Capítulo XIX

La corona y la vestimenta estaba sobre el altar con que le habían de consagrar y le vistieron; y después que lo vistieron el arzobispo cantó la misa, y después de acabada dijo a Artur:

—Id y tomad la espada y la tierra de donde habéis de ser señor, y defended la Iglesia y guardad la cristiandad en todas maneras a vuestro poder.

Entonces fueron en procesión al padrón, y después que estuvieron alrededor de él dijo el arzobispo:

—Artur, si tú eres tal que quieras prometer a Dios y a la Santa María y a nuestros señores San Pedro y San Pablo y a todos los santos y santas que tú guardarás y defenderás a su Iglesia Santa, y mantendrás la paz y la lealtad en la tierra y aconsejarás a los desaconsejados y serás la voz de los pobres y de los que no tuvieran abogados, y mantendrás todo derecho y toda lealtad en manera que la justicia vaya adelante, toma aquella espada; pues Nuestro Señor te escogió para ser rey de esta tierra.

Y él la tomó y otorgó todo cuanto el arzobispo le dijo; y le dio la espada y lo santiguó y le hicieron todas las honras que deben hacerse al rey sagrado y coronado. Y después que la misa fue cantada salieron con él de la iglesia y no vieron el padrón y tuvieron gran pesar.

Y así fue Artur rey en Londres y tuvo la tierra en su poder y en paz. Y los ricos no veían cosa en él por lo que no debiesen apreciarle mucho, sino tanto que no sabían de qué linaje era. Y se maravillaron de cómo pluguiera a Nuestro Señor que tan mancebo hombre y tan desconocido fuese rey que hubiese de mantener tan gran gente como la de Londres. Mucho hablaron los ricoshombres de esto: de ello abiertamente y de ello en consejo, pero no ante él pues mucho lo dudaban. Y Antor descubrió que no era su hijo, mas que se lo dieron a criar, y les contó cómo y quién se lo diera.

Había en este comedio gran tiempo que Merlín estaba con Blaisén. Y cuando supo que Artur era rey dijo a Blaisén:

—El hijo de Úter Padragón recibió la corona del reino de Londres y reina, mas los ricoshombres no lo han con su voluntad ni las otras gentes, porque no saben cuyo hijo es. Y conviene que vaya allá y les haga saber cuyo hijo es y toda la verdad, y que sean así ciertos por mí como son dudosos; que de otra guisa será mi pecado mortal.

Blaisén le dijo:

—Si él no es conocido por ti, cómo harás para que no seas por ende blasfemado, ni tu alma en culpa.

Merlín dijo:

—Yo haré en guisa que como ahora son en duda por su linaje que sean ciertos por mí, porque yo les sabré decir quién es él y cuando se hizo; y diré tales cosas que ninguno las piensa ni las podría saber.

Y durante la noche, antes que se moviese para ir, vio Merlín una visión que estaba en un prado hermoso, y en él había un roble cerca y cerca de aquel roble una pértiga pequeña y de poco provecho que no tenía ninguna clase de fruto. Y cabe aquel roble crecía la pértiga y le tomó la corteza y las hojas, y lo hizo caer y meter bajo tierra al roble la pértiga, y se maravilló mucho. Y así estuvo hasta que despertó toda aquella noche y no fue tan alegre como antes lo era.

De mañana se levantó Merlín y Blaisén se levantó y le dijo misa; y tanto que Blaisén hubo dicho la misa, le dijo Merlín riendo:

—Maestro, esta noche vi una visión maravillosa que no es sino significancia, y ahora veré cómo me diréis la verdad.

Entonces le contó la visión así como la viera. Blaisén dijo:

—¿Qué me preguntas tú de la visión, pues tú eres el que sabes qué significa? Tú lo haces probar por mi seso. Y por buena fe yo no sé mucho de las cosas escondidas, y por esto no sabría dar consejo; mas tú me lo dices que sabes las cosas que han de ser.

—Cierto —dijo Merlín—, escríbelo así como yo te lo digo. Verdad es que yo en esta visión veo mi muerte, y así vendrá como yo veo y he de deciros cómo. El roble alto y grande y de muy largas ramas debes entender que es mi seso, que bien así como tienen al roble por fuerte árbol y grande, así me tienen a mí por maravilloso hombre en saber. La pértiga que nacía cabe el roble significa una doncella que me acompañará y aprenderá de la ciencia que Dios me dio, y que por su saber me meterá vivo en la tierra y allí me dejará morir. No hay cosa que estorbe esta aventura sino sólo Dios; mas hasta aquí cierto era de estorce o de allegar lo que quería, mas ahora me aviene de esto que no lo pueda saber por cosa que quiera hacer, ni cuál es aquella doncella que me ha de matar, ni en qué tierra; pero sé de cierto que es muy hermosa y bien creo sin duda que Dios por mi pecado me hace esto desconocer, porque por desconocimiento hice pecar a la muy noble santa dueña Iguerna. Y ahora ya os dije la significancia de mi muerte, y no os la diera tan abiertamente si yo tanto en vos no me fiase.

Y Blaisén dijo:

—Maravillas me dices; y ¿cómo es esto que conocéis los fines de las otras gentes y de la vuestra no sabéis verdad?

—Esto os diré bien yo —dijo Merlín—. Muchas veces aviene que el arte aprovecha a muchos y no aprovecha al que sabe, antes le empece. Esto os digo por mí que ayudé a cuantos quise y ahora no puedo ayudarme en esta aventura; pues no place a Nuestro Señor, antes quiere que muera como otro hombre mortal y aún de peor manera.

