Capítulo XV

Metióse Úter entre la gente de la hueste y las naos, que los halló lejos de la ribera en un llano sin agua; y cercóles de guisa que los hizo posar, y así los tuvo Úter apartados y esparcidos dos días. Al tercer día vino el rey Padragón y vio a los de la hueste que hacían sus haces para combatir con Úter; y cuando esto vio hizo hacer sus haces de inmediato, pues bien sabía cada uno con quién había de lidiar. Entonces se fueron llegando unos contra otros. Y cuando los sansones vieron las dos huestes, y vieron que sin lid no se podían tornar a sus naos, fueles muy mal. Entonces apareció el dragón bermejo que corría por el aire y echaba fuego por la boca y por las narices; y cuando los sansones lo vieron sintieron muy gran pavor, y Padragón y Úter dijeron a sus gentes:

—Ahora vayamos a atacarlos pues vencidos son, que todas las señales que Merlín dijo vemos.

Y el rey y los suyos se dejaron ir a ellos cuanto los caballos los podían llevar; y cuando Úter vio que el rey iba a herir él fue a herir de su parte también. Y así se comenzó la batalla de Zalabres, y yo no os quiero decir quién lo hizo bien ni quién lo hizo mal; mas después que la batalla fue comenzada Padragón fue muerto, y otros muchos hombres con él. Y la historia cuenta que Úter venció la batalla, y que murieron muchos de los suyos; mas de los sansones no quedó ninguno que persona de cuenta fuese, que todos fueron muertos en la batalla y en la mar.

Y así acabó la lid del campo de Zalabres, y Úter quedó en el campo y fue señor del reino; y allí hizo juntar todos los cuerpos de los cristianos en un lugar, y cada uno trajo allí a su amigo. Y Úter hizo traer allí a su hermano, e hizo hacer monumentos para todos y escribir sobre cada uno su nombre; y mandó hacer el monumento de su hermano más alto que los otros; y dijo que no escribiría su nombre, pues sería muy ignorante el que lo viese y no supiese que era el señor de aquellos que allí yacían.

Entonces quedó Úter por señor de la tierra, y se fue a Londres con todos los prelados de santa iglesia; e hízose coronar y consagrar. Y de aquel día a quince días vino Merlín a la corte. Mucho fue alegre el rey Úter con Merlín. Y Merlín dijo:

—Yo no quiero que tú le digas todas las cosas y todas las señales a tu pueblo que yo antes te dije de lo que sucedería en la batalla, y cómo os hice jurar a ti y a tu hermano.

Y Úter lo conoció todo acerca del dragón del que no sabía nada, pues sólo se lo dijera Merlín a Padragón con claridad. Y después que Úter todo esto conoció dijo Merlín:

—Sabe que Padragón tuvo por nombre de baptismo el de «Lecus Ambrosis», mas las gentes de la tierra de Londres le pusieron por nombre Padragón, porque traía en su seña señal de dragón, y pusiéronle por esto el nombre Padragón que él nunca después perdió. Y yo quiero que tengas tú aquel nombre por la batalla en que venciste, y por el dragón que se te mostró y por amor de tu hermano. Así desde hoy llevarás el nombre de Úter Padragón. Y harás hacer dos dragones de oro, y uno de ellos lo harás poner en la iglesia de Cardoil, y el otro harás llevar en cualquier batalla campal.

Así se hizo llamar el rey Úter Padragón por consejo de Merlín; y así supieron los ricoshombres la lealtad de Merlín y el buen consejo que dio a los hermanos. Y así fue Merlín probado por Úter Padragón. Y Úter Padragón fue en su reino y tuvo mucha paz.

Entonces dijo Merlín:

—¿Y qué más harás a tu rey y hermano que yace muerto en Zalabres?

Y Úter Padragón dijo:

—Amigo, ¿qué queréis que yo haga?, pues luego será hecho si es cosa que pueda ser hecha por un hombre.

Y Merlín dijo:

—Conviene que tú cumplas tu juramento y yo mi palabra, pues yo te dije que haría tal cosa que siempre duraría la memoria de ellos.

Y Úter Padragón dijo:

—Yo lo haré de grado.

