XIV
YO, MODESTAMENTE

¿De Manuel Alcántara, de José Hierro, de Pérez Creus? Digno de los tres. Debo decir que Pepe Hierro me aseguró su autoría. Epigrama a Federico Muelas, poeta de largos decires e interminables discursos. Pronunció un pregón de Navidad que casi finaliza en Semana Santa. De alguno de ellos —y mientras no se demuestre lo contrario, de Pepe Hierro—, son estos octosílabos:

En el Portal de Belén

habló Federico Muelas.

Al terminar, las pastoras

eran ya todas abuelas.

Paseaba Manuel Halcón —inolvidable don Manuel— por el madrileño paseo de Recoletos. Situación difícil. Urgencia fisiológica. Él, elegante hasta en el trance menos favorecedor, se ve obligado a acudir en estado de emergencia a un nauseabundo urinario callejero. Cumplida la misión, Manolo Halcón —casi sin respirar— sube las escaleras en pos del aire frío y sano de la Corte invernal. Pero no ha superado dos escalones cuando repara en un poema escrito en la pared. Ingenio satírico o humorístico anónimo, voz de la calle.

En la lengua de Cervantes

nunca lograré explicar

lo que me cuesta orinar

si llevo puestos los guantes.

Porque si lo hago con prisa,

nunca sé si lo que agarro

es la picha ola camisa.

Manuel Halcón, primer jueves por la tarde, lleva su hallazgo a la sede de la Real Academia Española. Narra su epopeya, recita en voz alta la séptima encontrada, y celebra el ingenio del meón desconocido. Pero Joaquín Calvo Sotelo insinúa un fallo. —Le falta un verso—. Y Joaquín lo completa.

En la lengua de Cervantes

nunca lograré explicar

lo que me cuesta orinar

si llevo puestos los guantes.

Porque si lo hago con prisa

y en el torpe intento, marro,

nunca sé si lo que agarro

es la «cosa», o la camisa[25].

Joaquín —inolvidable don Joaquín— gustaba de los laberintos semánticos y métricos. Una tarde me llama por teléfono. «Si encuentras una rima consonante con “lámpara” te convido a un centollo». Dos días después, me rendí. La solución, una trampa magnífica.

El panadero, debajo de una lámpara

la harina amasa con tacto y frenesí.

Y en el horno, dorado, saca el pan para

ti.

Fernando Vizcaíno Casas escribe e improvisa epigramas con una soltura y eficacia admirables. Su obra literaria derivó hacia otras latitudes, pero es justo constatar su dominio de los versos, muy especialmente de los octosílabos, y el buen talante y talento de sus composiciones. Fernando Vizcaíno ha sido relegado —su éxito como novelista y fabulista es indiscutible—, por su «franquismo» militante. Injustísima acusación. Vizcaíno Casas, de indudable nostalgia, jamás hubiera sido un protegido del franquismo. Es más, se habrían prohibido sus prosas y versos por el propio Régimen. Liberal y educado, culto y rápido, Vizcaíno Casas merece el respeto por defender su verdad y escribir sin complejos. En otros, se aprecian asperezas que Vizcaíno no tiene.

Franco estaba agonizando,

se moría a simple vista,

y Fernando Vizcaíno,

se hizo a su muerte, franquista.

Es decir, que acudió en socorro del perdedor, siendo un liberal. Algo de mérito tiene.

Alfonso Ussía nace en Sábado Gráfico, con Eugenio Suárez. Sus primeros versos publicados, una sátira sobre la vida en Jerez de la Frontera y que Antonio Gala entrega al editor de la revista, tienen un cierto éxito. Allí pasará varios años. Después ABC y Antena 3 de Radio, reclamado por Manuel Martín Ferrand, con un poema diario, a un paso de la medianoche.

El buda del separatismo vasco, Telesforo Monzón, que se hizo independentista porque no fue marqués, dice esta soberana tontería: «No soy español; soy extranjero».

Pero tenga más decoro

y piense un poco primero.

¿Cómo va a ser extranjero

llamándose Telesforo?

En la COPE, con Luis del Olmo, Ussía es expulsado. Se acerca la Navidad y en El debate de la nación se recitan versos navideños. La banda terrorista ETA ha hecho estallar un coche-bomba en la casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza. Entre los muertos, cinco niñas. El obispo de San Sebastián, codueño de la COPE, ha rehusado comentar la barbaridad porque «ha sucedido fuera de su diócesis».

