INTRODUCCIÓN

Las épocas y las situaciones de confrontación han inspirado algunos de los más memorables discursos de la historia. La retórica ha servido para desencadenar enfrentamientos bélicos, actuando como prólogo de la violencia. El llamamiento realizado en 1095 por el papa Urbano II en Clermont marcó el inicio de las Cruzadas. Su promesa, «… a todos aquellos que pierdan la vida… les serán perdonados de inmediato todos sus pecados», fue crucial para hacer que decenas de miles de personas se convirtieran en cruzados, dando así comienzo un período de más de dos siglos de guerras. El poder de la palabra ha llevado a las gentes a luchar por la gloria, la victoria o la supervivencia; ha condicionado el resultado de las contiendas y ha configurado la perspectiva desde la cual tales enfrentamientos han sido contemplados por la posteridad. El segundo discurso inaugural del presidente Abraham Lincoln, pronunciado en las últimas semanas de la guerra civil estadounidense, se centró en la necesidad de erradicar la esclavitud, pero también en la de conseguir «una paz justa y duradera» entre el Norte y el Sur. Palabras cautivadoras, como las del serbio Dragutin Gavrilovi, defensor de Belgrado en la Primera Guerra Mundial, pueden hacer crecer el valor de los combatientes, aun cuando su situación de inferioridad sea manifiesta.

Discursos que inspiraron la Historia es una recopilación de algunas de las más influyentes alocuciones pronunciadas en tiempo de guerra, o en situaciones de confrontación, acompañados en cada caso de un análisis específico de su contexto y sus consecuencias. Quienes los pronunciaron fueron algunos de los más reconocidos generales y figuras heroicas de la historia o, en ciertos casos, algunas de las personalidades más vilipendiadas. Procedentes de los más diversos entornos geográficos, estas ejemplares muestras del arte de la oratoria van desde el llamamiento del ateniense Pericles a su ciudad para que recordara a los gloriosos guerreros caídos en la guerra del Peloponeso hasta la exhortación a quien por entonces encabezaba el bloque comunista, «Señor Gorbachov, ¡Derribe este muro!», expresada en Berlín en 1987 por el presidente Ronald Reagan, durante los últimos años de la Guerra Fría. No todos los discursos de esta obra llevaron aparejados acontecimientos victoriosos. Las palabras pronunciadas en trance de derrota son a veces igualmente trascendentes y memorables. En 1936, el emperador Haile Selassie de Etiopía se dirigió a la Sociedad de Naciones, solicitando la condena de la invasión de su país por parte de Italia. A pesar de que no recibió apoyo alguno, sus palabras en tal ocasión quedaron como ejemplo de la defensa de los derechos de los pueblos soberanos frente a la conquista y la agresión de países extranjeros.

El títul original del libro [Lucharemos en las playas] está tomado de una frase del discurso pronunciado en 1940 por Winston Churchill, poco después de haber sido nombrado primer ministro, cuando parecía que el Reino Unido y sus aliados no serían capaces de hacer frente a la amenaza nazi. Las desafiantes frases de Churchill se convirtieron en un símbolo y demostraron hasta qué punto las palabras pueden galvanizar el espíritu de toda una nación cuando las pronuncia un dirigente dotado de la necesaria inspiración. Discursos que inspiraron la Historia pone de manifiesto el incontestable valor de la palabra hablada para fomentar la exaltación, el consuelo, la celebración o el elogio. En la victoria o en la derrota, las palabras han dejado una marca indeleble, no sólo en la historia de los enfrentamientos bélicos, sino también en la propia historia del mundo.

Jacob Field, 2013