El Team Six de los SEAL son los caballeros Jedi de los equipos de la Marina de Estados Unidos de mar, aire y tierra. Se ha dicho que han trabajado con la CIA y con otros para matar a Osama Bin Laden. Yo, que he sido condecorado con la medalla Silver Star cuando operaba como tirador del Team Six de los SEAL, conozco de primera mano cómo lucha contra el terrorismo el Team Six.
Antes de convertirme en miembro de esta unidad de élite, tuve que superar algunos de los procesos de formación más duros del mundo, empezando por el entrenamiento básico en demolición submarina de los SEAL. Después de servir en combate con el Team Two de los SEAL, me presenté voluntario y fui seleccionado para el Green Team, el ala de entrenamiento del legendario Team Six de los SEAL. Las enseñanzas del Green Team iban desde la práctica de combate terrestre hasta el combate sin armas. No aprendíamos a abrir las cerraduras de las puertas, sino a hacer que saltaran las bisagras.
Todo el entrenamiento de los SEAL implica un trabajo repetitivo continuo, y el periodo preparatorio para la misión que tuvo como resultado la muerte de Bin Laden no fue una excepción. Cuando estaba en el Team Six disparábamos cientos de cartuchos al día. Se ha dicho que en un año gastamos más dinero, simplemente en munición para la pistola de 9mm, que todo el cuerpo de Marines en toda su munición. Pero no disparamos por gusto. Al hacerlo repetidamente, en diversas situaciones, los operadores pueden actuar con memoria muscular, lo cual es especialmente útil cuando hay una sobrecarga sensorial en el caos de la batalla.
Los SEAL también aprenden la importancia de la recopilación de información. Este proceso puede ser extremadamente tedioso y consumir mucho tiempo, y estar, además, lleno de obstáculos políticos y otras dificultades. Los analistas tratan de reunir inteligencia humana y técnica. Aunque los chismes y trastos tecnológicos son útiles en la recopilación de información, valdrían poco si no hubiera seres humanos valientes que se infiltran en territorio enemigo y hacen las preguntas adecuadas —seres humanos que pueden ver y oír lo que la tecnología no puede, que pueden encontrar un significado al contexto del entorno—, un trabajo en el que los agentes de la CIA son especialmente hábiles. Meses después de que Bin Laden planeara y organizara los ataques del 11 de septiembre, el comandante de la Delta Force Dalton Fury, utilizando información de la CIA y de otros servicios, le acorraló en Tora Bora, el conjunto de cuevas en las Montañas Blancas del este de Afganistán; sin embargo, la falta de apoyo del Mando Central de los Estados Unidos dejó abierta la puerta de atrás para que Bin Laden se escapara a Pakistán.
Pero, dos años más tarde, el tercero en la jerarquía de Al Qaeda, Jalid Sheij Mohammed, fue capturado y, después de que la CIA le interrogara, se dieron cuenta de que aunque los principales comandantes de Bin Laden no sabían dónde se encontraba, su correo sí tenía que saberlo, para poder entregarle los mensajes. Encuentra al correo y encontrarás a Bin Laden. Se creía que el líder de Al Qaeda se había estado ocultando en cuevas cerca de la frontera entre Afganistán y Pakistán, pero la CIA siguió a su correo hasta un lugar cercano a la Academia Militar de Pakistán en el pueblo de Bilal, en Abbottabad. Allí se ubicaba un cuartel general de 250.000 dólares protegido por muros rematados con alambre de espino. La casa tenía dos puertas de seguridad. No tenía teléfono ni conexión a internet. Sus habitantes quemaban la basura, en lugar de depositarla en los cubos, como hacían sus vecinos. Algunos de la zona pensaban que los misteriosos ocupantes de la casa eran traficantes de drogas.
A principios de abril de 2011, en el Campo Alpha, un área restringida de la base aérea de Bagram, en Afganistán, el JSOC (Mando de Operaciones Conjuntas Especiales) había construido una réplica del probable cuartel general de Bin Laden para el Team Six de los SEAL, con el fin de que lo utilizaran para realizar un ensayo general.
