Notas

[a] He preferido dejar la nota original del autor a continuación del texto, para que en ningún caso pase desapercibida al lector. (N. del E. digital). <<

[b] Las notas que aparecen a continuación aparecían en la edición original agrupados al final, bajo el epígrafe Índice alfabético de algunas voces empleadas indígenas empleadas en el texto. (N. del E. digital). <<

[1] Canelón (Myrsine Sp.).— Árbol de hoja carnosa de un verde oscuro y que crece muy comúnmente entre las piedras y en las riberas de los arroyos y ríos de la República O. del Uruguay. <<

[2] Camalote (Eichornia Speciosa).— Planta acuática, que se ve comúnmente en las orillas de los ríos, arroyos y lagunas: sus hojas frescas, grandes y brillantes flotan en la superficie de las aguas y sus flores son blancas o mora das. Constituye el verdadero marco de casi todos nuestros arroyos, lagunas y ríos. Tomo de la obra del Dr. Dn. Alejandro Magariños Cervantes, Palmas y Ombúes, lo siguiente, que él a su vez transcribe de una publicación periódica y de un artículo suscrito por un isleño: «Circunscribiéndome a la planta acuática, dice, pues hay otras muchas de diferentes formas pero de iguales condiciones de vegetación, diré del pontederia, vulgo camalote, que se sostiene a flote en virtud de ser los tallos de sus hojas en forma de vejiga periforme hueca, y posee raíces capilares negras por las que extrae del agua las sustancias de que se alimenta.

»El camalote es por lo tanto planta enteramente acuática, y necesita bastante agua para su desarrollo, el cual no puede tener lugar en la orilla que las bajantes dejan al descubierto y donde se marchita y muere pronto. «En los innumerables recodos de los ríos, donde el agua es profunda y tranquila, se desarrolla el camalote con profusión y forma una masa enredada de raíces que hacen difícil cortarlo, para dar paso a las embarcaciones; porque el enredo está debajo del agua y no en la superficie.

»En esta, las plantas se aprientan tanto, por efecto de la multiplicación infinita en espacio limitado, que sobre sus tallos-boyas contiguos, recoje y sostiene a flote la tierra que depositan las tormentas de las Pampas. Sobre esta nacen otras diversas plantas, y pronto se forma una isla flotante que basta a sostener el peso de venados, tigres y otros animales. Algunos fugitivos de nuestras luchas civiles lograron escapar a sus verdugos, navegando río abajo sobre estas islas vegetales flotantes.

»Cuando el río sube y extiende su caudal de agua cubriendo las orillas inmediatas al camalote, éste se encuentra libre del obstáculo que aponen a su marcha las configuraciones de la costa y, por poco que el viento lo empuje hacia el hilo de la corriente, emprende su camino triunfal aguas abajo, hasta perderse desmembrándose poco a poco en alta mar. Los he visto fuera de sonda al enfrentar al Río de la Plata». <<

[3] Ñandubay (Prosopis Algarrobilla Prosopis Ñandubey).— Árbol indígena de grandes dimensiones; su fruto es agrio y contiene tanino, su madera es de construcción, sólida, dura y muy pesada; se usa muy comúnmente para postes de cercos y como combustible. <<

[4] Tala (Celtis Sellowiana).— Árbol acaso el más común y característico de los bosques uruguayos: alcanza una altura de 8 a 12 metros y su tronco llega a tener hasta medio metro de diámetro; la madera es sumamente fuerte y se usa hoy para postes, cabos de herramientas, etc., y como buen combustible. Sus frutitas son comestibles. <<

[5] Uruguay.— Grande y hermoso río que limita por su parte occidental la República Oriental del Uruguay, y en cuyas márgenes y las del Río de la Plata vivió la raza charrúa, así como las demás tribus cuyos nombres y costumbres figuran en el poema.

Varias opiniones se han emitido sobre la etimología de la voz Uruguay. Quién afirma que quiere decir Cola de gallina; quién Río de los caracoles (riviére des limacons d'eau) o de los moluscos.(des ampullaires).

Mis estudios en ese sentido, me hacen descomponer esa voz en esta forma: urú — uá — i — Urú significa pájaro, y también un pájaro determinado, especie de ruiseñor que figura en el poema; significa cueva, antro, concavidad; i, que tiene en tupi un sonido nasal característico, significa, agua o río, según se use sola la voz o combinada con otras.

Uruguay significa, por consiguiente, agua que brota de cueva, donde hay pájaros, o Rio de los pájaros.

