Carmen

24 de noviembre de 2010

Carmen López

Natalia, tienes que perdonarme que pase tanto tiempo sin contestarte, y más cuando me haces preguntas concretas que tienen una respuesta sencilla. Me preguntas por qué no podemos juntar nuestras dos mitades de la historia para hacer una historia única, no única en el sentido de especial, ya lo sé, sino única en el sentido de una sola versión, no de la época que compartimos, o no sólo de esa época, sino de toda la vida que nos hemos perdido.

Yo no sé nada de ti, y tú no sabes nada de mí, y eso es triste, porque durante mucho tiempo creo que fuimos las personas más importantes del mundo la una para la otra. Me acordé mucho de ti cuando vi Thelma y Louise, supongo que la habrás visto. Pero no porque pensara que una de las dos era una amargada reprimida metida en un matrimonio que la hace infeliz y la otra una resentida con la vida que no se fía ni de su sombra, aunque vete tú a saber qué es lo que somos en realidad. Es broma. Lo último, digo. Me acordé de ti porque pensé que en ese momento tú y yo éramos así, más fieles la una a la otra que a ninguna otra cosa o persona de este mundo, capaces de llegar hasta el final, hasta el fondo del precipicio, como ellas.

Pero también creo que este vacío, este paréntesis, es una gran oportunidad. ¿Para qué?, te preguntarás. Pues para poder rellenarlo. ¿No te da la sensación, muchas veces, de que en el día a día tomas decisiones rápidas, muchas veces incluso precipitadas, sobre las que nunca vuelves a reflexionar? Pero ahora es como si tuviéramos un mapa en blanco delante de nosotras y pudiésemos ir colocando, recolocando, mejor dicho, montañas, valles, ríos, pueblos, ciudades, países, continentes, mares y océanos donde siempre tuvieron que estar y no donde estaban, en cualquier lugar, como dejados caer. Porque cada cosa tiene su sitio, tiene su porqué, aunque no nos demos cuenta.

Es verdad que para que algo así, como lo que nosotras teníamos, se rompa tiene que haber una causa. Y es verdad que la hubo, que la hay. Pero no tiene nada que ver contigo, sino conmigo, y es ahora cuando me doy cuenta, gracias a ti, aunque no hayas hecho nada.

Es sólo que en estos meses he pensado tanto en todo lo que te quería contar que al final he acabado contándomelo a mí misma, todo, incluso las cosas que me he estado ocultando toda la vida, la vida entera. Joder.

No pienses que son grandes misterios, no es para tanto.

Es sólo que no soy lo que quiero ser, lo que pretendo ser, lo que aparento ser.

Soy infeliz.

Soy cobarde.

Soy una persona triste.

Soy un ser humano miserable.

Soy alguien que está amargada y que parece disfrutar amargando la vida a quienes están a su alrededor.

Pero eso no es cierto, y sufro cuando lo hago.

Y me pregunto por qué lo hago.

Y no encuentro respuesta.

Y sé que no es verdad: sí, lo sé.

Pero me da miedo.

Odio el gimnasio.

Me tiño el pelo, no soy rubia natural, pero eso tú ya lo sabes porque me conociste morena.

Soy mezquina.

Soy mentirosa.

Soy egoísta.

Se me da bien juntar las tres cosas, esas tres partes de mi carácter, para tergiversar la realidad en mi propio beneficio. Me sale bien. Al menos eso lo puedo decir: soy buena manipulando. Es más, cada vez me sale mejor.

Olé. Bravo por mí.

Soy infiel. Lo he sido tres veces y las tres me he arrepentido porque Javier no se lo merece, eso para empezar, y porque tampoco he conseguido lo que pretendía: sentirme satisfecha, sentirme feliz, sentirme, al menos, bien.

Me porto mal con la gente que me quiere, tal vez porque sé que me van a aguantar. Por ejemplo, con mis padres. Les trato como si me cayeran mal, y luego me arrepiento y entonces les trato como si les adorase, que es la verdad, porque les adoro. Creo que ellos creen que padezco un trastorno bipolar. A veces yo misma lo creo.

Hago un esfuerzo titánico, titánico, me encanta la palabra, titánico, titánico, titánico, para aparentar que mi vida es feliz, que es perfecta, porque si alguien, cualquiera, cualquier persona, se diera cuenta de la realidad, no de la realidad que me rodea, sino de la realidad que está dentro, en mi interior, saldría corriendo, huyendo, para alejarse de mí.

Creo, no, mejor dicho, sé, que soy la peor persona que pisa la faz de la tierra, que no merezco el aire que respiro.

Pero quiero que sepas que te quiero, que fuiste mi mejor amiga, que eres la única amiga que he tenido, que me acuerdo tanto de ti, tanto, que te debo tanto, que si algún día me atrevo a salir de aquí, de aquí adentro, será gracias a ti, gracias a lo que tú me hiciste sentir, descubrir, desear…

Hace dos minutos

Carmen López

Nat, Natalita, Natalia, tienes que perdonarme.

Esta noche Javier ha salido a celebrar que ha ganado un juicio y cuando he acostado a los niños me he bebido yo sola una botella de vino, y luego me he puesto un gintonic de esos tan fashion con la ginebra azul.

Total, que estoy borracha como una cuba.

No hagas caso de nada de lo que te he contado.

Hace veinticuatro segundos

Carmen López

Borra mis correos, ¿quieres?

