I
TEATRO PARA LANGOSTAS

AUTOCRÍTICAS RASTRERAS

Esta noche se estrena en el teatro Borona la comedia «Un pellizco en la noche»; y su autor, don Arcadio Fortuito, nos dice:

«CUANDO SE ALCE EL TELÓN del teatro Borona, para que el respetable y culto público vea mi humildísima obrita, yo estaré dándome golpes de pecho por haber tenido la osadía de ofrecer a los inteligentes espectadores una pequeñez indigna de su exquisito paladar.

»Al escribir “Un pellizco en la noche”, no he pretendido sentar cátedra, ni romper moldes, ni marcar hitos, ni consolar al triste, ni dar posada al peregrino. Sólo me propuse entretener una pizca al distinguido y refinado público, ante cuyo buen gusto y prudente veredicto doblo de antemano el espinazo. Nadie mejor que el público, tan fino, tan bien vestido y tan políglota, podrá juzgar este pequeño engendro de mi pluma. Yo sólo suplico que se me trate con el cariño que merece un modesto imbécil, indigno de deleitar a esos aristócratas del pensamiento que son los espectadores.

»Que nadie piense que he querido hacer una comedia, ni un juguete cómico, ni nada que merezca la pena, sino una cosilla discreta y muy inferior a la delicada sutileza de los aficionados al teatro.

»¿Y qué decir de la Compañía de Eduardota Vila y Leocadio Conejo, conjuntada y celestial como la que más? A no ser por tan eximios artistas, que han dado vida magistral con su genio inconmensurable a mi deleznable comedieja, “Un pellizco en la noche” no pasaría de ser unas cuartillas emborronadas de boberías. ¿Qué decir de Eduardota Vila que no hayan dicho los más laureados cantores del arte escénico? Eduardota, con su sobriedad característica, con su eterna juventud y con su vozarrón que electriza, ha sacado todo el jugo al personaje central con su inmensa sensibilidad y sus atinados ademanes. ¿Qué decir de Leocadio Conejo, cuya elegancia y belleza varonil, amén de sus dotes sublimes, han convertido al “Pepucho” de mi obra en un coloso lleno de matices hasta los topes? ¿Qué decir de Luisita Patatín, la vejestoria consagrada que aceptó sin un quejido un papelillo de guardia, indigno de sus relevantes méritos? Justo es señalar que los restantes miembros de la Compañía, dando pruebas de abnegación rayana en el holocausto, aceptaron también con admirable disciplina papeles mil veces inferiores a su alta valía. ¿Qué decir del personal del teatro Borona, tan comedido y simpático, de los correctos tramoyistas y de los pundonorosos traspuntes? ¿Qué decir del que sube y baja el telón, que me ha prometido subirlo y bajarlo más de prisa para que haga el efecto de que el público aplaude una barbaridad?

»En cuanto al montaje, puedo asegurar que no se me ha regateado nada: ni el vaso de agua que debe salir en el segundo acto ni el teléfono que suena al levantarse el telón, ni el puro que se fuma el actor de carácter en el acto tercero.

»Sólo me queda echarme encima todas las culpas de lo que ocurra en el estreno. Mía será la responsabilidad si el público no se divierte, si la obra no gusta, si Eduardota Vila tropieza y cae al suelo al entrar en escena, si los actores se equivocan y si el teatro se incendia. Es lo menos que puedo hacer en vista de que tantos genios de la escena han accedido, en detrimento de sus inmaculados prestigios, a representar despreciable cosilla.

»Espero que los críticos, con la condescendencia y el cariño maternal que caracteriza su prudente y útil tarea, comprenderán también que, pese a mis cuarenta años de labor teatral ininterrumpida, poseo un sensible corazón de niño y sigo teniendo una candorosa inexperiencia de novel. Escucharé los atinados consejos que quieran darme, y trataré de corregir mis muchos defectos.

»En fin, que me conformaré con un puñadito de aplausos, aunque no sean demasiado fuertes.—Arcadio Fortuito».

EL RUIDO Y LA NUEZ

EL RUIDO:

27 de enero.—«Es casi seguro que Constantino Friguera, aplaudido autor de “La gitana de Estocolmo”, se decida en breve a escribir una nueva comedia, todavía sin título». (De la sección «Cháchara»).

16 de febrero.—«Para la compañía de la primerísima actriz Sarita Bermejillo, está casi decidido a escribir una comedia don Constantino Friguera. Dicha comedia llevará por título “El tontaina de Lovaina”». (De la sección «Candilejas»).

7 de marzo.—«Ha comenzado a escribir su nueva comedia “El tontaina de Lovaina”, el aplaudido autor Friguera». (De la sección «¡Que suba el telón, de prisa!»).

12 de abril.—«Constantino Friguera prepara una nueva comedia titulada “El tontaina de Lovaina”. En breve la leerá a sus mejores amigos». (De la sección «Butaquita»).

3 de mayo.—«Ante un selecto grupo de amistades, Constantino Friguera ha leído la primera página de su nueva comedia. Sabemos de buena tinta que la obra se titulará “El tontaina de Lovaina”». (De la sección «Bambalina»).

11 de junio.—«Nos dicen que Constantino Friguera concluirá en breve una comedia para Sara Bermejillo, titulada “El Lovaina de tontaina”». (De la sección «El curiosete»).

12 de junio.—«En nuestro número de ayer, al aludir a la nueva comedia que prepara Constantino Friguera, dijimos por error que dicha comedia lleva por título “El Lovaina de tontaina”. Nos apresuramos a rectificar, ya que hemos sabido de fuente fidedigna que dicha obra se titulará “El tontaina de Lovaina”». (De la sección «El curiosete»).

29 de julio.—«Ha salido para el campo, con objeto de continuar su comedia “El tontaina de Lovaina”, el celebrado autor Constantino Friguera». (De la sección «Camerino»).

17 de agosto.—«Regresó del campo Constantino Friguera, con el fin de pulir las primeras escenas de su nueva comedia “El tontaina de Lovaina”, que prepara febrilmente para la gran Sarita». (De la sección «Mostacita teatral»).

22 de septiembre.—«Ante un nutrido grupo de conocidos, ha hablado largamente de su próxima comedia el laureado autor Constantino Friguera. Es más que probable que la comedia se titule “El tontaina de Lovaina”». (De la sección «Talla indiscreta»).

