Deseo expresar mi más profunda gratitud a Diane O’Connell por sus consejos editoriales y su infinito aliento; a Frederica Friedman por sus valiosas sugerencias; a Liza y Havis Dawson por su infatigable apoyo, consejos y un millar de cosas; a Bill Massey, mi editor en Bantam; a Nick Sayers, mi editor en Hodder; a Chandler Crawford por su eficaz y extraordinaria gestión de derechos en el extranjero; a mi esposa, familia y amigos por apoyarme en mi afán de escribir. Por último, deseo dar las gracias especialmente a Stephen King por su libro Mientras escribo, que me sirvió de gran ayuda y contribuyó a que pasara de pensar en escribir a ponerme a hacerlo.