Corra esta opinión en lo que pueda valer.

El gran río nace en la falda occidental de la sierra general del Brasil, desemboca en el río de la Plata, después de un curso de doscientas cincuenta leguas en el que recojo el tributo de innumerables afluentes. El mayor y más hermoso de todos ellos es el Rio Negro, llamado Hum por los charrúas, el cual atraviesa de Este a Oeste la República Oriental y recoge en su largo curso las aguas de más de la mitad del territorio.

A alguna distancia de la desembocadura del Rio Negro hállase la del arroyo San Salvador, cuyas márgenes y las de aquél son el teatro de este poema.

El río Uruguay en su desembocadura recoge la prodigiosa cantidad de aguas de los ríos Paraná y Paraguay, o más bien dicho, todas ellas se juntan para formar una gran desembocadura llamada boca del guazú. Esta, conjuntamente con el Plata era llamada por los indios Paraná-guazú, que quiere decir río como mar (Para, mar; ana adverbio comparativo; guazú, grande).

El Uruguay tiene un curso de doscientas cincuenta leguas sin contar el Plata; describe grandes sinuosidades; forma innumerables islas; es hoy navegable hasta la barra del Piratiuí y con muy poco esfuerzo, no tardaría en serlo hasta muy cerca de sus fuentes que brotan del corazón de la América Meridional. La circunstancia de correr de Nortea Sud y de atravesar por consiguiente, por distintas latitudes y climas, puede dar idea de la importancia del gran río que, con el Paraná, forman el Eufrates y el Tigris americanos, incomparablemente más estensos y más ricos que los que hicieron nacer en sus márgenes a las Nínives y Babilonias de la antigua opulenta Mesopotamia. <<

[6] Ombu (Pircunia Dioica).— Llamado en España Belombra. Árbol originario de América (aunque existen opiniones en contra), frondoso y elevado. Alcanza una altura de 16 a 18 metros; descuella por consiguiente sóbre los otros árboles, aunque de ordinario crece aislado en el territorio uruguayo y busca siempre las alturas. Es el árbol de nuestras ruinas y de nuestras soledades. Aunhoy cuando estas desaparecen, el pueblo mide las distancias y desígnalos parajes por medio de referencias a antiguos y conocidos ombúes. <<

[7] Mburucuya (Pasiflora Ccerulea).— Enredadera conocida también con los nombres de pasionaria, pasiflora o flor de la pasión; el pueblo ha hallado en sus hermosas flores representados los atributos de la pasión del Salvador. Su fruto es comestible, amarillo exteriormente y rojo en el interior. <<

[8] Hum.— Nombre que los charrúas daban al Río Negro. (V. URUGUAY.). Hu, que se pronuncia con un sonido nasal, quiere decir negro en guarany. <<

[9] Paranáguazú. (v. Uruguay). <<

[10] Ceibo o Ceiba (Erythira Crista Galli; Chopo en España).— Arbusto o árbol que, a las veces, alcanza una altura de ocho metros; su madera es liviana, porosa y acuosa; sus hermosísimas flores son de un color rojo muy vivo. <<

[11] Tabaré.— El nombre de Tabaré se encuentra en el Viage al Río de la Plata y Paraguay de Ulderico Schmidel, aventurero alemán que acompañó al bravo y honesto Alvar Núñez en su memorable expedición al Paraguay.

También Rui Diaz de Guzmán, en su Historia Argentina, nos da a conocer ese nombre, aunque en distinta acepción que Schmidel.

Este nos presenta a un cacique Tabaré, que hizo sudar el hopo, como decía Cervantes, a los bizarros expedicionarios de Alvar Núñez, en las inmediaciones de la Asunción, que los indios llamaban Lambaré.

No es ese, sin embargo, el protagonista de mi poema.

¿Cuál es entonces?

Otro; y para explicaciones basta y sobra con lo dicho.

Quede sólo sentado que Tabaré es el nombre de un cacique que un día existió; y que la voz Tabaré es genuino y muy característica de la lengua tupí. Lo cual, unido al sonido eufónico de esa voz, me indujo a adoptarla para designar con ella a mi protagonista; y, por fin, que la palabra Tabaré está compuesta de las voces taba, pueblo o caserío y , después, es decir: el que vive solo, lejos o retirado del pueblo. (Acotaciones de Angelis a la Historia de Rui Diaz).