Y Merlín dijo:

—Envía por unas piedras grandes que hay en Irlanda, y yo las iré a mostrar a aquellos que por ellas fueren.

Entonces hizo el rey aderezar muchas naves, y envió allá a Merlín y les mostró unas piedras largas y gruesas. Y cuando ellos las vieron tuviéronlo por maravilla y gran follía; y dijeron que todos los del mundo no podrían mover una, ni tales piedras, dijeron, meteremos en una nave sobre mar.

Y Merlín dijo:

—Si vos no podéis levantar éstas, en vano vinisteis acá, pues no puedo llevar otras.

Entonces se tornaron al rey y dijéronle lo que le mandara hacer, que les mandara traer piedras que cada una tenía el tamaño como de una peña. Y llamaban a aquel lugar la Corona de los Jaínes, porque las echaron ahí en otro tiempo por poner allí los cuerpos de los reyes que en la tierra viviesen. Y había allí tal costumbre: que ninguno pudiese ser allí metido si no moviesen una piedra de aquellas que eran tan altas y tan pesadas que ninguno las podía mover por fuerza de gente sino por arte. Y el rey dijo a Merlín lo que su gente decía; y Merlín dijo:

—Aunque todos me fallen yo cumpliré lo que prometí.

Luego tomó Merlín las naves, e hizo traer las piedras de Irlanda de aquel lugar que llaman la Corona de los Jaínes, y púsolas en el cimiento de Salabres. Y el rey las fue a ver y llevó consigo mucha gente, para que viesen las maravillas de las piedras; y cuando las vieron dijeron que todo el mundo no podría mover una piedra de aquellas, cuanto más haber de meterlas en naves; y mucho se maravillaron de cómo Merlín las pudiera hacer venir, y ninguno lo viera ni lo supiera. Merlín dijo que mejor parecerían erguidas que tendidas. Y dijo:

—Ahora apartaos y yo las erguiré.

Y el rey dijo:

—No lo podrá hacer nadie, según mi pensamiento, sino Dios.

Y Merlín dijo:

—Habéis de verlo luego si cumplo lo que prometí a vuestro hermano.

Entonces irguió Merlín las piedras, y así quedó aquella obra atada por el seso de Merlín. Y él con el rey sirvió luengo tiempo, y lo amó mucho, tanto que supo Merlín que lo amaba derechamente y creía cuanto le decía.

Así pasaron algunos días; y un día Merlín apartó a Úter Padragón y díjole:

—Señor, a mí me conviene que os descubra con la mayor claridad el mejor consejo que yo en el mundo sé. Esta tierra es vuestra y ninguno puede señorear su reino mejor que vos, pues lo poseéis en toda paz y sosiego; y a vos quiero enseñar tales cosas, porque aún más a vuestro placer tengáis.

Dijo Úter Padragón:

—Decid, que cosa tan extraña no diréis o que por hombre pueda ser hecha, que yo no la haga.

Entonces dijo Merlín:

—Yo no diré cosa tan extraña; mas ruego que me guardéis el secreto; pues la pro y el grado de nuestro Señor sea todo vuestro.

Y el rey le otorgó que nunca lo diría.

Entonces dijo Merlín al rey:

—Señor, vos sabéis bien que yo sé todas las cosas hechas y dichas y pensadas; y esto lo sé yo por el diablo, y Nuestro Señor me dio seso y entendimiento para que supiese todas las cosas que habían de venir. Y por esta virtud que Dios me dio me perdieron los diablos; y de aquí el poder de las cosas que hago y digo. Y quiero decirte algunas cosas de las que sé que la católica fe sostiene. Señor, vos debéis saber que Nuestro Señor vino a la Tierra para salvar al pueblo, y el día de la cena comió con sus discípulos; y por remediar Nuestro Señor tomó muerte por nosotros; y un caballero lo pidió y fuele dado su cuerpo en galardón de su soldada; y Nuestro Señor lo amó mucho, que quiso que le fuese dado; y el caballero sufrió después grandes trabajos. Y cuando Nuestro Señor resucitó avino que aquel caballero fuera a una tierra yerma con mucha gente de su linaje, y los demás del pueblo con él. Y fue así que les vino una gran hambre y él rogó a Nuestro Señor que le mostrase por qué quería que sufriesen tan gran desventura. Nuestro Señor le mandó que hiciese una mesa en nombre de aquélla en que Él estuviera en su cena con sus apóstoles. Y mandó que pusiese en ella un vaso que él traía y que lo cubriese con paños blancos de chamelote; y aquel era el Santo Grial.