6 de octubre.—«En esta temporada, Constantino Friguera nos dará la sorpresa de una nueva comedia. En los círculos teatrales se da por seguro que su título definitivo será “El tontaina de Lovaina”». (De la sección «Platea»).

15 de noviembre.—«¡Muy pronto!: sensacional estreno de “El tontaina de Lovaina”, por la compañía de la egregia Bermejillo». (Gacetilla).

16 de noviembre.—«Si quieres reír con gaina: “El tontaina de Lovaina”». (Anuncio con recuadro).

17 de noviembre.—«Risa sin cortapisa, en el Teatro Covisa. ¡Pronto!: “El tontaina de Lovaina” (de Friguera)». (Anuncio con recuadro).

18 de noviembre.—«… pido benevolencia…, benevolencia…, benevolencia…, benevolen…» (Autocrítica).

19 de noviembre.—«Teatro Covisa: 10’30: “El tontaina de Lovaina”. (Estreno. Contaduría sin aumento)». (Cartelera).

LA NUEZ:

20 de noviembre.—«… la comedia tiene algunas cualidades muy estimables, pero… pero… pero… la Bermejillo, tan estupenda como siempre. ¡Lástima que el señor Friguera haya buscado un tema manido…! (Crítica).

25 de noviembre.—«Teatro Covisa: 6’30 y 10’30: Reposición de “El abanico de lady Windermere” (Oscar Wilde)». (Cartelera).

«SU ÚLTIMA VOLUNTAD»
(Drama antiguo)

ACTO PRIMERO

(La escena representa una sórdida mazmorra en el castillo del duque Cascarrabias).

TELÓN

ACTO SEGUNDO

(La escena representa la misma mazmorra en el castillo del cruel Duque. Han pasado catorce años).

TELÓN

POBREZA OBLIGA
(Apunte para una comedia de éxito seguro)

ACTO PRIMERO

(Salón de una familia prócer, pero con remiendos en las rodillas. Por una ventana, se ve un árbol genealógico con los abuelos en flor. Entran la Doncella y la Pincha para poner al público en antecedentes).

ACTO SEGUNDO

(En este acto se muere un tío y deja a los Solaverrieta una herencia en litigio. Esto del litigio intriga mucho al público. ¿Será un litigio grande? ¿Será un litigio pequeño? Entra un notario, que explica en qué consiste el litigio. Resulta que el litigio consiste en que, para cobrar la herencia, Frifrí tiene que casarse con el hijo adoptivo del difunto, miope graciosísimo que confunde las butacas con la madre de Frifrí. Cae el telón dejando planteado este apasionante problema: ¿Con quién se casará Frifrí? ¿Con el señorón Miguelón, con el señorín Pitusín, o con el ingenioso miope?)

ACTO TERCERO

(Después de mucho sordo, de mucho catalán y de mucha servidumbre que explica las cosas, Frifrí logra casarse con Pitusín, el cual, por una serie de tonterías, es el que acaba quedándose con la herencia en litigio y con los autos de don Miguelón. Termina la comedia dejando planteado este apasionante problema: ¿Cómo es posible que haya autores tan cretinos?)

POR UNA LETRA
(Comedia de buitres en tres cuartillas)

(La escena representa una familia sentada alrededor de un notario. El notario lee el testamento ológrafo del tío Gerardo, que acaba de fallecer. Toda la familia aguza el oído para ver lo que se pesca).

EL AUTOBÚS FATAL
(Obra de amnesia en gran escala para autores ambiciosos)

ACTO PRIMERO

(La escena representa una casa de campo con todos sus chirimbolos clásicos. Entra por el foro don Antonio, dueño de la propiedad. Viene muy sofocado y le castañetea la dentadura).

(Van entrando por el foro los cuarenta viajeros del autobús averiado. Andan tambaleándose con caras de bobos, y don Antonio les da una aspirina a cada uno para ver si se les pasa la conmoción cerebral).

ACTO SEGUNDO

(La misma escena, un poco más rota. Los amnésicos del autobús campan por sus respetos y por los respetos de don Antonio: se comen el salchichón, se beben el vino y se sientan en las mecedoras. El pobre don Antonio está que trina, porque cuarenta huéspedes, en una casa, no son ninguna tontería).

ACTO TERCERO

(La misma escena, hecha un muladar. Los amnésicos han llenado todo el suelo de colillas, de huesos de pollo y de periódicos viejos. Siguen sin recordar quiénes eran y adónde iban).

(Salen todos y se instalan en el autobús. Cuando el autobús arranca, don Antonio monta en su bicicleta y corre por un atajo hasta situarse en una curva de la carretera. Pasado un roto, aparece el autobús que lleva de paseo a los amnésicos. Don Antonio se cruza en la carretera con su bicicleta. El autobús, al dar un viraje para no hacerle daño, cae patas arriba en la cuneta. ¡Y todos los viajeros vuelven a darse un golpe en el mismo sitio que al empezar la función! Con este nuevo mamporro, a los cuarenta viajeros se les pasa la amnesia y recuperan sus pasados).

(Pone el autobús en marcha y se lleva a los cuarenta viajeros, que ya han dejado de ser amnésicos).

TEATRO DE MINORÍAS

¡BASTA DE COMEDIAS con argumentos sencillos, que cualquier palurdo puede comprender! ¡Basta, en fin, de ir al teatro con la intención pueril de comprender lo que ocurre en el escenario! Busquemos los finos goces del teatro intelectual; sólo apto para minorías selectas. (Una minoría selecta es un grupo de siete personas con una paciencia a prueba de bomba).

CALAVERAS ESFEROIDES
(Obra sólo apta para talentudos)

ACTO PRIMERO

(La escena no representa nada. A la derecha, un ojo colgado de un hilo, que simboliza la noche. A la izquierda, una boca abierta, que simboliza el sueño. Y al foro un zapato roto, que simboliza el cansancio. Unos chorritos de luminotecnia aquí y allá. Brazos sueltos, nubes y peces, a gusto del decorador. Entra Críspulo, rey de Pirracas, con un ramillete de alfalfa entre los dientes, que simboliza el apetito).

TELÓN

(La minoría, que en el transcurso del acto se ha convertido en mucha más minoría, sale al vestíbulo a comentar).

—Esta actriz promete.

—Promete marcharse pronto a casa de su madre.

—Pues no es poco.

