Pregunta: Decid, niño: ¿cómo os llamáis?

Respuesta: Pedro, Juan, Francisco, etcétera.

Pregunta: Vamos, niño, menos broma y concreta: ¿cómo te llamas?

Respuesta: Álvaro de Laiglesia.

Pregunta: ¿Puedes decir qué es un pecado venial?

Respuesta: Un pecado pequeño.

Pregunta: ¿Y un pecado capital?

Respuesta: Un pecado gordísimo.

Pregunta: ¿Y un pecado provincial?

Respuesta: Un pecado intermedio que inventé yo entre los pequeños y los gordísimos. Los pecados provinciales son aquellos que rebasan el tamaño de los veniales, sin llegar a la magnitud de los capitales.

Pregunta: ¿Eres capaz de poner un ejemplo?

Respuesta: Sí, señor: lea usted el libro que viene a continuación, y podrá ver muchísimos ejemplos.