En el Portal de Belén

nadie toca la zambomba

porque un hijo de Setién

ha colocado una bomba.

Luis del Olmo se niega a aceptar la expulsión de Ussía. Acude con él a la sede de la Conferencia Episcopal Española, previamente citado —Del Olmo, no Ussía—, por el secretario de la Conferencia Episcopal, monseñor Fernando Sebastián, hoy arzobispo de Pamplona. Monseñor es tajante con el vate: «Usted, Ussía, ha faltado muy gravemente al respeto a los obispos de ETA». «Menos que usted, monseñor, que se ha referido a los obispos de ETA y no a los obispos vascos». La COPE se la envaina y Luis del Olmo sigue con su programa.

Era alcalde de Madrid Enrique Tierno Galván, genial, sabio, cínico, descreído, cultivadísimo. El «Viejo Profesor». Un día, en unas declaraciones desafortunadísimas, mete la pata y hiere. Ussía le escribe un doble soneto en Sábado Gráfico y es empapelado por el fiscal del Reino, Fanjul Sedeño. Tierno no ha movido ni un dedo. Posteriormente sería absuelto tras la vista celebrada en la Audiencia Provincial de Madrid. El soneto, duro e injusto, se inicia así:

Avutarda de gris, chova pausada.

Cerceta demagoga y peregrina,

liebre sin juventud, chocha becada,

serpiente serpeante y serpentina.

A don Enrique (Tierno) le importó un comino el soneto. Años después, durante la presentación de un libro de Rodolfo Martín Villa, el «Viejo Profesor» envió un recado escrito a Ussía con el siguiente cuarteto:

Su soneto he leído verso a verso

y es notable en la métrica y la norma.

Música audaz. Bellísimo en la forma,

y en el fondo, intrépido y perverso.

Tenía mucho más sentido del humor que el pobre fiscal.

Son los tiempos de la Transición. El yerno de Franco, Cristóbal Martínez Bordiú, marqués de Villaverde, pronuncia una conferencia en la sede de Fuerza Nueva, invitado por Blas Pifiar. En lugar de rechazar la invitación, Villaverde acude y habla, y se deja llevar por la nostalgia. Pone a parir a la democracia, al Rey, a Adolfo Suárez y a todo lo que no sea volver la vista hacia el pasado. Poema de cabo corto.

El que era de Franco yer

Cristóbal Martínez Bor,

duque de Franco consor

y marqués de Villaver,

inauguró sin acier

su labor conferencián,

y habló de Francisco Fran

de forma tan vehemén,

estúpida y petulán,

que por osado e imprudén,

avergonzó hasta Fernán

Fuertes de Villavicén.

Dijo Cris en Fuerza Nué,

con toda la sala llé

de ardorosos nostalgí

que él nunca tuvo problé

humanos con el Caudí,

por ser siempre de su sué

el yerno más preferí,

padre amante de sus nié

y de su hija, el marí.

Este cirujo inmadú,

que fue el mayor caradú

del ancho globo terrá,

invencible haciendo el chú

durante cuarenta á,

va, y se presenta histerí

como un Castelar cualquié,

y suelta un batiburrí

de idioteces y memé

sin fundamento y de pron,

que hasta la plaza de Orién

con diecisiete millón

de fraquistas vehemén,

se quedaría en silén

por un discurso tan ton.

El doctor cardiovascú,

que fue marqués de rechá

y hoy gracias al Rey, es dú

de Franco y Grande de Espá,

ha hablado como un merlú,

y se ha quedado tan fres,

aplaudido por Blas Pi,

Raimundo Fernández Cues,

y el resto que fue a la fies

de Mejía Lequerí.

Y es que el hombre está que ar,

porque no tiene un enfer,

ni le saludan los guar,

ni puede cenar los vier

en el palacio de El Par,

con doña Imelda de Mar,

Nené Nieto, doña Car,

y don Alfonso, su ex yer.

Porque ya nadie le inví

a cazar por un negó,

ni le paga el Banco Co

sus viajes a Maní.

Porque, en cualquier sanató

no es más que un simple medí,

cuando en tiempos del Caudí

no le tosía a Cristó

ni el doctor Jiménez Dí.

Porque, ni a cenas ni a cock

de uniforme, frac o smock

ni a ningún público ac

le convidan, está el doc

muy dolorido en su tac.

