SOBERBIA

«La soberbia, como primera en todo lo malo, cogió la delantera […] Topó con España, primera provincia de la Europa. Parecióle tan de su genio que se perpetuó en ella. Allí vive y allí reina con todas sus aliadas: la estimación propia, el desprecio ajeno, el querer mandarlo todo y servir a nadie, hacer del Don Diego y «vengo de los godos», el lucir, el campear, el alabarse, el hablar mucho, alto y hueco, la gravedad, el fausto, el brío con todo género de presunción y todo esto desde el más noble hasta el más plebeyo».

Baltasar Gracián. El criticón, Crisi XIII (s. XVII).

«Si alguna vez os vienen ganas de salir de la Europa moral sin pasar empero las fronteras de la Europa geográfica, venid a España. ¡Oh, Dios mío! Dicen que los reyes se van, pero eso no es verdad; aquí tenemos a vuestras órdenes y a las de todos en general quince millones de reyes».

Donoso Cortés. «Carta a Luis Veuillot». 22-111-1849. Obras completas, 2-633 (s. XIX).

«Humildad rebuscada no es humilde y lo más verdaderamente humilde en quien se crea superior a otros es confesarlo; si por ello le motejan de Soberbia, sobrellevarlo tranquilamente […], la más fina, la más sencilla humildad es no cuidarse en ser tenido por nada, ni por humilde ni por soberbio, y seguir cada uno su camino, dejando que ladren los perros que al paso nos salgan y mostrándose tal cual es, sin recelo ni habladurías».

Unamuno. «Sobre la Soberbia». Obras selectas, Madrid, 1960, p. 238 (s. XX).