Colonias Escolares

Durante la Segunda República se crearon más de doscientas Colonias Escolares, la mayoría en la Comunitat Valenciana durante la guerra civil, que fueron a la vez refugio, familia y escuela para niños evacuados de Madrid y otras ciudades bombardeadas. En septiembre de 1937, en la zona leal, en régimen familiar había 406 colonias con 33.121 infantes y 159 colonias colectivas con 12.027 niños y niñas. En agosto de 1938 había 310 colonias colectivas, que atendían a más de 23.000 colonos. En noviembre de 1938, el total general de niños y niñas, residentes en la zona republicana, ascendía a 3.715.000.

El fin de estas colonias era librar a los niños de los horrores de la guerra y humanizar las circunstancias que atravesaba la infancia. Los 185 alumnos de Picanya fueron trasladados a Mula (Murcia) en julio de 1938, con el fin de destinar los chalets al reagrupamiento de las Brigadas Internacionales tras la orden de retirada.

Las tres de las primeras diez Colonias Escolares que el Ministerio de Instrucción Pública (MIP) habilitó en Valencia estuvieron instaladas en la localidad de Picanya, en los chalets modernistas de tres fincas de naranjos incautadas a sus propietarios (los huertos de Albiñana, Lis y Coll), y se convirtieron en un modelo para las colonias creadas en la retaguardia. L’Hort de Lis se conocía como la colonia holandesa, al estar apadrinada por la asociación humanitaria Hulp aan Spanje (Ayuda a España) de Ámsterdam, mientras que l’Hort de Coll contó con el respaldo del North American Committee to Aid Spanish Democracy (Comité Norteamericano de Ayuda a la Democracia Española) de Nueva York.

El cartelista valenciano Arturo Ballester ilustró una serie de posibles imágenes de los alumnos, para que los menores evacuados escribieran a sus familias. Antonio Machado escribió estos versos que acompañaban las postales: «Ved al niño, encaramado en el árbol de la ciencia; entre sus piernas, la rama, el fruto entre ceja y ceja».