—Tengo la impresión de que la minoría se nos está quedando en los huesos. La minoría Menéndez, que era un buen refuercito, se ha largado por una puerta trasera.

—Es que estas funciones deberían celebrarse a puerta cerrada con llave.

ACTO SEGUNDO

(Críspulo, sentado en un tarugo de decapitar gallinas, cuenta los eslabones de una cadena. Aristótela borda gusanos en un cañamazo. La luminotecnia no para, pone verde a la primera actriz, pone colorado al primer actor, sube, baja, simula crepúsculos y trota por las paredes).

(Aristótela se lleva la mano a un pulmón, porque acaban de darle un lanzazo. Críspulo entona curiosos gargarismos de dolor. Dimas acaba de matar otra oveja. Los espectros, que vuelven de la sala de espectáculos, dan las buenas noches muy finamente. La luminotecnia, nerviosísima, lo pone todo amarillo).

TELÓN

(Un señor sale al vestíbulo gritando «¡Exquisito!», pero se queda perplejo).

—Pero ¿y la minoría?

—No lo sé, caballero.

—Pues estaba aquí hace un momento.

—Tendrá algún niño con sarampión y habrá tenido que salir a taparlo con una manta.

—Es lo malo de tener niños cuando se es minoría.

—Tiene usted razón.

—¿La ha visto usted salir?

—No. Debió de aprovechar el momento en que la luminotecnia se pone negra.

—¿Se queda usted al acto tercero?

—No tengo más remedio: soy el bombero de servicio…

EMINENTÍSIMO DOCTOR
(Obrita con pésima intención)

CUADRO PRIMERO

(Lujosa sala de consultas, adornada con reposteros, porcelanas y retratos al óleo del Eminentísimo Doctor. El Ayudante 15.° está sentado en un sofá, hojeando unas poesías de Swinburne. Entra el Paciente Modesto, que viste con humildad).

CUADRO SEGUNDO

(Otro despacho lujosísimo, con aparatos relucientes provistos de bombillas de colores que se encienden y se apagan. El Ayudante 14.° es joven, inteligente y lleva grandes gafas).

CUADRO TERCERO

(Bello quirófano en mármol blanquísimo con incrustaciones de plata).

* * *

(Pasan varios días. El Paciente Modesto recorre, uno a uno, los peldaños de Ayudantes que conducen hasta el Eminentísimo Doctor. Aunque su tos es cada vez más violenta, no se queja. Como un pájaro herido espera en los salones, posado en el borde de los sofás. A veces permanece quince horas sin moverse, conmovido tan sólo por el sordo crepitar de su tos. Como una llamita, se extingue el soplo vital que apenas le anima. Una cadena de quince ayudantes han compuesto con su dolor un historial que desborda de un gran cartapacio. Por fin, el Ayudante 1.° le anuncia que a las cinco de la tarde será recibido por el Eminentísimo Doctor…)

* * *

CUADRO DECIMOSEXTO

(Regio salón de consultas del Eminentísimo Doctor. Gruesas alfombras, tapices y cortinajes. En la pared, retrato ecuestre del Eminentísimo Doctor. Suntuosas pantallas tamizan la luz de las lámparas. En un ángulo, el Eminentísimo Doctor interpreta al violín un apasionante fragmento de Schumann).

TELÓN ASÉPTICO

RUPTURA Y PULSERA
(Comedia psicológica)

VIAJE EN DILIGENCIA
(Obra de viajes)

(Interior de una diligencia en marcha)

EL HIPO
(Tragedia fulminante)

(Una sala. El anfitrión y su invitado toman café sentados en dos butacas, frente a frente. Reina un grave silencio que sólo interrumpe el suave murmullo de los sorbitos).

ANFITRIÓN (agotados los temas de charla, se esfuerza en hallar algún pretexto para proseguir el diálogo. Sonríe, se vuelve inquieto, tose, pero no dice nada).

EL PERFECTO INVITADO
(Comedia de costumbres)

LA VOZ DE LA CONCIENCIA
(Drama hondo)

«LA MANZANA PROHIBIDA»
(Adaptación a la escena actual del primer drama de la Humanidad)

(La escena representa un parque público al atardecer. Mr. Adams y miss Evans pasean bajo los altos árboles).

(Miss Evans sonríe divertida, y ambos se dirigen a un salón de té).

DETECTIVE Y ASESINO
(Comedia policíaca)

DEBER DE CORTESANO
(Comedia altísima)

(La escena representa una partida de póquer en el palacio Real de Morlacia).

DESPEDIDA AL PROFESOR PICARD
(Entremés científico)

(El ilustre profesor Picard descenderá en breve a ocho mil metros de profundidad, con el fin de estudiar la vida en los abismos oceánicos. Con tal motivo, reina gran expectación en los medios científicos.—De los periódicos).

ACTO ÚNICO

(La escena representa el aparato con el que el profesor Picard se dispone a meterse en el agua. La esposa del profesor ha acudido a despedirlo).

(El profesor Picard cierra la portezuela de su aparato, y desaparece en las profundidades del océano).

LA MODERNA TERTULIA LITERARIA

(La escena representa un café lleno de bohemia, de ochocientos, de cerillas y de cáscaras. A la derecha, un diván de terciopelo con agujeros como úlceras. A la izquierda, un camarero viejo que también necesita un remiendo. En el centro, una cafetera silbando «La Traviata» por su pitorro. Varios tiestos con plantas de achicoria ponen una nota de achicoria en el ambiente. En el diván de los agujeros está sentada la «peña» literaria consumiendo bicarbonato, magnesia y otras bebidas espumosas).

(Sonríe con una bondadosa sonrisa finisecular, hace otro agujero en el terciopelo del diván, y se marcha a servir a otros clientes que piden agua).

EL PANTOPÓN DE LAS CINCO
(Otra obrita con pésima intención)

ACTO PRIMERO

(Habitación en una clínica de lujo. Cama de plata cromada, incrustaciones de lapislázuli. Las sábanas son de seda con bodoques como nueces. En la mesilla hay un vaso de cristal de Bohemia para agua. Un gramófono para llamar a la enfermera. Alfombras y tapices a mansalva. Dentro de la cama hay un operado con un gran vendaje en el dedo meñique de su mano derecha. Entra el Cirujano, vestido de frac. Lleva un babero blanco para no mancharse de vísceras al operar).