—El que aquella mesa pudiese ver habría cumplimiento de su corazón de todas las cosas. Y en aquella mesa había siempre un lugar vacío que significaba el lugar donde Judas comía a la mesa con Nuestro Señor, cuando Nuestro Señor le dijo: «Conmigo come y bebe el que me traicionará». Y aquél se fue de la compañía de Jesucristo, y su lugar vacío estuvo así hasta que Nuestro Señor asentó a otro hombre que tenía por nombre Matías, por cumplir el cuento de los doce Apóstoles; y así son las dos mesas hechas a placer de Dios. Y si me queréis creer vos haréis la mesa tercera en el nombre de la Santa Trinidad; y yo os prometo que si lo hiciereis gran provecho os vendrá y por ende honra al alma y al cuerpo; y tales cosas vendrán y os maravillaréis mucho. Y será una de las cosas del mundo donde los buenos hablarán más, pues mucho habrá dado Dios gracia a aquellos que a ella fueren. Esta mesa habrá por nombre la Tabla Redonda. Os digo que las gentes que guardaron aquel vaso fueron por voluntad de Dios contra Oriente; y si me quisierais creer, haréis lo que yo os diga y tendréis gran honra y paz.

Así habló al rey Merlín y plúgole de esto mucho. Y dijo:

—Yo no quiero que sea mi voluntad; y quiero que sepan que yo me meto en tu poder, y que no me mandarás hacer cosa que yo no haga, si es cosa que yo pueda.

Fue el rey de esto muy alegre. Merlín dijo:

—¿Dónde querrías que esto fuese?

El rey dijo:

—Adonde tú quieras y veas que será más a grado y placer de Jesucristo.

Y Merlín le dijo:

—Nos lo haremos en Cardoil en Galaz [61], allí reunid a vuestro pueblo el día de Pentecostés y vayan allí caballeros y dueñas; y vos recibidlos bien y como si fuerais muy alegre; y que les den grandes dádivas. Y yo iré antes que vos y haré la mesa; y vos me daréis a gente que hagan lo que yo mande. Y cuando vos y el pueblo fuereis reunidos yo escogeré los que aquí habrán de ser de la Tabla Redonda.

De esta manera fue principiada la Tabla Redonda en el tiempo de Úter Padragón.

El rey dijo a Merlín después que sus gentes fueron reunidas:

—Yo veo que Nuestro Señor quiere que nuestra Tabla sea hecha; mas mucho me maravillo del lugar vacío. Y quería rogar a vos que me dijeseis quién es aquel que ha de cumplir aquel lugar.

Y Merlín dijo:

—Yo os puedo decir que no será cumplido en vuestro tiempo, porque aquel que ha de ser padre de aquel que el lugar ha de cumplir, aún no ha yacido jamás con mujer. Y convendrá que aquel que este lugar ha de cumplir, que cumpla después el lugar de la mesa donde está el Santo Grial, pues los que lo guardan nunca lo vieron cumplido. Ni esto será cumplido en vuestro tiempo, mas en el tiempo del rey que vendrá después de vos. Y os ruego que en esta villa hagáis vuestra corte tres veces al año.

Y él dijo que lo haría de grado.

Y Merlín dijo:

—Yo me iré y vos no me veréis durante este tiempo.

Y el rey dijo a Merlín:

—¿Cómo, vos no estaréis aquí cuando yo hiciere mi corte?

Y él dijo:

—No; pues yo quiero que los hombres cuando vieren las cosas que han de venir, no digan que yo las hice.

Así se despidió Merlín de Úter, y se fue a Uberlanda con Blaisén, y díjole todas estas cosas y lo que pasara de lo de la mesa y muchas otras cosas que verás en sus libros. Y así estuvo más de dos años que no vino a la corte; y aquellos que no le amaban ni a él ni al rey, y que bien lo mostraban cuando podían, vinieron a Cardoil a la corte que hizo el rey un día de Navidad, y dijeron:

—¿Qué es esto y por qué no está algún hombre bueno en aquel lugar vacío y así será la mesa cumplida?