¡Ojalá que mi Tabaré, olvidado por los historiadores porque no lo vieron, o no quisieron, o no pudieron verlo, resulte, sin embargo, más histórico que el Tabaré de Schmidel o de Rui Diaz!

Mucho pedir es eso; sin embargo, lo diré sin vana pretensión: no creo que los cronistas de la conquista (incluso el bueno del arcediano Centenera que tantas cosas archicuriosas vio por estos mundos con los ojos de la imaginación que dio vida a La Argentina) no creo, digo, que los cronistas hayan visto a aquellos indiotes estrafalarios que tanto quehacer dieron a los heroicos conquistadores, con mayor intensidad que la con que yo he visto a mi imposible charrúa de ojos azules.

Yo creo firmemente que las historias de los poetas son, a las veces, más historia que la de los historiadores. Los criterios se imponen, es cierto, a la humanidad; pero la inspiración se impone a los criterios y vaya lo uno por lo otro.

¿Qué sitio de la tierra en que pudiera haber hacido hubiera dado mayor longevidad al bueno de Dn. Alonso Quijano que el cerebro de Cervantes, sitio privilegiado en que nació con su indigestión constitucional de libros de caballerías?

¿Tiene acaso una vida más real en el criterio de la humanidad el rey don Felipe que el loco don Quijote?

Y, puesto que, apesar de mi aversión a prólogos y proemios y otras zarandajas, estoy cayendo, quieras que no, en ellas (puesto que no en otra cosa que en un prólogo a parte post se está convirtiendo esta nota) vayan algunas ideas que están en este momento retozando bajo los puntos de mi pluma.

Alguien, cuya opinión me merece respeto, me decía después de conocer el plan de mi poema: ¿Porqué no personificar la raza en una mujer? ¿No sería ello más fácil, más verosímil y más conducente al propósito fundamental de la obra?

No: debí personificarla en un hombre casi imposible, como pude haberla encarnado en una fiera no clasificada por los sabios, y que, a pesar de ser fiera, nos inspirara compasión y hasta amor y ternura.

¿No es hermosa la ternura humana puesta en un tigre agonizante? ¿No es posible? Y si se consigue despertarla ¿no puede llegar a ser original?

La fiera raza charrúa, aun para pedir una lágrima de compasión, debía presentarse encarnada en Tabaré y no en Liropeya, la virgen salvaje de nuestra leyenda indígena.

Era imposible que al asomarse el poeta al abismo en que duerme la estirpe indómita el sueño de la tierra; que al llamarla a gritos desde el borde lejano, le hubiese contestado desde el fondo una voz de mujer.

Eso hubiera sido acaso el idilio salvaje, la leyenda vestida de plumas de colores. Yo llamaba a la epopeya.

Quien me ha respondido, no lo sé. He escrito la respuesta en este libro.

¡La epopeya!, oigo clamar al tratadista de retórica y poética. ¡La epopeya con un salvaje oscuro por protagonista y con un caserío y una selva por teatro! ¡La epopeya en verso asonantado y sin octavas reales!

Oh adoradores de las venerables tradiciones de forma: yo que venero al viejo padre Homero; yo que no concibo el arte sin la belleza de la forma, no creo, sin embargo, que esté dogmáticamente establecida la forma de la belleza.

Inoculad el espíritu épico en un organismo literario hermoso, y habréis realizado la epopeya.

¿No existen epopeyas dramáticas? ¿No se ha llamado epopeya al Quijote, a La vida es sueño o a Los cantos de Ossián?

La epopeya no es una forma literaria; lo que la caracteriza es el agente que imprime movimiento e impone desenlace a la acción.

¿Y lo maravilloso?, se me dice. Precisamente lo maravilloso en la epopeya es la desaparición de la voluntad humana como agente de la acción, a fin de que esta sea movida por una fuerza superior.

Y cuando la criatura desaparece, no hay término medio: tiene que aparecer el Creador.

La encarnación de sus leyes misteriosas en los sucesos humanos se llama creación épica.

Los antiguos hablaban del Hado.

¿Porqué se habrá conservado la palabra sin sentido «fatalidad» en los diccionarios de las lenguas cristianas?

No me incumbe indicar cómo están personificados estos principios en Tabaré: si él es acreedor a algo más que a la indiferencia, la critica lo dirá.

Baste con lo dicho en cuanto al espíritu de la obra.

