[1] Rojas, F de: La Celestina. Buenos Aires. 1963, página 108. <<
[2] De ello se deduce lógicamente que todavía ve con mayor recelo al psiquiatra. Los especialistas de esta rama de la medicina se lamentan de las dificultades con que topan. «No cuento lo mío a un cura, y voy a decírselo a él». <<
[3] La realidad histórica de España, pág. 246. <<
[4] ORTEGA y GASSET. Obras Completas (tomo V), pág. 195, Madrid, 1958. <<
[5] La impuntualidad es otra muestra de soberbia porque implica el desprecio hacia el que espera. En un pueblo andaluz el nuevo párroco se asombró al ver que los funerales se fijaban «a las siete para las ocho». Preguntó y le dijeron que esa era la fórmula para asegurar la asistencia. «Y si se va a hacer de todas formas a las ocho, ¿por qué no decimos a las ocho?». Le miraron escandalizados: «¿Para que venga la gente a las nueve?». <<
[6] Llevando esa discriminación al absurdo un español ingenioso se defendía de las censuras por haber abandonado a su esposa por una chica pizpireta y atractiva. «Pero naturalmente —repetía—, ¿cómo voy yo a acostarme con una señora respetable que es la madre de mis hijos? Resulta feo». <<
[7] Quizá la desconfianza hacia los demás explica el feo significado de la palabra «prójima» entre nosotros. <<
[8] La apelación a la «honra» nacional de los españoles aparece en los manifiestos políticos de 1820, 1868, 1920, 1923, 1930 y 1936. <<
[9] ORTEGA y GASSET. Obras Completas, tomo II, pág. 109. <<
[10] ORTEGA y GASSET. Obras Completas, tomo II, pág. 117. <<
[11] ORTEGA y GASSET. Obras Completas, tomo II, pág. 108. <<
[12] ANTONIO MACHADO. Discurso en homenaje a Pérez de la Mata. L-X —1910. Cit. por H. Carpintero, «La Torre», núms. 45-46, p. 27. Puerto Rico, 1964. <<
[13] La revista humorística «La Codorniz», ante el furor iconoclasta siguiente a la guerra civil, propuso que, para evitar confusiones, se variase sólo el adjetivo, dejando intacto el nombre del antiguo patricio. Por ejemplo, la calle del «Glorioso Pérez» podía pasar a ser llamada calle del «Malvado Pérez». La pasión política se satisfaría sin perjudicar la orientación ciudadana. <<
[14] En lo de los banquetes tenía totalmente razón. La violencia verbal que en ellos se desarrolla (véase Envidia) puede deberse en parte a la irritación que causan sus platos. Parece que no hay restaurante, por bueno que sea, capaz de servir a más de veinte personas una comida digna. Y el resultado es desgraciadamente irrevocable, porque como apuntaba Eugenio d’Ors: «Una mala cena es una cosa que no se recupera jamás». Curiosamente nos arriesgamos continuamente a ello. Hay pocos países donde se den banquetes con tanta prodigalidad y por motivos más varios. Una vez en Madrid le dimos una comida a un escritor con fama de fracasado y desafortunado; sólo por eso. No sé si nos movía la caridad o la satisfacción. <<
[15] La España del Cid. Madrid, 1924, II, 696. <<
[16] BAROJA, PÍO: Memorias, Madrid, 1955. <<
[17] El individualismo español. Ensayos. <<
[18] UNAMUNO, MIGUEL DE. Obras selectas, Madrid, 1955, p. 539. <<
[19] UNAMUNO, MIGUEL DE. Obras selectas, Madrid, 1955, p. 539. <<
[20] El adjetivo «ambicioso», que en Estados Unidos es un elogio al referirse a alguien deseoso de mejorar su posición social y la de su familia, es un insulto en España. ¿Porque con su esfuerzo obliga a los demás a trabajar más? ¿Porque equivale a que intenta subir por malas artes? <<