Ya estoy avergonzada por todo lo que te he dicho. Voy a vomitar.

Hace aproximadamente una hora

Natalia Soler

¿Estás mejor?

Hace siete minutos

Carmen López

No. He vomitado. Me duele la cabeza y estoy profundamente arrepentida por todo lo que te he contado.

Olvídalo, por favor.

Hace treinta segundos

Natalia Soler

De eso nada, ya sabes lo que dicen.

Hace tres segundos

Carmen López

¿Qué es lo que dicen?

Hace un segundo

Natalia Soler

Pues que los niños y los borrachos dicen toda la verdad.

Hace un segundo

Carmen López

Espera, voy a vomitar

Hace un segundo

Natalia Soler

¿En serio? ¿O es coña?

Hace nueve minutos

Carmen López

En serio, en serio… Creo que mi primera papilla la tomé el 13 de enero de 1969, y la he tirado hoy mismo por el váter. Me ha dado pena, no creas, llevábamos muchos años juntas, la primera papilla y yo.

Hace un segundo

Natalia Soler

Ja, ja, ja.

Qué graciosa eres, incluso borracha!!!!

Hace tres segundos

Carmen López

No estoy borracha, creo que ya he avanzado a modo resaca: me duele todo, me tiembla el cuerpo, me quiero morir y me siento avergonzada y arrepentida de lo que he hecho… Y, además, a Dios pongo por testigo de que jamás volveré a beber alcohol…

Hace un segundo

Natalia Soler

De verdad, eres muy graciosa!

Me estoy riendo tanto que mis vecinos me van a oír. Pero no tienes nada de lo que avergonzarte, al menos que yo sepa…

Hace ocho segundos

Carmen López

No sé… Me siento como si hubiera hecho algo horroroso, como si me hubieran pillado en falta, como cuando éramos unas crías y llegábamos pedo a casa y nuestras madres nos pillaban… ¿Te acuerdas? Pero cambiemos de tema. ¿Cómo llevas tu libro?

Hace un segundo

Natalia Soler

Creo que muy bien… Las entrevistas son todas muy positivas, hasta las que creo que no me van a servir para nada.

A veces tengo la sensación de que este libro va más allá del propio libro. Y mira que yo no he bebido ni una gota esta noche!!! Pero me da la impresión de que me está pasando algo, a mí, mientras lo estoy escribiendo, algo grande, algo como lo que nunca me ha pasado en la vida. Igual te parece una chorrada, una majadería…

Hace un segundo

Carmen López

En estos momentos de soberana vergüenza de mí misma, nada puede parecerme una chorrada…

Aprovéchate de eso y cuéntame, amiga mía…

Hace un segundo

Natalia Soler

Es que… No sé… Es como si toda esa gente estuviera influyendo en mí, en mi vida… Como si verles, oírles, saber cosas de ellos, hiciera que valorase más lo que tengo, lo que tenemos todos. Creo que escribirlo me está haciendo una persona mejor, y eso me hace feliz…

Hace un minuto

Carmen López

Me alegro mucho… Tienes que ser muy feliz, Natalia.

Hace un segundo

Natalia Soler

Oye…

Hace un segundo

Carmen López

Dime.

Hace un segundo

Natalia Soler

¿Nos vemos mañana?

Hace diez minutos

Natalia Soler

¿Estás ahí?

Hace treinta minutos

Natalia Soler

¿Te has dormido o tengo que llamar al Samur?

Ayer

Carmen López

Vomité, desperté al pequeño, el pequeño despertó al mayor, llegó Javier de su cena, nos encontró a los tres despiertos y a mí con resaca, se enfadó, nos peleamos, volví a vomitar… ¿Sigo?

Hace aproximadamente tres horas

Natalia Soler

Bueno, es grave, pero como yo me había imaginado que al devolver te habías golpeado la nuca en la bañera y tu marido te encontraría muerta en el baño al llegar sin que yo pudiera hacer nada porque ni sé tu teléfono ni tu dirección…, pues lo que me cuentas no me parece para tanto!!

Hoy, que ya estás (más) serena, retomo la cuestión inicial.

¿De verdad te sientes como lo que escribiste, aunque sea remotamente?

Hemos de vernos, Carmen, y hablar de todo, que ahora más que nunca me doy cuenta de que hace mucho, mucho, pero que mucho bien. Ya no me interesa tanto saber qué nos pasó, porque creo que lo importante son las obras completas, no los capítulos, y está claro que tú y yo estamos en el mismo camino que dejamos hace tiempo. Veámonos, por favor.

Un beso cálido y etílico.

Ayer

Carmen López

Sí, veámonos, veámonos.

¿Te vas de puente en diciembre? Nosotros sí, nos hemos cogido toda la semana para irnos a una casa rural en la Sierra del Espadán, en un pueblo que se llama Artana, con unos amigos del colegio de los críos.

Pero a la vuelta, el 13 o el 14, podíamos quedar para cenar juntas, no sé, en cualquier sitio del Carmen que a ti te parezca bien.

Hace diez minutos

Natalia Soler

Hecho. El martes 14, a las nueve. Empezamos tomando algo en el Negrito y luego si quieres cenamos en La bodeguita del gato, que está al lado, en la calle Catalans y hacen unos pinchos de tortilla cojonudos.

Me muero de ganas, de comérmelos y de verte!!

Hace cinco minutos

Carmen López

No sé cómo estará ese pincho, pero me fío de ti. Yo sí me muero de ganas de verte!!!