Él, que fue dueño de Espá,

muerde de rabia y de fú,

porque el Rey y Adolfo Suá

han desatado los nú

que estaban tan bien atá,

convirtiendo en democrá

lo que fue una dictadú,

y eso a Cris no le hace grá

y le pone de mal hú.

Martínez, si no se cá,

le van a decir, segú,

que con sus penas se vá,

¡Se vaya a tomar por cú!

Un grupo de señoras de ideas muy pasaditas —y pesaditas— visita al Rey para recomendarle la recuperación de los cargos palatinos. Quieren ser damas y camareras de la Reina.

El Rey atiende, y con cierto cachondeo, les dice: «Más que camareras, lo que me hacen falta son cocineras, porque últimamente, en esta Casa, se come bastante mal».

Lolochu San Coplas, Ninín Lomabella,

Quinola Aguaclara, Monona Altaestrella,

Menchu Sotoagreste, Lucila Manríquez,

Bea Castronieve, Vicky Predio-Henríquez,

Solita Dosjaras, Merche Costallana,

Piedy Escudo-Romo, Cuca Lunagrana,

Baby Almenagorda, Chus Casa de Noya,

Fefa Sauce Mustio, Luz Chichisaboya,

Fina Alberca-Seca, Chelo Seis Castillos,

Nines Fuenbermeja, Carla Guadalcillos,

Ana Montecuzco, Nuria Finisterre,

y Mónica Sérre, Nantérre y Dampiérre,

que son muy elegantes, distantes y lelas

—las calcamonías de sus bisabuelas—,

nietas todas ellas de damas de porte,

mayordomos reales, privados de Corte,

que en la Monarquía blandieron su espada

para salir todos a la desbandada…

Porque algunos creían que los reyes se iban a rodear de intrigantes y trepadores.

Nace el príncipe heredero de la Gran Bretaña. Muchos le envidian.

Pues no es cosa baladí

poder hacerse un pipí

encima de Lady Di.

Los socialistas han arrasado en las urnas. Empiezan a despuntar rasgos de nueva riqueza y horterez en los gobernantes del PSOE. El hotel Los Galgos sirve de picadero oficial. No han transcurrido dos años. Estamos en 1984.

Yo soy un socialista de barba y nuevo cuño;

asisto al Parlamento vestido con jersey,

enchufo a mis amigos, apenas alzo el puño

y tiemblo de esnobismo cuando saludo al rey.

Prefiero el whisky al vino, las copas que los vasos,

mi esposa da lecciones diarias de aerobic,

y más que por moquetas, prefiero que mis pasos

deambulen sobre alfombras firmadas por Stuick[26].

No sé aún bien lo que es fino, y a veces no secundo

las normas que se exigen en torno al comedor.

Son muchos los cubiertos que ponen, y confundo

el uso del cuchillo, cuchara y tenedor.

Si un guardia me saluda, el vello se me eriza

con todo el aparato que imprime la ilusión;

no es fácil dar el paso que de la longaniza

te lleva, por los votos, al ritmo del salmón.

Me priva tener chófer y rápidos bedeles,

activa secretaria y escolta servicial.

Y adoro leer mi nombre impreso en los papeles

junto al de mi alto cargo del ámbito oficial.

La ropa deportiva la compro en Yusty o Dennis,

y así el fin de semana lo paso set a set

con otros del Partido, jugando al Padel tenis

que me hice hace unos meses al lado del chalet.

Mis viajes en primera, los paga el ciudadano,

mis siestas en Los Galgos, la fiel comunidad.

Yo soy un socialista de barba y nueva mano,

artífice del cambio de nuestra sociedad.

La calle, cruel e injustamente, ha elegido como monigote de chistes malos, antiguos y hasta soeces, al ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Morán, político y diplomático de probada honradez y dignidad. La eficacia, es otra cosa.

Pero Morán, un día, no se sabe por qué, dice que los empresarios son los culpables de la «campaña de descrédito» contra su persona.

Morán dice que sus chistes,

tan viejos, malos y tristes,

la Empresa los inventó.

Aunque la Banca sea infame,

Morán los errores lame

lame

lame

la… metió.

Morán, que es todo un prodigio,

afirma que su prestigio

nunca tan alto llegó;

que su estrella, en vez de opaca,

brilla como china laca,

laca,

laca,

la… cagó.

Más moral que el Alcoyano

demuestra este mustio humano

que el Poder nos regaló.

Y es que el chico, amén de majo,

habla con cierto relajo,

lajo,

lajo,

¡La… jodió!

