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Lento está vivo, y él es el más sorprendido por ello. Es todo dolor. Los vendajes roñosos, la botella sucia goteando su contenido «curativo» en sus venas a través de una vía sanguinolenta, el respirar pesado.

I’m… soy… annoyed. —A los pies del colchón está Alto. Si uno es dolor, el otro parece preocupación encarnada.

—Pero consciente. Parece que mejora, aunque nadie lo creería posible viendo las habilidades médicas de ese carnicero. —Da la impresión de caer en la cuenta de lo desafortunado de esas palabras dichas a un herido grave, quién sabe si moribundo. Como disculpa dice—: ¿Le duele?

—Sí… soy más… mi cabeza…

—¿Se marea?

—Eso. Mareado… ¿Cuánto he…?

—Ha estado inconsciente un día entero… creo, en esta madriguera el tiempo pasa a su aire. Temí que fuera algo peor, la fiebre… pero parece que fueron los calmantes. —Señala al gotero mugroso—. Hoy ha reducido la dosis, y usted ha abierto los ojos.

—Eso… que atacó a mí…

—Sí, debió ser espantoso. Como todo este asunto.

—Aguirre.

—Lo he vuelto a ver. Le contaré lo que me ha dicho, estoy ya perdido. Tumblety ha aparecido de nuevo, lord Dembow quiere que Torres fabrique el ajedrecista…

—Ajedrez… tiene que seguir… leer para mí la novela.

—¿Novela?

—El dec… el trece trabajo de Hércules…

—¿El folletín?

—Sí, habla de ajedrez… ¿por qué nos dan eso a leer?

—A usted, yo no lo pienso ni ojear… bueno, se lo leeré si le tranquiliza. Pero son más importantes las conversaciones con Aguirre.

—Siga yendo. Los asesinatos… tienen que ser ya cerca…

—Sí, no hay muchas cosas más que hacer aquí encerrados. Ahora lo estamos los dos.

—¿Por…?

—Ya no me deja salir. Ahora descanse, yo voy a visitar de nuevo a… al viejo.

—Sí… William.

—¿Cómo?

—El autor… R. William.

—¿No podría ser la viuda Arias? Con su amor por las novelas rosa, puede que…

—Pregunte a detective por autor.

—Le digo que ya no podemos salir.

—Oh. Tal vez un… nom de plume

—Sí, es posible. Y es posible que sea otra persona cualquiera. Sea quien sea, ¿por qué nos…? —Lento respira más pausado, con los ojos cerrados. Al alzarse su pecho, se escucha un ruido áspero, gorgoteante.

Alto lo arropa, pese al enorme calor, y ve la cara de dolor de su compañero al sentir el peso de las sábanas.

Sale del cuarto.