ACTO SEGUNDO

(Seis meses después, a la hora del pantopón. El Operado sigue con la venda en su dedo. Le han dado masajes de onda corta, de onda media y de onda normal. Le han injertado en el dedo piel de la espalda, para que no se le note la cicatriz que le dejó la espinita. Le han cortado varias veces el pelo y las uñas. Le han puesto un aparato para que el dedo operado no se le tuerza por culpa de anquilosis).

¿EN QUÉ QUEDAMOS, CARAMBA?
(Tragedia agraria)

ACTO PRIMERO

(La escena representa una rodaja de campo durante un año de sequía).

ACTO SEGUNDO

(La escena representa una porción de campo durante unos meses de lluvias incesantes).

UN BROMAZO A RASPUTÍN
(Comedia histórica)

(La escena representa una salita en el palacete del príncipe Yusupof).

(El amigo 2.° está a punto de echarse a reír y estropear la broma. Pero Yusupof le da un codazo y le dice en voz baja: «¡Cállate, tonto!» Se sientan todos alrededor de la mesa y Yusupof sirve el chocolate).

(Los tres amigos están a punto de soltar el trapo, y Yusupof no tiene más remedio que darles un pellizco por debajo de la mesa).

(Los amigos, animados al ver que la broma empieza a surtir efecto, continúan ofreciendo a Rasputín pastelitos con guinda. Al cabo de media hora, con el cianuro almacenado en el estómago de Rasputín podría quedar fuera de combate un regimiento de cosacos).

(Los amigos estallan en fuertes risotadas, mientras Rasputín nota un ligero mareillo).

(Se levanta de la mesa enfadadísimo, y cae muerto sobre la alfombra).

(Yusupof y sus amigos, enfadados por las groserías que les dijo Rasputín, se marchan a pasear en trineo. El cadáver de Rasputín queda solo en escena con su barba y sus trapos. Cae el telón).

ELLAS HABLAN DE SUS COSAS
(Diálogo de actualidad)

—A mí, lo que más me gusta del amor, son las meriendas.

—Opino lo mismo, mona; la única forma de tragar a los hombres es con ensaimadas.

(Mientras tanto, en Indochina mueren dos mil hombres en un bombardeo).

—¿Me prestas a tu novio para esta tarde?

—Si me lo devuelves, sí. Al último que te presté no le he vuelto a ver el pelo.

—No te preocupes. Sólo lo necesito para estrenar un traje azul que hace juego con el color de sus ojos.

—Cuando acabes con él, déjamelo en la portería.

(Mientras tanto, un terremoto deja sin hogar a quince mil familias antillanas. Un trimotor choca en los Andes, y mueren todos los pasajeros. Estalla un petardo en Hungría y mata a tres niños).

—Ayer vi una película que me chifló.

—Sería de Carlos Boyer.

—¿Quién es Carlos Boyer?

—Un sol de anciano, chica.

(Mientras tanto, el sud-expreso de Michigan descarrila en Illinois, causando doscientas víctimas. Un camión aplasta a tres rumanos. Se incendian los mataderos de Chicago, y muere el príncipe Tribuletti al caerse de una moto).

—Te encuentro muy chic con ese modelito. No creí que la ropa hecha de los «Almacenes Gómez» causase tan buen efecto.

—¿Lo dices con retintín?

(Mientras tanto, en Borneo una serpiente engulle al malayo Pipo, de treinta y dos años de edad. El Ganges se desborda y mueren en sus aguas setenta mil intocables. Se hunde en el Atlántico un petrolero de siete mil toneladas).

—Esta temporada se llevarán mucho los zapatos con suela de coja, los guantes con dedos de manca y los sombreros con orejas de sorda.

—¡Qué alegrón me das, chiquilla!

(Mientras tanto, quince perros rabiosos, en diferentes puntos del planeta, muerden a otras tantas personas. Se despeña un autobús de la línea Manchester-Liverpool.

Fallecen tres famosos escritores. Estalla una revolución en el Tibet).

—¿Te has enamorado alguna vez?

—Hoy no.

(Mientras tanto…)

SI ELLOS HABLARAN COMO ELLAS…
(Entremés de costumbres)

(Sala de visitas en una casa particular. El dueño de la casa hace los honores a un visitante).

—¿Te sirvo una tacita de aguardiente, o prefieres un pedazo de tabaco para mascar?

—No voy a tomar nada, muchas gracias. Estoy a régimen, porque los bronquios se me están poniendo gordísimos.

—¿Sabes a quién vi ayer? A Chucho Topera. Ya sabes qué Chucho digo: el casado con esa millonaria de Bilbao. Lo encontré hecho un asquito.

—Topera nunca ha valido gran cosa. Claro que el bigote le favorecía mucho. Pero ya debe de tener sus sesenta abriles.

—¡Figúrate! Fue el novio de Mila Rastrojo, conque ¡échale hilo! No lo digo por criticar, porque Chucho y yo somos grandes amigos: hicimos el servicio en el mismo batallón de zapadores. Pero me parece que se ha cogido los dedos en el bodorrio.

—¡No me digas! Ella tenía el riñón bien cubierto.

—¡Bah! Todas las chicas de Bilbao tienen el riñón bien cubierto. Pero de eso al fortunón que él esperaba…

—¿Tú dónde te encargas las camisas?

—Me las hace un camisero que cose en las casas.

—Yo no consigo que me hagan unos cuellos con picos pequeños. Fíjate en este popelín que llevo: echado a perder por el manazas del cortador.

—Llevas una corbata que es un solete.

—Pues la compré en un saldo al salir de la Bolsa. Veinte pesetas.

—Tienes muy buen gusto, chico. ¿Sabes que he dejado definitivamente a mi peluquero?

—¡Qué me dices!

—Como lo oyes. Me afeitaba cada vez peor. No había día que no volviera a casa con toda la cara llena de pelos.

—Pues yo estoy muy contento con mi Ricardo. Me lo recomendó el Marqués, y tiene unas manitas de oro; pelo que ve, pelo que me quita.

—¿Tú qué te das para la calvicie?

—Un poco de cera en la calva. Queda preciosa.

—Y bien que te luce, es verdad.

—Pues a ver cuándo vuelves a fumarte un puro con nosotros.

—Encantado, hijo. Pero tendrá que ser más adelante, porque ahora estoy sin mayordomo.

—¿Quieres llevarte unas copas de anís para los niños?

—No, muchas gracias.