Cuando Blaisén oyó esto comenzó a pensar y dijo a Merlín:

—¿De dónde pensáis que es aquella doncella por la que vos vais a tomar muerte?

—Ya os digo —dijo Merlín—, que no puedo ver más ni saber, pues os digo que no place a Dios que yo la muerte excuse, y porque sé que verdaderamente moriré.

—¿Y de las otras cosas que han de venir son ciertas como decís?

Dijo Merlín:

—Sí, todo. Mucho me tardo de ir al reino de Londres, me es dañoso. Mas antes que vaya allá os diré una maravilla donde no hay sino verdad: que sí yo largamente pudiese vivir valdría mucho al reino de Londres y ayudarlo podría con todo mi poder. Mas porque mi ayuda le fallecerá por la muerte que ha de venir, pensó Nuestro Señor como padre de piedad maravillosamente en la tierra: pues en aquella hora en que en mi visión vi mi muerte, en aquella hora, nació la mujer del rey Vanclocano Nacián, y aquel que nació será el buen caballero que dará cima a las aventuras que por maravilla del Santo Grial ocurrirán en el reino de Londres. Y será aquel buen caballero esforzado el noveno de linaje de Nacián.

—¿Y aquel caballero —dijo Blaisén— que vos decís que esta noche nació podrá valer alguna cosa o ayudar al reino de Londres?

—Sí —dijo Merlín—, pues él será tan maravilloso caballero y de tanta bondad en armas que todos los que le vieren le temerán mucho. Tanta gracia le pondrá Dios y tanto valdrá por bondad de armas que por él se remediará algo que perdido tendrán, y serán honrados y temidos.

—Ahora podéis saber —dijo Merlín— que Nuestro Señor hace nacer aquel hombre de quien yo os hablo en lugar de mí, y por su bondad y caballerosidad ha de cumplir lo que yo cumpliera por mi seso; mas así como Nuestro Señor me mostró que sería maltrecho por mujer, así se verá él en trabajo y en cuita y en vergüenza por mujer.

Y Blaisén le preguntó:

—¿Qué nombre tendrá?

—Lanzarote del Lago —dijo Merlín—. Este será el caballero más amador y mejor guerreador que habrá en el mundo, salvo su hijo Galaz.

Y todo esto que Merlín dijo metió Blaisén por escrito y dijo a Merlín:

—Pues os marcháis de mi hacienda y de mí, hacedme entender si habéis de morir tan cedo; y además aconsejadme qué podré hacer, pues vos me aconsejasteis hacer y escribir la historia del Santo Grial, y me dijisteis que me daríais la cuenta muy por extenso de las aventuras que vendrán en el reino de Londres. Pues ¿cómo podré de esta obra dar fin cuando no supiere la verdad? Que comencé mi libro y no será acabado.

—A esto os responderé —dijo Merlín— que no hay cosa que no tenga fin. Y esta obra que vos comenzasteis es de tan alto hecho que en mi vida ni en la vuestra no será acabada; mas después será acabada por otro. Y yo os digo —dijo Merlín— que porque esta obra comenzasteis seréis bendito de muchas gentes.

Y Blaisén le dijo:

—Ahora decidme, pues vos queréis ir a ver al rey, si no os veré nunca.

Y Merlín dijo:

—Si vos queréis seguir tras vuestro libro y verme, id en pos de mí a la Gran Bretaña.

—¿Y dónde os podría yo hallar? —dijo Blaisén— pues no me podría al presente de esta tierra partir.

Y dijo Merlín:

—De hoy a ocho meses, el primer día de mayo, me hallaréis a la entrada de la Mata de Vadoán, a medio día, ante la Cruz Aventurosa; y ahí os diré una gran parte de las aventuras del Santo Grial y de sus maravillas. Así podréis tener algún fin más para vuestro libro.

Así dijo Merlín a Blaisén y se apartó de él y se fue a la Gran Bretaña.

En este comedio, donde poco tiempo después que fue Artur rey, vino una gran corte que él tenía concertada en Cardoil, con Galaz y Elena, mujer del rey Lot de Ortania, hermana del rey Artur, mas no sabía él si era su hermana, ni Elena sabía que él fuese su hermano. Y la dueña vino a la corte del rey muy ricamente ataviada con gran compañía de caballeros y dueñas y doncellas; y trajo consigo cuatro hijos que tenía del rey Lot, que eran hermosos niños y de tal edad que el mayor no tenía más de diez años; y aquél tenía por nombre Galván y el otro Agravay y el otro Gariete y el otro Gerres. Y así vino la dueña a la corte con sus hijos que amaba mucho; y era hermosa además como no se podría hallar en toda la tierra, y era una de las más honradas que había en toda la tierra del reino de Londres, como era hija del muy honrado duque de Tintagüel. Y con mucho bien recibió el rey a la reina y le mandó hacer mucho servicio. Tanto que la vio enamoróse de ella y la hizo morar en su corte quince días; y en este tiempo trabajó por todas las vías que pudo, así con dádivas como con cartas y mensajeros, y por otras muchas vías que aquí no recuenta por no dar causa a prolija escritura, de manera que durmió con ella y tuvo en ella a Morderit, por el que después fue hecho mucho mal en el reino de Londres.