28

Estamos arriba, sentadas ante el ordenador de Marilyn, mirando la página web titulada Rosa Roja.

—Ojalá fuera yo, pero os aseguro que no lo soy —dice la joven. Mira a Callie sonriendo—. No tengo unas tetas tan grandes. Y tengo estrías en el vientre.

—Es un burdo montaje —responde Callie—. Han colocado tu cara sobre el cuerpo de la Señorita Topless. —Se pasa la mano por el pelo—. El asesino lo hizo para jorobarme. Incluso registró el dominio a tu nombre. Así fue como conseguimos esta dirección. El asesino me condujo hasta aquí.

Su hija se vuelve hacia nosotras.

—¿Creéis que estoy en peligro? ¿Estamos Steven y yo en peligro?

Callie tarda unos momentos en contestar mientras sopesa sus palabras.

—Es posible. No estoy segura. No encajas en el perfil del asesino, pero…

—Los asesinos en serie son imprevisibles.

—Sí.

Marilyn asiente con la cabeza mientras reflexiona. Me sorprende que no muestre más temor.

—Esto casi me obliga a replantearme mis estudios.

—¿Qué estudias? —pregunta Callie arrugando el ceño.

—Criminología.

Su madre la mira boquiabierta. Al igual que yo.

—¿Estás de broma?

—No. Qué curioso, ¿no? —pregunta Marilyn sonriendo irónicamente—. ¿Creéis que es una coincidencia? —añade bajando la voz—. ¡Yo no!

Callie esboza una breve sonrisa.

—Son tiempos muy extraños, desde luego.

—Extrañísimos, mamá —replica Marilyn, captando la referencia a la canción compuesta por John Lennon. Ambas se echan a reír.

—No quiero arriesgarme —dice Callie poniéndose seria de nuevo—. Tendrás protección policial hasta que este caso se haya resuelto.

La joven asiente con la cabeza, aceptando la decisión. Es madre, no puede rechazar la oferta.

—¿Crees que acabará resolviéndose?

Callie sonríe con expresión sombría. Una expresión que contiene todo tipo de promesas dirigidas a Jack Jr.

—Somos muy buenos —afirma señalándome—. Y Smoky es la mejor. Sin la menor duda.

Marilyn me mira atentamente. Examina mis cicatrices.

—¿Es cierto, agente Barrett?

—Lo atraparemos —respondo. Decido dejarlo ahí. He recuperado mi autoconfianza, ya no dudo de mis habilidades—. Por lo general los atrapamos. Esos tipos casi siempre cometen algún error. Éste también lo hará, y su error nos conducirá a él.

Marilyn mira a Callie y luego a mí. Parece aceptar mi respuesta.

—¿Y ahora qué?

—Ahora —respondo— la agente Thorne llamará a la policía local para que envíen a unos agentes que vigilen tu casa las veinticuatro horas. Yo llamaré al equipo y les informaré de lo ocurrido. Supongo que estarán en vilo.

Callie y yo realizamos las llamadas. Alan expresa un alivio visceral. Callie no topa con ninguna resistencia por parte de la policía local.

—Están de camino —dice.

No quiero decirlo, pero no tengo más remedio.

—Nosotras también debemos partir en cuanto lleguen. Tenemos que regresar.

Callie vacila unos instantes, pero luego asiente con la cabeza.

—Lo sé. —Se vuelve hacia la joven, que se muerde el labio inferior—. Marilyn… ¿puedo…? —Callie se echa a reír al tiempo que menea la cabeza—. Esto es de lo más surrealista y extraño, cielo. Pero… ¿podemos volver a vernos algún día?

La chica sonríe de inmediato.

—Por supuesto. Con una condición.

—¿Cuál? —pregunta Callie.

—Que me digas tu nombre. No puedo seguir llamándote agente Thorne.

Estamos sentadas en el coche. Callie aún no ha arrancado. Contempla la casa de su hija. No consigo descifrar su expresión ni adivinar sus pensamientos.

Le hago la pregunta de rigor.

—¿Cómo te sientes?

Sigue mirando la casa unos momentos antes de volverse hacia mí. Su rostro denota cansancio, pero muestra una expresión pensativa.

—Muy bien, cielo. No lo digo sólo para tranquilizarte. Todo resultó mejor que lo que había imaginado. O esperado. Pero me pregunto una cosa.

—¿Qué?

—Lo que los asesinos pensaron que yo iba a perder. Dijeron que iban a hacer que ambas perdiéramos algo. Pero yo he salido ganando. ¿Crees que era eso lo que habían planeado?

Después de reflexionar unos instantes, respondo.

—No. No lo creo. Esos tipos estaban convencidos de que Marilyn no te aceptaría. Asimismo creo que estaban convencidos de que eso te hundiría.

Callie frunce los labios.

—No estoy muy segura de eso. Coincido contigo en lo primero. Pero no creo que confiaran en que iba a hundirme a consecuencia de mi encuentro con Marilyn. De hecho, creo que confiaban en que ocurriera todo lo contrario. Empiezo a comprender cómo funcionan esos cabrones, cielo. No quieren que les atrapemos. Pero quieren que vayamos a por ellos. Y quieren que nos pongamos las pilas. —Me mira con un gesto de rabia—. ¿Y sabes qué te digo? Que han logrado su propósito. Ahora no cejaré hasta que logremos atraparlos. Eso era lo que querían esos cabrones, ¿comprendes? Darme a entender que Marilyn no estará a salvo hasta que les capturemos.

Estoy de acuerdo con lo que ha dicho Callie. Es muy perspicaz y tiene las mismas intuiciones que yo. Por eso es una profesional tan competente. Mi respuesta es la única lógica en estas circunstancias.

—Pues vamos a por ellos.