En lo que se refiere a la forma, ¿será digna de ser tenida en cuenta por la crítica la labor que he condensado, no ya en la estructura de la estrofa, pero sí en la de la frase, que he procurado arrancar al estudio de la lengua tupí, procurando desentrañar el pensar y el sentir del indio de la índole del idioma, y buscando el medio de hacerlo hablar tupí en castellano.

Sueño frío, cuerpo que fué, tiempo de los soles largos, luna de fuego, con su claro significado de muerte, cadáver, verano, estrella, y cien otras que el mismo contexto indicará, son imágenes bellísimas indudablemente; pero que no son hijas de la inspiración subjetiva, sino de una investigación laboriosa de la etimología de las voces guaraníticas con que esas ideas se expresaban por el indio.

Mucho habría que decir sobre este punto; pero tampoco me incumbe: ahí esta la obra. L o que había de decir al respecto esta o no en el poema y en cualquiera de los dos casos holgaría en esta nota.

Por la misma razón creo fuera de sazón toda observación sobre fauna, flora, filología, costumbres charrúas… etc.

No soy yo quien debo decir si en estas páginas se respiran o no las auras de la patria uruguaya; si el poema es nacional; si sus árboles son nuestros árboles, sus rumores son nuestros rumores, sus alboradas y sus siestas y sus tardes, las tardes, siestas y alboradas de nuestra tierra incomparable; si el pájaro que canta, y la enredadera que trepa, y el río que corre, y la loma que despierta o se arropa en su neblina, y la estrella que tiembla en su luz, son o no nuestras lomas, y nuestras estrellas y nuestros cantos.

¡Oh, si lo fueran!

Creo que he andado, al escribir esta obra, por sendas no holladas u holladas poco por plantas humanas.

No me es dado, sin vana pretensión, aspirar al titulo de creador; me daré por bien servido si consigo el de explorador medianamente afortunado. <<

[12] Nutria (Myopotamus Coypus).— Es un animal del orden de los Roedores, especie de rata de agua que hace su cueva a orillas de los ríos y arroyos y al pie de los barrancos. Se le vé, sobre todo al caer la tarde o de noche, nadar en las corrientes o correr por las márgenes de los arroyos y ríos. <<

[13] Teru-Tero (Vanellus Cayenensis).— Ave del orden de las Zancudas, familia de los Hoplópteros. Acaso corresponde a la llamada ave fría de espolón. Está caracterizado por un espolón o púa acerada que tiene en la articulación de las alas. El teru-tero es el centinela de los campos; a todas horas, sin excluir las de la noche, anuncía la más mínima novedad por medio del grito estridente que le ha dado nombre. <<

[14] Guayabo (Eugenia Cisplatensis).— Árbol de mediana estatura, originario del Brasil meridional, Uruguay, y Rep. Argentina. Su fruto es comestible y su madera oscura. <<

[15] Quebracho (Quebrachia Lorentzii, Loxopterygium Lorentzii).— Árbol de 10 a 15 metros de altura, y de un metro de diámetro en el tronco; su madera es oscura, pesada y durísima; los indios construían con ella sus armas; hoy se emplea en construcciones fuertes como durmientes de ferrocarril, masas de rodado, enmaderados de casas, tablazón de buques, etc. <<

[16] Ñacurutú (Buho Virginianus).— La voz guaranítica quiere decir: jibado, encojido; algo como actitud recelosa o de acecho. Ave de rapiña nocturna de la familia de los Estrígidos, subfamilia de los Otidos, correspondiente acaso al gran duque de Europa. Se distingue por los mechones de plumas en forma de cuernos sobrepuestos a las orejas. Los ojos grandes aplanados movibles y de un color amarillo vivísimo aumentan en el ñacurutú ese carácter fantástico de las aves nocturnas, tan ocasionado a despertar las curiosas supersticiones del vulgo. <<

[17] Yacaré.— Reptil del orden de los cocodrilos, familia de los Caimanes. En la obra de Brehm, La Creación, lo veo con el nombre de chacaré, probablemente por adulteración o arreglo oficioso de la voz tupí yacaré o más bien porque el que tradujo al castellano del alemán la citada obra era poco versado en achaques guaraníticos. Baste, pues, saber que el yacaré de los guaraníes es el reptil llamado caimán. <<

