Brad presenta un aspecto atractivo y serio cuando transmite su informe especial.
«Muchos de ustedes recordarán a la agente especial Smoky Barrett debido a un incidente ocurrido el año pasado. Un asesino en serie que la agente Barrett perseguía, Joseph Sands, le arrebató brutalmente a su familia una aciaga noche. La agente Barrett logró escapar, pero con el rostro desfigurado y habiendo perdido a su familia, asesinada a manos de Sands. Pese a estas tragedias personales, la agente Barrett se ha reincorporado a su trabajo.
»En este momento persigue a un hombre conocido sólo como Jack Jr., que afirma ser descendiente directo de Jack el Destripador…».
Brad expone los detalles básicos sin aderezos. No necesita aderezarlos. La verdad es suficientemente horripilante. Mi rostro aparece en pantalla poco antes de que concluya el informe, cuando doy la impactante noticia sobre el contenido del frasco. Me observo desapasionadamente. Me estoy acostumbrando a mis cicatrices. Dudo que a los televidentes les ocurra lo mismo.
«El FBI advierte a otras mujeres que ejercen esa ocupación que tomen las debidas precauciones. —Brad lee una lista de precauciones que le hemos facilitado y que creemos que deben tomar esas mujeres. Luego mira a la cámara con gesto dramático y añade—: Estén atentas y sean prudentes. Su vida podría correr peligro».
El reportaje concluye.
—Brad ha estado muy bien —observa Callie—. Y tú también, cielo.
—Está tratando de enfurecerlo, ¿no es así?
Pregunta una voz a nuestra espalda. Callie y yo estábamos tan absortas en el telediario que no nos habíamos percatado de que Leona había salido de su despacho.
—Así es —contesto.
Leona me mira con una sonrisa de admiración.
—Es usted muy valiente, agente Barrett. Si yo hubiera padecido la mitad de lo que… —Menea la cabeza.
—No estoy de acuerdo. Usted ha vivido una versión distinta de esta tragedia. Y ha salido adelante.
Entonces llaman a la puerta, poniendo fin a nuestra charla. Leona se pone tensa.
—No se mueva —musito sacando mi pistola.
Me acerco a la puerta.
—¿Sí?
—¿Agente especial Barrett? Somos los agentes Decker y McCullough. Nos acompañan dos miembros del equipo SWAT.
Miro a través de la mirilla. Reconozco a Decker.
—Un momento —digo. Abro la puerta y les indico que pasen.
Van vestidos de paisano, tal como les ordené. Observo divertida que todos lucen el mismo atuendo básico: vaqueros y camiseta. Incluso con esa indumentaria informal, presentan un aspecto vagamente uniforme. Pero nadie les tomaría por policías a primera vista.
—¿Les han informado de los pormenores del caso? —pregunto cuando entran todos en el cuarto de estar.
—Sí, señora —responden todos a coro.
—Perfecto. Queremos tender una trampa a los asesinos que perseguimos. Han matado a dos mujeres. Son muy listos. Operan con precisión, sin vacilar, con determinación. Conocemos su modus operandi por la forma en que mataron a sus víctimas anteriores: uno de ellos explora la vivienda de la posible víctima haciéndose pasar por un exterminador de plagas, y eso es lo que confiamos que hagan en esta ocasión. No subestimen a esos individuos, caballeros. Si uno de ellos o ambos esgrimen un cuchillo, no es para atemorizarles o intimidarles, lo usarán sin vacilar. Si consiguen atrapar a uno de ellos, quiero que lo capturen vivo para que nos conduzca al otro asesino. Ésta es la señora Waters —digo indicando a Leona—. Estamos convencidos de que la han elegido como víctima.
Los agentes observan a la mujer, calibrándola. Un policía del SWAT la mira con una expresión nada profesional, sino abiertamente sexual. Eso me provoca al mismo tiempo bochorno e indignación. Me planto delante del policía y le clavo un dedo en el pecho, con la suficiente fuerza como para producirle un moratón.
—Espero que todos se comporten con la máxima profesionalidad. Deben saber que he pedido a la señora Waters que se ausentara del apartamento mientras llevábamos a cabo esta operación, pero se ha negado. Ha decidido voluntariamente quedarse aquí. —Me acerco más al policía para mostrarle lo cabreada que estoy y le espeto—: Si esta mujer sufre algún daño porque usted estaba pensando con su polla en lugar de con su cabeza, le desollaré vivo, ¿entendido?
La expresión de disculpa que muestra el policía parece sincera y espontánea. Asiente con la cabeza.
—¿Qué plan tiene, señora? —inquiere el agente Decker retomando el asunto que nos ocupa.
Dejo de lado mi indignación.
—Es muy sencillo. Uno de ustedes vigilará desde el tejado. Otro junto al ascensor. Dos permanecerán aquí conmigo y la agente Thorne. El policía que vigile desde el tejado nos alertará si alguien entra desde la calle. El que esté apostado junto al ascensor podrá confirmar si esa persona se apea en esta planta. La misión de los policías que permanezcan aquí será capturar al asesino. ¿Han traído el material que necesitamos? —pregunto a Decker.
—Sí, señora. Auriculares y micrófonos sujetos al cuello. Y armas.
—Y un rifle de francotirador por si hay que disparar desde el tejado —tercia uno de los policías del SWAT.
Asiento con la cabeza.
—Bien. Quiero recalcar que deben esforzarse en no llamar la atención. Tenemos pruebas que confirman que uno de esos individuos me ha estado siguiendo. Si uno de ellos sospecha algo, se largarán a toda prisa. —Miro a cada uno de los agentes—. ¿Alguna pregunta?
Todos responden negativamente.
—En tal caso ocupen sus posiciones, y permanezcan atentos, la espera puede ser larga.