El vicealmirante William H. McRaven, comandante del JSOC, que supervisa las unidades de misiones especiales, como el Team Six y la Delta, escribió en su libro Spec Ops que para que una misión tenga éxito tiene que ser sencilla, limitándose el número de sus objetivos, reuniendo buena información y realizándola de una manera innovadora. Aunque esta era una operación de alto riesgo, los objetivos eran pocos y sencillos: capturar o matar a Bin Laden y reunir información. El elemento de innovación se volvería evidente más tarde, en el aire.
Por muy meticulosa que haya sido la planificación, los últimos días que llevan a la captura o asesinato de un terrorista pueden ser frustrantes. Te preparas y corres a los helicópteros simplemente para escuchar «Retirada». El objetivo no está en casa. La información no puede ser verificada. La fuente no es fiable. Una y otra vez.
Pero el viernes 29 de abril de 2011 el presidente Obama tomó la decisión de poner en marcha la Operación Lanza para capturar o matar a Bin Laden. Para que una operación especial tenga éxito la seguridad es fundamental, por eso no se contactó con funcionarios extranjeros, como tampoco fue informado nadie fuera de un pequeño círculo del gobierno estadounidense.
Para el Team Six de los SEAL había llegado el momento del «comienza el juego». Había muy poca luz lunar en el cielo oscuro. Portaban gafas de visión nocturna, y cada SEAL llevaba un fusil M4 con cientos de cartuchos de munición y una pistola SIG-Sauer 9mm en la cintura como apoyo. Veinticuatro SEAL con cuatro helicópteros podrían ser suficientes para desmantelar el escondite de Bin Laden: dos francotiradores en uno, dos más en el segundo, diez asaltantes en el tercero, y diez más en el cuarto. Se ha dicho que en la misión para capturar a Bin Laden, el 160.° Regimiento de Aviación de Operaciones Especiales utilizó helicópteros secretos furtivos. Los paracaidistas rescatadores de la Fuerza Aérea tendrían sus propios «helos» de apoyo, por si acaso. Los «helos» despegaron de Jalalabad, en el este de Afganistán, utilizando tecnología de última generación para sortear los radares paquistaníes. Otro aparato tecnológico cortaría los teléfonos móviles y la electricidad de la zona del objetivo.
Sé lo que es ser el hombre de la cuerda en este tipo de misiones. Te sientas dentro de la puerta del «helo», en medio de un rollo de cuerda. Cuando el «helo» despega, sujetas fuerte la cuerda con la mano izquierda para que el viento no haga que esta se deslice por la puerta. Los «helos» vuelan bajo, de modo que son más difíciles de detectar.
«Quince minutos». La voz del tripulante del «helo» en los auriculares transmite información del piloto.
«Diez minutos». La sorpresa, la velocidad y la violencia de la acción serán primordiales.
«Cinco minutos». El ambiente está intensamente cargado y concentrado, pero no es tenso. El ritmo de la operación hubiera sido alto, pero después de incontables misiones en Afganistán e Irak todos los miembros del Team Six que asaltarían la residencia de Bin Laden probablemente ya eran encallecidos veteranos de guerra.
«Tres minutos».
«Un minuto».
De repente, uno de los «helos» está luchando por mantener la altitud. Las altas temperaturas y los altos muros bloquean el rotor en un torbellino descendente. Uno de los rotores roza un muro, se desprende, y el «helo» golpea el suelo en un choque controlado. Se ha perdido el elemento sorpresa, pero los hombres siguen teniendo la velocidad y la violencia de la acción a su favor —y una firme creencia en hacer justicia a todos aquellos que murieron en los ataques del 11-S.
El pájaro indemne coloca su nariz en ángulo ascendente mientras el piloto frena. Cuando el «helo» está en posición encima del complejo de Bin Laden, el hombre de la cuerda echa los veintisiete metros de soga por la puerta. «¡Cuerda!» El «helo» no va a aterrizar.