Reprivatización de RUMASA. Rumores de faldas. Boyer, el todopoderoso, beneficia y enriquece a sus amigos. Seguimos en 1984. Vuelan las comisiones.

Circula de boca en boca

un rumor que mucho escama.

Que Boyer por cierta dama

tiene la cabeza loca.

Por lo tanto, nada choca

que la chinita en cuestión,

se lleve una comisión

acorde con su relieve.

La dama «Isabeloewe»

nos va a costar un «griñón».

En Época, el semanario fundado y dirigido por Jaime Campmany escribe sus Bocetos consonantes, retratos al soneto de los personajes, personajillos y personajuchos de la vida política y social española.

Así de Isabel Preysler, la gran trepadora.

¡Quién, Isabel, pudiera darte alcance

aun estando alcanzado de alcancía!

De Isabel Tocino, diputada del PP, finalmente ministra de Medio Ambiente.

Modere su peinado la Tocino

y ahuyente el artificio de las mechas.

De Juan Barranco, alcalde socialista de Madrid.

Más que alcalde, parece dependiente

de almacén en «Sección de caballeros».

De Jean Marie Rossi, otoñal anticuario y galán francés, de quien se dice que en posición de descanso absoluto presenta una extensión de fuchinga de treinta centímetros, centímetro más, centímetro menos.

Puede ser otoñal, más nunca eunuco.

Siempre enhiesto y alzado como un pino;

las mujeres confirman que es divino

y que tiene grandísimo el trabuco.

En 1988 ya se sabía que Javier de la Rosa era un granuja y que lo de KIO olía mal.

Kío, Kío, Kío, Kío,

pío, pío…

Desbordado viene el tío

que el petrodólar jalea.

No me fío, no me fío

del Kío y de su ralea.

Mi nariz, algo olfatea

y me dice que la Kío

tiene pío, pío, pío…

piorrea.

Un sonetillo amable y superficial al obispo Setién, el perverso obispo de San Sebastián.

Para mal o para bien

—lo de bien, es ilusión—,

nos sigue dando el tostón

el cobarde de Setién.

El obispo es un rehén

de su necia obcecación

y merece, con perdón

de quién sea, que le den.

Que le den por traspuntín,

que en español, en latín,

en vascuence y alemán,

quiere decir sin ningún

desliz de agravio común,

que le den por el zaguán.

Cena en el Palacio Real. Presiden los Reyes y los Condes de Barcelona. Treinta invitados. A la izquierda de Ussía, Rosario Conde, primera mujer de Camilo José Cela. Enfrente, el teniente general Joaquín Valenzuela, jefe del Cuarto Militar del Rey, superviviente cojonudo de un horrible atentado de ETA. Al lado del general, una mujer guapa, divertida y sonriente, la esposa de Enrique de la Mata Gorostizaga.

Ussía intenta mantener una conversación fluida con doña Rosario Conde. Empresa imposible. Doña Rosario no está nada interesada. Ussía recurre al final, incluso, a la inteligencia de los delfines.

Este segmento de la conversación fue, quizás, el más animado de la noche. El general Valenzuela le pide a Ussía que le firme de recuerdo la tarjeta del menú. Ussía cumple el encargo con gusto.

Del poeta Alfonso Ussía

al general Valenzuela:

Te cambio tu compañía

por la señora de Cela.

El Rey repara en el traslado del papel. Pide la tarjeta. Valenzuela pálido, con la color perdida. Ussía trémulo, con el rostro níveo. El Rey se propone leer en voz alta el epigrama. Afortunadamente, se detiene en el tercer verso. El Imperio se ha salvado. Por primera vez en la noche, la señora de Cela se anima y comenta a Ussía: «Una pena que el Rey no haya leído sus versos».

A Ussía lo que le divierte es jugar con la métrica y encontrar soluciones a sus problemas. Haciendo honor a la tradición satírica, fustiga a los arribistas, a los innecesarios, a la gente que vive de salir en las estúpidas y cotillas revistas del corazón. Verano de 1996. Se publica en Época.

Me siento más que perdido

en mi diario teatro.

Terelu ignora que la ido-

latro.

Rociíto con su boda

me hundió en la melancolía,

y no me he repuesto toda-

vía.

Mabel Lozano es la novia

de un muchacho muy aparente,

y eso me molesta obvia-

mente.

La Chávarri como un queso

nadando de playa en playa,

y yo, más pasado que So-

raya.