[18] Leopardo.— Conocido también como jaguareté. Compuesto de las voces guaraníticas «jagua», perro, «reté», cuerpo; quiere, pues, decir cuerpo de perro. Es el tigre americano; según Humboldt, es de las mismas dimensiones y fiereza que el tigre real. Su altura hasta la cruz llegará a 0,80 y a 1,45 desde el hocico hasta la raíz de la cola, que mide 0,68. Es el más grande y el más fuerte del orden de los Félidos, grupo de los leopardos, y el más temible del nuevo continente. El pelaje en la mayoría de los individuos es de un amarillo rojizo, si bien predomina el blanco en el interior de las orejas, el hocico, las mandíbulas, la garganta, la parte inferior del cuerpo y la interior de las piernas. Todo su enorme cuerpo está cubierto de manchas, unas veces pequeñas, negras y circulares y otras grandes en forma de anillos ribeteados de rojo y negro. Muy abundante en tiempo de la conquista, hoy el jaguareté está en vías de completa extinción en nuestro país. <<

[19] Ahue.— Árbol indígena. Reyes, en su Geografía de la República, dice de él lo siguiente: «En los sotos o isletas desprendidos de los ríos al N. del territorio, se encuentra un hermoso árbol, frondoso y de alto porte, madera blanca y fuerte como el guayabo, cuya maléfica sombra rechaza toda vegetación en sus contornos y que daña instantáneamente al que, por ignorar sus propiedades, se cobija en ella, causando un sopor y aniquilamiento que generalmente acarrea fatales consecuencias. Creemos, por la tradición que hemos oído, que los indios le llamaban el ahué o árbol malo». <<

[20] Guayacan (Polieru Hygrométrica).— Arbusto pequeño, de madera muy dura y resistente y flores copiosas y muy blancas. <<

[21] Chajá (Cauno Chavaría).— Ave zancuda, de la familia de los Catinos. Su nombre en guarany (yajá), remedo de su graznido, quiere decir ¡Vamos! Es de color ceniciento y tiene las patas encarnadas. Las articulaciones de las alas tienen dos púas o espuelas aceradas en cada una; la del ala derecha es mayor y más fuerte. Es ave de bastante corpulencia; llega hasta medir más de un metro de vuelo. Es muy común en las lagunas, ríos y bañados. <<

[22] Biguá.— (¿Graculus carbo?) Ave palmípeda de la subfamilia de los Gracúlidos. Es negra, de largas alas y se encuentra muy comúnmente en los ríos, a cuyas orillas se agrupa en bandadas. Acaso tiene analogías con el Cormoran; no he encontrado con perfecta exactitud su clasificación científica. <<

[23] Sarandi.— En guarany, quiere decir lugar donde hay mucha maleza Sarán, maleza, di sitio dónde hay mucho. (Blanco, colorado y negro. Phyllanthus Selowianus, Cephalanthns Sarandi). Arbusto común en las riberas. Crece en la misma orilla de las corrientes, de modo que las aguas bañan de ordinario los troncos. <<

[24] Carpincho (Hidroquero Capibara).— Animal mamífero del orden de los Roedores, familia de los Cávidos. Para la descripción de este animal, el mayor y más notable que se conoce en el orden de los roedores, dejo la palabra a Azara, que fué el primero que lo hizo conocer a la ciencia: «Los guaranis, dice, le llaman capugua, de donde le viene el nombre español de capibara; los indios le designan con el nombre de lakay si es pequeño y de otschagú si es grande. Habita el Paraguay hasta el río de la Plata, y sobre todo las orillas de los ríos, lagos y corrientes, pero sin alejarse más de cien pasos de ellas. Cuando se le asusta, lanza un sonido fuerte y sonoro que podría traducirse por ¡ap!, y no asoma más que la nariz. Si el peligro es grande o tiene el animal alguna herida, se sumerge y nada muy grandes trechos debajo del agua Largos ratos se sienta sobre sus patas posteriores sin moverse Los pequeños siguen a su madre; son muy fáciles de domesticar; se les puede dejar libres; salen y vuelven; acuden cuando se les llama y se alegran cuando se les acaricia».