El rey respondió:

—Merlín me dijo de aquel lugar una gran maravilla: que ningún hombre podrá ocuparlo en mi tiempo; y que aún no había nacido el que había de ser.

Y ellos le hablaron falsamente, pues eran falsos.

—¿Y cómo, señor, creéis vos esta maravilla y pensáis que mejores hombres vendrán después de vos de los que ahora somos en vuestra tierra?

Dijo el rey:

—No sé más, sino Merlín me dijo lo que a vos digo.

Y ellos dijeron:

—Ahora no valéis nada si no lo probáis.

El rey dijo:

—No lo probaré ahora, pues me parece que me seria malo y que Merlín se ensañaría por ende.

Ellos dijeron:

—No os decimos que lo probéis ahora; mas vos decís que Merlín sabe cuanto los hombres hacen y dicen; y pues sabe lo que ahora decimos de él y de su obra, vendrá si está vivo. Entonces probaremos aquel lugar por la gran mentira que dijo. Y si no viniera por aquí en Pentecostés tened por bien que nos lo probemos, y lo probaremos muy de grado, pues muchos hombres buenos hay en vuestro linaje que lo probarán de grado, y veréis cómo podrá ser alguien.

El rey dijo:

—Si no supiera que le pesase a Merlín, no habría cosa en el mundo que de más grado hiciese.

Ellos dijeron:

—Atended a Merlín, y si no viene a enseñarlo lo haremos nosotros.

Y el rey lo otorgó.

Entonces fueron ellos muy alegres y cuidaron que pusieran muy bien en obra su propósito dañado, puesto que ya tenían contra Merlín emprendido lo que querían.

Así quedó esto hasta el día de Pentecostés; y el rey hizo mandamiento por toda la tierra que viniesen a su corte. Merlín, que sabía todas las cosas, dijo a Blaisén que no quería ir, porque había de probar la maravilla del lugar vacío, y que más quería que lo probasen por su mal seso y por hombre malo que por bueno; pues si fuese ahí dirían luego que no fui, sino por estorbar; por esto no quiero ir.

Y esperó hasta quince días después de Pentecostés. Y el rey y mucha gente con él llevaron a Cardoil a aquellos que habían de probar el lugar; y vieron el lugar y tuvieron nuevas de suyo que Merlín era muerto y que villanos lo mataron en un monte. Y tanto hicieron decir y dijeron que el rey mismo lo creyó, en especial en tanto tardaba que no pensaba que sufriese que aquel lugar fuese probado. El rey fue a Cardoil en víspera de Pentecostés y preguntó a aquellos que querían probar cuál quería el primero ser. Y uno que era más privado del rey y que comenzara este pleito, dijo:

—Señor, yo no quiero que ningún otro sea sino yo.

Él era de gran linaje y ricohombre y poderoso en la tierra; y el rey hizo venir a caballeros y clérigos y hombres buenos, pues bien cuidaba que Merlín volviese a venir, y desde que vieron que no venía dijo aquel caballero que él quería ser ahí. Entonces fue a la mesa donde los caballeros estaban y les dijo:

—Yo vengo con vos a sentarme para haceros compañía.

Y ellos no hablaron nada, antes estuvieron todos callados y muy humildes y cataron qué quería hacer. Y el rey y muchas gentes estaban allí reunidos. Y aquél pasó por los caballeros y se fue a sentar en el lugar vacío; y tan rápido como fue sentado, tan rápido fue consumido, como si se sumiera en agua, y ninguno de cuantos estaban no supieron parte ni arte qué fue de él. Y cuando el rey y los otros caballeros y ricoshombres vieron esto quedaron muy espantados de ver esta maravilla; y cuando sus parientes vieron que así se perdiera quisiéronse ahí asentar por perderse con él, por el gran dolor que de él hubieron. Y cuando el rey vio esto, mandó so pena de muerte, que ninguno fuese osado de sentarse ni probar más el lugar, porque conocía que todos hubiesen muerto los que allí se sentaran. Y ellos irguiéronse luego y el duelo fue grande en la corte. El rey se tuvo por engañado y no lo quisiera por parte de su reino.