Voy de la Ceca a la Meca

dándome comba y rimbombe,

y el resultado es una heca-

tombe.

A la Mazza —¡Bella Diosa!—,

llamo un día y otro día,

y ella sólo dice: —¡Qué osa-

día!

Quien fuera potro alazán

hoy no llega a humilde poni.

Igual que Espartaco San-

toni.

Mar Flores está en la mar

mirando a su nueva estrella,

aquí yo, y Gunilla en Mar-

bella.

De «Villa Meona», la jefa

ya está en feliz compañía.

Menos feliz está Estefa-

nía.

Que por mucho que perdone,

yo sé bien lo que le rasca

la cornamenta a esta mone-

gasca.

De vuelta todos estamos

menos Karina y su hortera,

Fran, Batín, Carrasco y la Mos-

quera.

Hasta Carmen Bordiú, sé

que ha vuelto llena de historias,

para proseguir sus Me-

morias.

Vuelven nuestras folk y pop

a cantar, y está encantada

Isabel con su hija adop-

tada.

Rocío Carrasco y el cara

de David en su camelo,

y el parto a punto de cara-

melo.

«Dado» de Ana siempre tras,

Ana luciendo su ombligo,

y yo aquí, escribiendo… ¡Qué cas-

tigo!

Diana a dieta, pasando hambre

y tras el divorcio, huraña

con su ex Carlos de la Gran Bre-

taña.

A esto, Carlos, very happy

porque ya está con Camila

y le quema menos la pi-

lila.

Las exclusivas de rosa

compitiendo en el bolsillo.

¿Tendrá un niño o niña, «Rosa-

riyo»?

¿En dónde se esconderán

de las hordas reporteras

Melanie Griffith y Ban-

deras?

Golpe a golpe van y salen

mis versos y mi cautela.

Quiero mucho a Laura Valen-

zuela.

Pero el amor no es silencio,

e injusto sería que a Lara,

como a Terelu no mencio-

nara.

Gastado ya el fusil de

disparar plomo sonriente,

pido perdón muy humilde-

mente.

Y para terminar con este individuo, un nuevo juego métrico, con Madrid y su vivir insoportable como excusa.

Madrid me produce es 3,
mis nervios no son de a 0
y no soy Carlos Ter 0
que es igual que Carlos 3.
Detesto sus malos mo 2
y su ambiente inoport 1,
y devuelvo el desay 1
no un día o dos, sino to 2.
Café o té, bollo o bizc 8,
sea a las ocho, sea a las 10,
me sientan peor, ¡par 10!
que un tiro, porque trasn 8.
Preciso que se re 9
mi descanso hasta las 11,
porque mi cuerpo es de br 11
si me levanto a las 9.
Temo los peores desas 3
y aunque venga un hechi 0,
va a caerme el agua 0
de mis deudas y mis las 3.
No tengo asidero alg 1,
y aunque optimismo derr 8
me estoy quedando más ch 8
que don Miguel de Unam 1.
Por lo tanto, no abu 6
de mí, que en estos perio 2,
ni aguanto los malos mo 2
ni acepto que me pi 6.
Mi poema chapu 0
doy por muerto, y si algún t 1
le pone reparo alg 1
¡Que le den por el lu 0!

En ABC, una vez a la semana, escribe sus coplillas satíricas Francisco Rabal, estupendo actor y poeta con gracia. Le salen los versos pícaros y oportunos, como su sobresaliente personalidad. Descubre al Rabal poeta Jaime de Armiñán, y en un primer intento, dada su fiel y mantenida militancia en la izquierda —Partido Comunista de España—, cree Rabal que el destino de sus divertidas y agudas composiciones habría de ser El País. Como siempre ocurre con los auténticos escritores de la izquierda, quien acoge su ingenio es el ABC.

Simultáneamente, y sólo en la radio —es la mano derecha de Luis del Olmo—, sobresale el cordobés Antonio Rúa, fecundísimo y certero. De Isabel Preysler y Miguel Boyer, Rúa escribe:

No hablemos de esa Isabel

y su Miguel tan fogoso;

es un caso embarazoso

y se me eriza la piel.

Dicen que tiene el marino

en cada puerto, un amor.

Esta «China» es un horror,

y en cada amor, tiene un «chino».

No hay ninguna que le ladre

y con su tipo canijo,

conseguirá el quinto hijo

y va a hacer el tercer padre.