—Pues hasta otro rato, chico.

MIENTRAS ELLAS HABLAN DE CRIADAS, ELLOS…
(Otro entremés de costumbres)

(La escena representa un salón del Casino Mercantil. Un grupo de señores ricos toman café sentados en las butacas).

… Y SI ELLAS HABLARAN COMO ELLOS

—¡Hola, tú! Hace tiempo que no asomas el morro por el golf.

—¡Contra! Es que me ha salido un plan bárbaro.

—¡Arrea! ¿Con aquel rubito que trabajaba en los ballets?

—¡Quia! Con un modistillo que acaba de establecerse por su cuenta.

—¡Atiza! Cualquier día te metes en un fregado y tendrás que casarte.

—¡Nanai, rica! A mí no se me caza tan fácil.

—Pues amarra bien, porque los modistos tienen más conchas que un galápago.

—Éste es un varón de bandera. Una especie de Gildo. Y tiene una silueta que quita el hipo.

—Pues yo mandé al cuerno al último novio que tuve. Era un papanatas que sólo hablaba de sastres y camiseros.

—Es lo malo de los hombres: en cuanto les da por los trapos…

—Saca tabaco, anda.

—A ver cuando compras, gorrona.

—No seas judía.

—¡Fíjate en ese monumento que pasa por la otra acera!

—¡Vaya un tiazo! Le da sopas con onda a Weissmüller.

—Dile algo cuando pasemos a su lado.

—Allá va. ¡Olé! ¡Eso es un hombre, y no lo que encuentra una en los salones de té!

—Se ha puesto más colorado que un pimiento. ¿Quieres que le sigamos?

—¡Bah! No sacaremos tajada. Tiene carita de pacato.

—Pero se queda una patitiesa viendo estas maravillas. Y, además, como ahora en el verano se quitan los abrigos, se les puede ver en su salsa.

—¿Me vas a dar un cigarro, sí o no?

—¡Vamos, anda! A mí no me vengas con chulerías.

—¡A ver si te salto un diente de un tortazo!

—No eres mujer para atreverte.

—¡Mira qué chulángana!

II
¡ACONTECIMIENTO TEATRAL!

DOÑA LUISITA OSTOLAZA VUELVE A LAS TABLAS

¡GLORIOSA NOTICIA para los aficionados al arte de Talía! Apartada durante sesenta y ocho años de nuestros escenarios, doña Luisita Ostolaza ha decidido volver a las tablas. ¡Las tablas pueden estar contentas!

¿Quién ha olvidado a doña Luisita Ostolaza, la dramática pimpante que en las postrimerías del siglo diecinueve deleitó a propios y extraños? Hace medio siglo, Madrid se estremeció tarde y noche con doña Luisita, la cual, de un sencillo papelín, sabía hacer un complicado papelón. Parca de gestos, moviendo apenas el cogote y los músculos faciales, expresaba el encontronazo de las pasiones provocando tempestades de aplausos y pimientos. Su realismo era tal, que hizo exclamar a todos los críticos de la época: «¡Uf!» El propio rey de Yugoslavia, al pasar por Madrid en 1865 y ver una función de doña Luisita, hizo este apasionado y escueto comentario: «¡Ay!» Doña María Guerrero, que empezó su carrera trabajando de botones en la compañía de Ostolaza, solía decir de ella: «¡Hip!» E incluso los espectadores más reacios, que no salían ni a tiros de las cuartas de Apolo, declararon a la Prensa: «¡Oj!» Y toda la afición, al retirarse doña Luisita, lloró su ausencia con este conmovedor epitafio: «¡Jip!» Elogios y cascabeles, laureles y otras hierbas simbólicas, jalonaron la actuación de esta cómica celestial. Su retirada dejó en las tablas un hueco imposible de llenar, por el que cabían siete personas. En vano se trató de llenar este hueco con Saras Bernardes, Adelinas Pattis, Emmas Gramáticas y gente así. En vano, decimos, y no pecamos de cortos.

La Ostoloza vuelve hoy a las tablas hispanas. Retorna en plenitud de facultades, realzada con las triquiñuelas de la experiencia. La chicuela de antaño, se ha convertido en la madura de hogaño. Por doña Luisita ha pasado el tiempo de puntillas, sin dejar ninguna huella que no pueda disimularse con unos cuantos pegotes de maquillaje. Deseemos que esta genia de la dramaturgia permanezca en las tablas sesenta años más, para gloria de nuestros teatros y para dinerito de nuestros empresarios.

ESOS CRÍTICOS ENGOLADOS…

ANOCHE SE ESTRENÓ en el Teatro Amboato el drama «El pincho en el globo ajeno», original del plausible dramaturgo Dimas Peralta. El telón metálico bajó repetidas veces, mientras el público gritaba: ¡«Uuuuuh!» El autor salió a saludar al final del primer acto, pero un penetrante silbido le rompió los tímpanos y tuvo que ir a operarse.

Fernando Batueca estuvo a la altura de su nombradía. Sin moverse de una silla, supo dar a los espectadores la sensación de los celos, de la cólera, de los truenos y de los naufragios. Por su parte, Lucas Palomo, sin moverse de otra silla, fumó un pitillo con tanta naturalidad como si no hubiera hecho otra cosa en su vida. La damita Inés Petaca y el muchacho Lumberto Foscana, notables en sus papelillos. El resto de la Compañía, muy entonada y sin soltar ni un gallo. Los decorados, de Mariso Cáscara, notablemente monos.

En el drama de Dimas Peralta se conjugan los cánones de Sófocles con el nervio de la dramaturgia finisecular. No falta en «El pincho en el globo ajeno» el ama de llaves inventada por Sófocles, ni el hijo natural ya célebre en el teatro griego, ni el grito al final de cada acto. Dimas Peralta es un autor de lenguaje seco, de retórica sin alambique, de corbatas pálidas y de sensibilidad cutánea. Este autor, listo y ambicioso, ha pretendido revivir al propio Sófocles encima de las tablas. Tarea nada fácil, pues desde que Sófocles estiró la pata, ha llovido lo suyo. Conservando el intríngulis medular de la tesis, Peralta afronta el siempre bonito problema del hijo que tiene un papá que no le pertenece. «Tu verdadero papá —dice la primera actriz en el momento cúspide— es…» Pero en ese momento cae el telón, y el espectador se queda con todo el cerebro lleno de interrogantes. ¿Quién será el papá verdadero del gallardo joven? ¿Don Eduardo Arlanza, el industrial más laborioso que una abeja? ¿El infanzón de la familia Golgosa? ¿El mayorazgo de la finca «Las Babuchas»? ¿El florista que pregona claveles de Granada, y olé? El nudo del drama no se deshace tan fácilmente. Cuando parece que se va a deshacer, el autor pega un tirón y lo aprieta poco a poco. Por fin se descubre que el papá del joven es un tramoyista del Teatro Amboato, que se pone coloradísimo cuando se lo dicen. El defecto principal de ese drama es que la paternidad del joven se averigua demasiado tarde, cuando ya no queda ni un gato en el patio de butacas.