«¡Adelante!» El hombre de la cuerda la agarra y se desliza hacia abajo como si fuera la barra fija de un bombero —excepto que el SEAL lleva 45 kilos de equipo—. Tiene que agarrarlo fuertemente para evitar que se esparza por el suelo, pero tampoco puede ir demasiado despacio, porque retrasaría a los que están encima de él. Literalmente, sus guantes echan humo en la bajada. Los pilotos también tienen trabajo que hacer: mientras están bajo el fuego enemigo, su carga se aligera de pronto cada vez que los 90 kilos del SEAL y sus 45 kilos de equipamiento llegan al suelo, y los «helos» tratan de ascender para compensar —con riesgo de desplazar al siguiente SEAL que está deslizándose por la cuerda.
Fuera del complejo de Bin Laden, soldados especiales protegen a los asaltantes de intrusos que puedan acudir para ayudar al enemigo.
A la 01:00, un equipo de los SEAL abre un agujero a través del muro de la casa de invitados que está separada de la principal. Los SEAL entran, desplegándose a izquierda y derecha; pronto se hace la calma. El correo de Bin Laden, armado, trata de resistirse y es asesinado. Su mujer, a pesar de estar desarmada, también trata de resistirse y la matan.
El otro equipo entra en el edificio principal, donde vive Bin Laden. Atacando a través de las puertas, limpian a izquierda y derecha, reuniendo a todos los que pueden. Por mucho que algunos quieran centrarse en el aspecto asesino del trabajo de los SEAL, los terroristas a menudo son más valiosos cuando son capturados vivos que muertos, especialmente para reunir información.
En la planta baja del edificio principal un pariente del correo se enfrenta a los SEAL y es abatido. Desde la escalera, el hijo de Bin Laden también se niega a obedecer y le matan.
Cuando los SEAL entran de golpe en la habitación de Bin Laden, su quinta mujer, Amal Abdul Fatah, se abalanza sobre ellos —los comandos le disparan en una pierna para detenerla—. En lugar de rendirse, Bin Laden decide resistirse —y recibe las balas de los SEAL en el pecho y la cabeza—. Cerca de él se encuentran un AK-47 y una pistola Makarov. Lleva quinientos euros y dos números de teléfono cosidos a su ropa.
Un SEAL transmite por radio: «Gerónimo, E-KIA». Bin Laden, el enemigo, ha sido muerto en combate.
Los equipos utilizan esposas de plástico muy fuerte, como las de la policía, para controlar a las otras once personas que hay en el complejo. Después de asegurar la zona limpiándola del alijo de armas y otros peligros, buscan y reúnen toda la información posible: discos duros, equipos electrónicos, DVD, lápices de memoria, papeles, etc.
Dejan a los detenidos esposados para que los encuentren las fuerzas paquistaníes.
Fuera, los SEAL hacen explotar el «helo» derribado para proteger su equipamiento secreto, y cargan el cadáver de Bin Laden con ellos en un helicóptero.
El equipo de asalto ha entrado y salido en menos de cuarenta minutos. Posteriormente llevan el cadáver de Bin Laden al USS Carl Vinson en el norte del mar Arábigo. Su identidad será confirmada mediante la longitud del cuerpo, pruebas de reconocimiento facial biométrico y pruebas genéticas. El cuerpo es lavado, envuelto en una sábana blanca, colocado en una bolsa con peso y recibe un entierro islámico en el mar.
Mientras tanto los miembros del Team Six de los SEAL regresan a su base en Virginia Beach, en Virginia, se quitan el equipo, lo limpian, y se aseguran de que sus armas están cargadas y que todo está listo para volver otra vez. Ahora dan parte. Discuten con sus jefes lo que fue mal, como el accidente del helicóptero, y lo que fue bien, como completar su misión. Posteriormente el presidente Obama les felicitará en privado. A la luz del tesoro de información que han traído con ellos, esos mismos SEAL estarán preparados, listos otra vez, para capturar al siguiente terrorista.
A diferencia de la operación para capturar o matar a Bin Laden, la mayoría de las misiones del Team Six de los SEAL permanecen ocultas al público en general, a sus propias familias e incluso a sus compañeros SEAL.
Yo fui francotirador del Team Six. A partir de esta página os cuento mi historia.