EPÍLOGO

Cuatro piratas somalíes abordaron un carguero estadounidense, el MV Maersk Alabama, a 450 kilómetros de la costa somalí —el primer barco de bandera estadounidense en ser secuestrado desde el siglo XIX—. Los piratas tuvieron secuestrado al capitán Richard Phillips en un bote salvavidas de siete metros.

Apareció el USS Bainbridge (DDG-96) y pidió a los piratas que le liberaran. Un P-3 Orion sobrevoló el lugar, monitorizando la situación. Los piratas se negaron a liberarle hasta que recibieran un rescate de un millón de dólares.

Al amparo de la oscuridad un equipo de SEAL se lanzó en paracaídas al mar y contactaron con el Bainbridge.

El bote salvavidas se quedó sin gasolina y el viento agitó el mar. Nerviosos por las aguas turbulentas, los piratas permitieron al Bainbridge remolcarlo a aguas más tranquilas.

La noche del sábado 12 de abril de 2009, a casi treinta metros de distancia, tanto el Bainbridge como el bote cabecearon y alabearon en la oscuridad. Dentro del Bainbridge uno de los piratas negociaba el rescate de un millón de dólares. En la bovedilla, tres francotiradores y sus señaladores, vestidos de negro, observaban el bote, transmitiendo la información de toda la actividad al comandante del SEAL. Incluso con miras de visión nocturna KN-250, las mejores, todo es plano, bidimensional.

—Tango apuntando AK a la trasera del Hotel —informó un señalador. El terrorista apuntaba su rifle al rehén.

Otros dos piratas asomaron la cabeza por encima de la cubierta para ver qué estaba pasando.

Cada francotirador tenía un cuadrado de velero en cada lado de su Win Mag. Unido al velero había un aparato de señalización. Cuando un francotirador tenía un pirata en su mira apretaba el aparato, mandando una señal al comandante del SEAL que encendía una luz verde. Una luz por cada francotirador.

Por los auriculares de la radio los francotiradores escuchaban a su comandante dar las órdenes:

—Esperad, esperad. Tres, dos, uno, ejecutar, ejecutar.

Desde la bovedilla del Bainbridge los tres francotiradores dispararon simultáneamente cada uno a la cabeza de un pirata. Los tres piratas cayeron. Un equipo de asalto acudió al bote salvavidas y liberó al capitán Phillips. Otros SEAL capturaron al pirata que negociaba a bordo del Bainbridge.

Una vez más se había puesto a prueba el nivel del SEAL —y seguía siendo alto—. La mayoría de las misiones de francotiradores son secretas para el gran público, sus propias familias e incluso sus compañeros del SEAL. Es difícil que la gente comprenda o aprecie la increíble cantidad de entrenamiento y riesgos que sufren esos hombres. En su mayor parte su compromiso, sacrificio y patriotismo continuará estando oculto.