Esperamos que don Dimas Peralta, un escritor tan fino, tan obsequioso, tan moreno y con un talle tan juncal, sacará de su pluma cosas ingentes. Ponderado de ademanes y justo de mímicas, «El pincho en el globo ajeno» es un paso, un intento, un hito, un escarceo y una loable escaramuza. Menos da una piedra.

ESOS «FINES DE FIESTA»…

(Al terminar la función corriente cae un trapo negro que tapa el decorado, y se enciende un foco. ¡Novedosa luminotecnia! Sale un señor que habla muy bajito, para presentar a los diferentes artistas que actuarán).

III
CINE PARA GUSANOS

ESTRENO DE PELÍCULA EN FUNCIÓN DE GALA

«OREJAS Y NARIZ DEL MUNDO»
(Noticiario)

«SUMATRA»
(Documental)

LA ABEJA LABORIOSA
(Película de divulgación)

LA ÚTIL OLIVA
(Película de divulgación)

«EL SASTRE DE PANCRACIO»
(Guión para película cómica de corto metraje)

PANCRACIO, que viste unas ropas de tamaño inferior al suyo para causar risa, entra en una pastelería con el fin de comprar una tarta a su novia. Pero en ese momento divisa a su sastre, y al tratar de huir mete la cabeza en una tarta de nata. ¡Qué risa, tía Felisa! Pancracio se quita la nata de los ojos y pisa el rabo de un gato, lo cual le hace dar un respingo. ¡Qué risa, tía Felisa! Huye Pancracio de su sastre y, después de caer en varios pozos y charcos, se reúne con su novia. La novia de Pancracio viste de blanco, y por culpa de Pancracio cae de cabeza en un tonel de alquitrán. ¡Qué risa, tía Felisa!

Vemos entonces que la novia se enfada con Pancracio, el cual cae desmayado en un estanque de patos, mojándose la tirilla, la cual queda mustia. ¡Qué risa, tía Felisa! El sastre de Pancracio, que es un atleta de cejas muy pobladas, sigue persiguiendo a Pancracio. Pero cuando ya está a punto de alcanzarle, tropieza con una maroma y se llena la cara de harina. ¡Qué ri, ti Feli! La novia, mientras dura su enfado con Pancracio, coquetea con un señor de plastrón, botín y perro. Pancracio no se amilana, y enchufa a su rival con una manga de riego. ¡Qué ri, ti Feli! Pero en aquel momento cae desde una ventana una antorcha, y se le incendia la ropa a Pancracio. Éste, para librarse de las llamas, se tira de cabeza a una piscina. ¡Pero resulta que la piscina no tiene agua, y Pancracio se rompe las vértebras! ¡Qué risa, tía Felisa!

El sastre sigue persiguiendo a Pancracio, el cual cae en un abrevadero y se le llena de agua su gorro de copa. Siempre huyendo del tenaz comerciante, Pancracio cae dentro de una tinaja donde amasan pan, mientras el señor del plastrón resbala en una peladura de almendra y se astilla un cúbito. ¡Qué etcétera, tía etcétera!

Por fin, al sastre de Pancracio le cae encima una pianola no muy grande y le aplasta el busto. Unos momentos después, Pancracio baja rodando por la ladera de una montaña, huyendo del señor del plastrón. Pero una grúa coge al perseguidor por la levita, y lo tira de cabeza por un acueducto.

El sastre se mete, por equivocación, en una sierra mecánica, y le cortan el cuerpo por la mitad. A Pancracio se le engancha la ropa en una escarpia, y pierde su traje, quedando en camisetón de lana. La novia de Pancracio, que ya está menos enfadada, tropieza con un camarero que lleva una bandeja, y se le cae una cafetera en medio del corpiño. Pancracio, que entretanto había caído de bruces en un montón de tomates maduros, rueda por un abismo y se queda con la nariz en forma chumba.

Al final de la película, Pancracio hace las paces con su novia, y los dos se caen en una ciénaga y se manchan de barro hasta la laringe. Pero ¡qué risa más fuerte, tía Felisa de mi corazón!

«EL ERIZO DESOBEDIENTE»
(Guión para una película de dibujos)

(Plano de un paisaje campestre de tarjeta postal. Plano de un pequeño erizo con más púas que un peine y cara de niño).

(Plano del pequeño erizo corriendo por el campo. Plano de unos gusanos saltando por encima de una lombriz, que hace de comba. Plano de unos pajarracos que silban canciones de hombres).

(Plano de una flor, pegando una bofetada a un abejorro que se metió en su corola para libar. Plano de una hormiga trabajando como una negra en el acarreo de un palitroque).

(Plano de un bosque, por el que se adentra el temerario y desobediente pequeño erizo. Plano de un tronco grueso con una cara de bruja pintada en la corteza. Apagón para indicar que se acerca la noche. Plano de una lechuza con un rictus siniestro en el pico).

(Plano de alcornoques que hacen «Uúúúúh», y que chascan espeluznantes lenguas de corcho. Plano del pequeño erizo, con gotas de sudor angustioso que le saltan de la cabeza en todas direcciones).

(Plano de un tigre que sale de no se sabe dónde. Plano de la boca del tigre, que echa espumas como cataratas. Plano del pequeño erizo, que echa a correr con sus débiles piernecitas. Plano del tigre, que no lo coge. Plano del erizo. Plano del tigre. Plano del erizo. Plano del tigre. Plano del erizo… Y así, cinco minutos. Plano del tigre, que por fin logra dar un mordisco al pequeño erizo).

(Plano del tigre que, al morder al pequeño erizo, se clava las púas en la boca. ¡Inesperado truquito! Plano del tigre, que huye despavorido dejando una estela de nubecillas de polvo).