El carpincho sale del agua a pacer generalmente al caer la tarde; suele andar en manadas; corre y da grandes saltos al lanzarse al agua con estrépito dando el fuerte grito a que se refiere Azara. <<

[25] Molle (Moya Espinosa).— Árbol indígena de mediana estatura; crece tortuoso y sus ramas son espinosas; su fruto es comestible, aunque algo resinoso, cualidad muy común en los frutos de la flora indígena. <<

[26] Ñandú.— Nombre guaranítico del avestruz americano. <<

[27] Urunday (Astronium Juglaudifolium).— Árbol alto y frondoso de las selvas sub-tropicales donde llega a una altura mayor de veinte metros. En el territorio oriental del Uruguay donde existe no alcanza esas colosales proporciones; pero las adquiere muy considerables. Su madera es de construcción, muy buena, sumamente sólida y resinosa; une a su solidez cierta elasticidad, circunstancia que hace muy verosímil el supuesto según el cual los indios construían sus arcos de las ramas de este árbol con preferencia. <<

[28] Urucu (Vixea Orellana).— Planta originaria de América. La masa pulposa que envuelve las semillas es de un color encarnado-anaranjado y tiene olor a violetas. Es sustancia tintórea que aun hoy emplean los indios matacos y chiriguanos para teñirse el cuerpo de un color anaranjado vivo. <<

[29] Carancho (Polyborüs Vulgaris).— Ave del orden de las Rapaces diurnas, familia de los Falconídeos, acaso la más común y la más rapaz entre las de su especie que existen en la República. Es de un color gris oscuro y se posa muy comúnmente en el suelo. Los indios le llamaban también caracará, sin duda por la analogía fonética de esa voz con el desapacible graznido del ave. <<

[30] Mamanga.— (Se le suele decir mangangá; la etimología guaranítica exije, sin embargo, la voz que yo he adoptado y que es la que se emplea en el Paraguay y Corrientes donde aún se habla el guarany). Nombre indígena de los abejorros, insectos de la familia de los Himenópteros. Tipos gruñones los llama Landois. «Posados perezosamente en las flores, dice un autor citado por Brehm, siempre están zumbando, y parece que no se ocupan de otra cosa». La especie más común es negra con algunos segmentos del abdomen blancos; hay otras en que el escudete y los primeros segmentos del abdomen son amarillos y rojos y también todos amarillos. Todas o casi todas las variedades de este insecto existen en la República Oriental del Uruguay. La expresiva voz guaranítica mamangá significa algo como cosa que zumba dando vueltas; describe el insecto. <<

[31] Guabiyu.— Árbol de la familia de las Mirtáceas, de hoja carnosa y verdi-negra y de fruto dulce y agradable. <<

[32] Caicobé.— Sensitiva. La voz guarany quiere decir planta que vive. Es conocida la propiedad que tienen sus hojas de plegarse, como movidas de un resorte, al más mínimo contacto exterior. <<

[33] Cipo.— Enredadera muy resistente con cuyo tejido fibroso pueden hacerse cuerdas de tanta consistencia como las del cáñamo. <<

[34] Camoatí.— Nombre indígena de los grandes panales de miel que construyen con barro entre las ramas de los árboles las abejas o avispas silvestres. <<

[35] Chingolo (Zonotrichia Australis).— Ave del orden de los Paserinos o pájaros cantores. He hallado al chingolo clasificado con este mismo nombre en la gran obra de Brehm La creación; lo manifiesto porque muy comúnmente la fauna Sud-Americana brilla por su ausencia en las obras de historia natural. Así describe Audubón, transcrito por Brehm, las costumbres del chingolo: «De repente se ven todos los cercos y jarales cubiertos de aquellos preciosos pájaros ¡aparecen en bandadas de 30 a 50; sallan a tierra para buscar su alimento; pero a la menor alarma se refugian todos en el más espeso matorral. Un momento después, aparece un pájaro en las altas ramas; sigúele un segundo y un tercero y entonces da principio un agradable concierto. Su voz es de una dulzura tan agradable que a veces me extasiaba oyéndolos. Por la mañana, sin embargo, lanzan gritos estridentes que podrían traducirse por twit».

Ese es, efectivamente, nuestro conocido y pequeño chingolo, cuyo canto dulce consta generalmente de cinco notas y que, durante las siestas, se oye diseminado en los cardales o en los pequeños arbustos. <<

[36] Pajabrava (Col.-Etenia Gineiuoídes).— Grama que se cría a orillas de los arroyos y ríos; su hoja es larga, muy brillante y dentada; en el centro de estas se levanta una caña en cuya extremidad se forma un penacho blanco. Se usa para techos de ranchos o pequeñas casas de campo y también como adorno de los salones. <<

[37] Mirasol.— Ave del orden de las Zancudas, familia de las Pluviales. Tiene analogías con el Pluvial dorado y el variado. Es de un color verde o almendra con orlas negras y las largas patas negras; o bien verde claro con las patas amarillas. El pico es largo y sumamente agudo. Habita los pantanos. <<