____ 06 ____

La puerta se abre con brusquedad, y salen por ella ambos visitantes, empujados de los brazos por Celador, con muy malos modales.

—No, aguarde —ruega Lento—, no puede… a punto va a decir…

—Dijo que nos daría más tiempo… —dice Alto.

—¿Es que no ven lo cansado que está? —Celador los suelta y se encara furioso. Es muy corpulento, más bajo que Alto pero le dobla en peso. Su mirada y su voz profunda están diseñadas para achantar al más bravo—. Por el amor de Dios, señores —rebaja el tono amenazante—, ¿es que no tienen caridad? Después de lo que abusaron ayer… aún no ha pasado la hora y ya está…

—Usted aceptó dinero —dice Lento—. Se comprometió. —Aguarda mientras Celador refunfuña y escarba como un toro manso—. Si es como asegura, no creo que le pueda hacer daño, solo tiene que…

—Muy bien. Pero en cuanto yo diga que paren, tienen que dejarlo. Aguarden un minuto aquí.

Entra en el cuarto del señor Aguirre. Los visitantes respiran tratando de apaciguarse tras la brusca interrupción. Alto mira por el ventanuco, luego a su compañero, por el ventanuco una vez más y dice:

—¿Qué quería decir antes? —Lento pone cara de no entender—. Con lo de que hay que venir de noche…

—Sí. Aquí estamos… como se dice… hay que creer de lo que este señor quiera contarnos, y por crédulo que me considere, no imaginará que no doy cuenta que aquí no hay nadie más que nosotros y este… ladrón. Y los insectos y…

—Concrete —apura Alto—, que está a punto de salir.

—Esta noche, con cuidado, entramos y vemos a mr. Aguirre, sin que el señor…

—Y de paso, registramos todo el lugar.

—Vaya, no le tenía por tan… tan osado.

—Ya está aquí. —Alto se aparta de golpe de la puerta.

—¿Entonces? —susurra Lento—, ¿venimos esta noche?

—Cuente conmigo.

—Muy bien —irrumpe Celador, estirándose la bata roñosa—. Entren. Les ruego que sean compasivos y miren por la salud de mi paciente. Yo estaré aquí, observando como siempre. Adelante, pueden continuar con la historia.