(Plano de Mamá Eriza que, al salir de la peluquería, fue al encuentro de su pequeño erizo desobediente).

(Apoteosis a base de coros de erizos, que entonan el himno: «¡Odia la desobediencia, pequeño erizo de los bosques!»)

GUAPOTE Y FEOTE
(Película de esas en que el protagonista, de noche, se vuelve monstruoso y muerde)

(Plano de Mr. Adamus, que es un bello filántropo californieta. Planos para que la gente vea lo agraciado que es y lo bonito que tiene el cutis).

(Plano de ese relámpago que tienen retratado en Hollywood para avisar al público de que hay tormenta).

(Plano de Mr. Adamus, que empieza a transformarse: primero le sale un horrendo pelo en la lengua; luego le sale un pincho en el entrecejo; después le asoma una saliva por la boca; y por último se le ponen los cabellos para arriba).

(Plano de una nube que pasa por el aire echando agua. Replano del sol, que saca la cabeza por encima de la nube y empieza a echar rayos. Ristra de planos, en los que Mr. Adamus vuelve a ponerse más guapo y fresco que una lechuga).

(Plano de una gota de lluvia, que salpica la pechera de míster Adamus. Plano del cielo, que se pone todo negro. Plano del consabido relámpago, que hace un garabato en las nubes. Contraplano de Mr. Adamus, que empieza a hacer muecas).

VIDA DE PEPORRO XIV
(Película histórica)

(Plano del palacio de Peporro XIV, rey de Cascuncia. Edad Vieja. Candelabros con velas como brazos. Nobles feudales forrados de lata. Señoras feudales con enormes pirulís en la nuca. Bufones con bultos por toda su anatomía. Peporro XIV, sentado en ese trono que se alquila siempre para estas películas, echa algunas chispas de rabia).

(Plano de trifulca antigua por todo lo alto. Guerreros metidos en latas de lubrificantes se propinan palizas históricas. Plano de los trudos que, por ser enemigos del protagonista de la película, son feísimos y van todos despeinados. Gana el ejército de Peporro XIV, por seis trudos a cero).

(Planos de trifulca. Se pueden aprovechar los mismos de antes, poniendo ahora a los enemigos unos gorritos verdes con una pluma. Los beldos son también horrendos y corren como gamos. Gana Peporro XIV, por siete beldos a uno).

(Nueva trifulca. Nueva victoria de Peporro. Nueva trifulca. Nueva victoria de Peporro. Nueva trifulca. Nueva victoria de Peporro. Y así hasta llenar tres mil metros de celuloide).

«BARRIOS BAJITOS»
(Película de «crudo realismo»)

(Primer plano de unos desperdicios, a ser posible sin cocer, para que el realismo resulte más crudo. Un perro tuerto y sin pellejo, para que parezca de barrio bajito, huye de unos golfos que quieren clavarle destornilladores en las fauces. La cámara pega un brinco y enfoca unas viviendas míseras hechas de vesículas biliares. Planos de gente ordinaria, hablando en argot barriobajero, que consiste en decir «¡joroba!» después de cada frase. Si la película es en tecnicolor, se pueden retratar unas naranjas tumefactas en un charco de natillas viejas).

(Ya está dado el ambiente de barrio bajito, y se puede meter una rodaja de argumento. La cámara guiña un ojo y lo abre en un puente sobre la línea férrea. Una joven, maquillada con harina para que parezca morfinómana, se acerca al pretil y dobla las rodillas disponiéndose a saltar. Una mueca de asco vital campa por sus carrillos. ¡Plano cúspide!: ¡un tren, echando humo por todos sus agujeros, se acerca dale que te pego! El encargado de lo efectos especiales hace con la boca «chucu-chucu-chucu» para echarle emoción a la cosa).

(Para que el realismo no pierda crudeza, hay que insistir en los planos de detritos. Primero se retrata a un detritos rubio, y luego a un detritos moreno. Panorámicas de barrio bajito a base de faroles con una vela dentro y mocos de pavo en cestas. Un rollo entero dedicado al desmonte en que vive «la Petaca». La casa es un agujero con una hoja de parra que sirve de puerta. La familia de la joven, como todas las familias de barrio bajito, es bizca. Y por si esto fuera poco, que sí lo es porque el público cada día exige más, su madre es beoda, sus hermanitos son zocatos, y sus tías son fumadoras de opio).

(Planos de Marcelo que desintoxica a «la Petaca» dándole gato por morfina).

(Planos de «la Petaca» regenerada, que se consigue con un poco de colorete. Plano de Marcelo casándose con ella. Plano de una florecilla, que abre sus pétalos entre las cascarrias del barrio bajito).

EL VAQUERO Y LA MORENA

(Planos de cartelitos temblorosos y rayados, en los que no da tiempo a leer quiénes intervienen en la realización de la película. Música de fondo gangosa, semejante al zumbido de una mosca antediluviana. Corte brusco y luz a la sala. Se reanuda la proyección en mitad de un diálogo entre el vaquero Bugui y la atractiva Funchys).

(Plano de noche romántica. Plano de Funchys y Bugui mirando a un telón negro con agujeritos iluminados por detrás con una bombilla, para que parezcan estrellas).

(Cartelito que pone «Rollo 4», seguido de una serie de números enigmáticos. Planos mudos. Escopetas que echan humo por sus canutos sin el menor ruido. Rumores lejanos, como de muletas chocando en un empedrado).

(Plano de un caballo galopando a lo lejos, que, debido a los empalmes, se aproxima a la cámara en dos brincos. Se deduce a trocitos que Funchys y Bugui arreglan todos sus asuntos).

(Plano de la pareja que se aproxima, pero hay un tajo, y)

FIN

IV
«RADIO» PARA LAGARTOS

PARTIDO DE FÚTBOL RETRANSMITIDO

V
CIRCO PARA CONEJOS

FUNCIÓN INFANTIL

APARECE UN SEÑOR con chistera diciendo que va a salir un caballo. ¡Magia del circo, que permite ver los más extraños animales en la pista! En efecto: ¡ante el asombro del público, entra un caballo vivo tocando un cencerro! (Atronadores aplausos).

Repuesto el público del estupor que le produjo ver el caballo, sale a la pista un perro, vivo también. ¡Sorprendente fantasía del circo, que nos permite admirar la flora y la fauna de los más exóticos países! El perro ladra un poquito, da la pata a su amo y se va. (Aullidos jubilosos del público).

