestra existencia política ha sido siempre nula, y nos hallamos en tanta más dificultad para alcanzar la libertad, cuanto que estábamos colocados en un grado inferior al de la servidumbre; porque no solamente se nos había robado la libertad, sino también la tiranía activa y doméstica. Por el engaño se nos ha dominado, más que por la fuerza, y por el vicio se nos ha degradado más que por la superstición. La esclavitud es la hija de las tinieblas; un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción.
[…]
Que se fortifique, pues, todo el sistema del gobierno, y que el equilibrio se establezca de modo que no se pierda, y de modo que no sea su propia delicadeza una causa de decadencia. Por lo mismo que ninguna forma de gobierno es tan débil como la democrática, su estructura debe ser de la mayor solidez, y sus instituciones consultarse para la estabilidad. Si no es así, contemos con que se establece un ensayo de gobierno, y no un sistema permanente; contemos con una sociedad díscola, tumultuaria y anárquica, y no con un establecimiento social, donde tengan la felicidad, la paz y la justicia.
— LAS CONSECUENCIAS —
Bolívar deseaba crear un estado federal centralizado con un presidente dotado de amplios poderes. Seis meses después de pronunciar su discurso, obtuvo una importante victoria sobre las tropas españolas en la batalla de Boyacá, en Colombia. Tras este triunfo fundó la República Federal Independiente de la Gran Colombia, convirtiéndose en su primer presidente. Ese estado comprendía los territorios de los actuales Colombia, Panamá, Venezuela, Ecuador, norte de Perú y noroeste de Brasil. Pero éste no era el fin de sus ambiciones: Bolívar estaba firmemente decidido a liberar toda Sudamérica del yugo español. Contribuyó a que Perú se independizara de España en 1824 y, en 1825, el Alto Perú independiente recibió el nombre de Bolivia, en su honor.
A pesar de tales éxitos, Bolívar hubo de luchar para mantener el control de la Gran Colombia. Los levantamientos y el desarrollo de diversas corrientes disidentes se sucedieron en todo el territorio de la nueva república, y el ambicioso modelo federal que había propuesto en Angostura se demostró difícil de llevar a la práctica. En 1828, en un intento de restablecer el orden, se declaró dictador de la Gran Colombia lo que, sin embargo, no haría más que aumentar la disidencia y sería la causa de un intento de atentar contra su vida.
En abril de 1830 Bolívar renunció a su cargo, proclamando, extenuado, «los que sirven a una revolución aran en el mar».