Entran corriendo unos payasos, viejos y con parches, golpeándose con grandes vejigas multicolores. ¡Agudo humorismo circense! Un payaso más guapito cuenta un chiste que apareció en «La Esfera» cuando la guerra del 14, y se marchan todos dando volteretas. (Risotadas sobrecogedoras de niños y grandes).

Suena un tambor. ¡Emoción fascinadora del circo! El señor de la chistera anuncia que el valeroso acróbata Tang-Tang, único en el mundo, va a saltar a la pata coja encima de un taburete. ¡Artistas temerarios, que arriesgan su vida para divertir a la infancia ociosa! Tang-Tang, ante el espanto de los espectadores, salta a la pata coja sobre un taburete realmente peligroso. (Colapsos de pánico y truenos de «hurras»).

Vuelven los payasos de antes, golpeándose esta vez con vejigas más manejables e incoloras. ¡Incesante variedad del circo, que se renueva sin pausa! El payaso guapito toca un tango en una bocina, y cuenta un chiste de los primeros que hizo Xaudaró cuando le destetaron. (Carcajadas estrepitosas).

Nuevo redoble de tambor. ¡Circo, circo!: ¡siempre nos tienes en vilo con tus audacísimos ejercicios! El señor de la chistera anuncia que el malabarista Antinorio, único en el mundo, va a tirar al aire unas naranjas. Suplica al público que guarde silencio, pues cualquier naranja que le caiga al artista en la cabeza, puede causarle un chichón. ¡Y el artista no lleva chichonera! ¡Riesgo y heroísmo del circo! El malabarista Antinorio, en medio de un silencio sepulcral, tira al aire tres naranjas y sale corriendo antes de que le caigan encima de la cabeza. (Delirantes ovaciones).

El señor de la chistera anuncia al gran Tiquis-Miquis, domador de cucarachas único en el mundo. ¡Apasionante atractivo del circo! Sale Tiquis-Miquis vestido de «alfombra barata vendo» y comienza a trabajar con sus bien educadas cucarachas. Como las cucarachas son pequeñas y están metidas en una caja, el público no ve nada. Pero adivina las graciosas evoluciones de los coleópteros, y esto le basta para prorrumpir en vivas cálidos al genial Tiquis-Miquis.

Con el fin de que el público reponga sus nervios, excitados por las fuertes emociones recibidas en esta primera parte del programa, se produce un merecido descanso. Durante este descanso, el caballo, el perro, los payasos, Tang-Tang, Antinorio y Tiquis-Miquis, beben agua y se someten a masajes con el fin de vigorizar sus músculos para la segunda parte.

Un toque de trompeta anuncia el principio de la segunda parte. ¡Circo, circo!: ¡tus toques de trompeta hacen palpitar nuestro corazón con más rapidez!

La segunda parte se diferencia de la primera en que el caballo sale con la cola verde, en que Antinorio tira al aire tres patatas en vez de tres naranjas, y en que las cucarachas aparecen con una peluca de tirabuzones rubios.

Como número final del programa, vuelve a salir el señor de la chistera. Redoble de tambor y toque de trompeta. Niños que lloran en el público. Adultos que abandonan empavorecidos las sillas de pista. ¡El señor de la chistera anuncia la actuación de los temerarios saltarines de comba Carrascosa y Hermano! ¡Artistas circenses!: ¿cuándo dejaréis de dar disgustos a vuestra mamá, que llora en la barraca mientras os jugáis la vida en funciones de tarde y noche? Se hace un silencio de tumba. Las luces se apagan, y un foco alumbra el centro de la pista. ¡He aquí a Carrascosa y Hermano, vestidos con sus pequeños delantales de plata! Mientras Carrascosa empuña una flexible comba de seda, su hermano frota sus zapatillas en resina para no resbalar durante el peliagudo ejercicio. Terminados estos preparativos, ambos artistas comienzan a saltar mientras la orquesta toca el himno «Té, chocolate y café». El público, horrorizado, no puede resistir su emoción y grita: «¡Basta, basta!»

Terminada la función, cada niño recibe un globo y cada adulto un boleto para la rifa de dos puercoespines. ¡Circo, circo! ¡Espectáculo fabuloso que hace soñar en quiméricos paraísos creados por imaginaciones exaltadas! ¡Inauditas cabalgatas de seres y animales fantásticos! ¡Así eres tú, circo!

VI
DISCOTECA PARA ORUGAS

«SWING»

(Se oyen unos estrépitos de vajilla para veinticuatro que acaba de hacerse añicos).

VOCALISTA (cantando con voz de cuervo ultratúmbico):

Yo soy Lina, pi dup,

que fascina, pi dup,

y que contamina, pi dup,

la escarlatina, pi dup.

(Suena un escándalo de golpes, como cuando alguien da puñetazos a una puerta para que le abran. Ruido de ocho mil automóviles que tocan al mismo tiempo sus bocinas).

VOCALISTA (que no se resigna a estar con la lengua inactiva):

Amo a Otero, pi dup,

que es portero, pi dup,

mas le quiero, pi dup,

porque es fiero, pi dup.

(Sirenas de paquebotes a todo vapor. Fragor de guerra púnica. Casas que se derrumban y gorgoritos agónicos. Máquinas de coser que caen al suelo desde grandes alturas. Muelles que saltan. Hornos que crepitan).

VOCALISTA (erre que erre, cada vez más nerviosa):

Soy bonita, pi dup,

y fresquita, pi dup,

y bien frita, pi dup,

estoy rica, pi dup.

(Ritmo de erupción volcánica. Armonía de revolución en China. Naves de fábricas que trabajan al máximo rendimiento. Alaridos entrecortados de pasajeros que se van a pique. Cañones de grueso calibre, en acción. Rebaños de búfalos que ululan).

VOCALISTA (dominando a duras penas las catástrofes sonoras):

Dame un queso, pi dup,

que no tenga hueso, pi dup,

porque el beso, pi dup,

es franceso, pi dup.

(Gaitas que gritan, al ser pisoteadas por un caballo. Golfos que golpean a sus hermanos menores. Aprendices de cornetas que ensayan. Cataratas del Niágara puestas junto al oído… Silencio repentino. Aspirina. Bolsa de hielo en la frente).