Capítulo XI

Muy grande fue el pesar que Verenguer hubo de estas nuevas. Y preguntó a Merlín:

—¿Y esto puede ser de otra manera?

Y Merlín le dijo:

—No puede ser que no mueras bajo el fuego de los hijos de Costanes, así como tú viste el blanco dragón que quemó al bermejo.

Y así dijo Merlín la significación de los dragones a Verenguer, y que los hijos venían sobre él.

Entonces hizo Verenguer reunir a toda su gente lo más breve que pudo para ir contra ellos al puerto de Usestre, donde habían de aportar. Y cuando sus gentes llegaron no sabía ninguno a qué venía, sino los privados. Y Merlín no fue ahí, que luego que predijo los hechos a Verenguer se partió de él, que bien había acabado lo que por él enviara. Y Merlín se fue entonces a Urbenalda donde estaba Blaisén, y contóle estas cosas nuevas para que las metiese en su libro, y por su libro las sabemos nosotros. Y allí permaneció Merlín largo tiempo hasta que los hijos de Costanes lo enviaron a buscar.

Y cuando Verenguer llegó a Usestre vieron por la mar las velas de las naos que los hijos de Costanes traían, y mandó a sus gentes armar y defender el puerto. Y los hijos de Costanes vinieron por tomar puerto, y cuando los de la tierra vieron señales del rey maravilláronse; y la nave en que los hijos de Costanes andaban aportó primero, y los de fuera preguntaron cuyas eran aquellas naves. Y los de las naves dijeron que eran de Padragón y de Úter, su hermano, hijo de Costanes, que se tornaban a su tierra, que Verenguer como falso y como desleal se la tuviera luengo tiempo, y que les hiciera matar a su hermano, y que venían a hacer justicia de él. Y cuando aquellos que estaban en el puerto vieron que aquél era su señor Padragón y su hermano Úter que traían tanta gente, y vieron la fuerza y que el derecho era suyo, dijeron a Verenguer que en ninguna guisa no se combatirían con su señor. Y cuando Verenguer vio que las gentes le desfallecían y que se tornaban a Padragón, mandó a aquellos que no le podían desfallecer que abasteciesen el castillo, y ellos lo abastecieron. Y las naves tomaron puerto y los caballeros salieron armados; y las gentes de la tierra en cuanto vieron a sus señores, fueron contra ellos y recibiéronlos. Los de la parte de Verenguer entraron con él en el castillo por defenderse; y los de fuera los combatieron tanto que Padragón hizo poner fuego al castillo y el fuego se encendió tan bravo que ardió el castillo y Verenguer y una gran pieza de los suyos fueron allí quemados todos.

Así tornaron los niños a sus tierras e hiciéronlo saber por todo el reino; y el pueblo en cuanto lo supo tuvo gran placer y fuéronse para ellos; y las gentes alzaron por rey a Padragón, porque era el mayor. Y los sansones que Verenguer metió en la torre volvieron a sus castillos que tenían muy fuertes, donde guerreaban muy gravemente y muchas veces prendieron y mataron muchos cristianos. Y tanto duró la guerra que Padragón cercó a Angrús [60] en el castillo, y duró la guerra más de un año. Y Padragón se aconsejó cómo podría aquel castillo tomar. Y en aquel castillo había cinco de aquellos que estaban con Verenguer cuando Merlín dijo el significado de los dragones y de los niños y de su muerte. Dijeron a Padragón y a Úter las maravillas que de Merlín habían oído, y cierto creían que no había mayor adivino en el mundo:

—Y si quisiese él os diría si tomaréis el castillo o no.

Y cuando Padragón oyó esto dijo:

—¿Dónde podría hallar yo a ese adivino?

Y ellos dijeron:

—No sabemos; mas sabemos que él sabe cuanto de él dicen, y si quisieres él vendrá. Y sabemos que está en esta tierra.

—Pues han de hallarlo —dijo el rey.

Y mandó a diez de sus hombres que lo buscasen por toda su tierra. Merlín, que supo que el rey lo mandaba buscar díjolo a Blaisén, y partióse de él y se fue a una villa donde estaban los mensajeros. Y él llegó allí como hombre que viene del monte, con su cuerda de lana en el cuello y los zapatos guirnaldados y una saya vestida toda rota y pequeña, y los cabellos revueltos y la barba grande, así que bien parecía una cosa extraña.

Así entró donde los mensajeros comían, y cuando lo vieron catáronlo y maravilláronse de verle, y dijo el uno al otro:

—Hombre malo parece éste.

Y Merlín dijo:

—No haréis bien el mandato de vuestro señor, que os mandó buscar al adivino que tiene por nombre Merlín.

Y cuando oyeron esto dijeron:

—¿Quién diablos le dijo esto a este ovejero?

Y dijo:

—Si yo lo buscase como vos, no fallaría.

Y ellos se levantaron de la mesa y fueron a él y dijéronle si lo conocía o si alguna vez lo viera. Y él dijo:

—Yo lo vi y sé quién es y dónde está; y él sabe lo que buscáis, mas no lo hallaréis si él no lo quisiere; y envía a deciros por mí que no os empeñéis en buscarlo, que aunque lo halléis no se irá con vos. Y decid a los cinco que dijeron al rey que el buen adivino está en esta tierra, que le dijeron verdad. Así mismo decid al rey que no tomará el castillo hasta que Anguis muera. Y sabed que de los cinco no hallaréis más de tres, y que si buscasen a Merlín por estas montañas lo hallarán, mas si el rey no viene no lo hallará hombre que aquí venga.

Y los mensajeros cuando esto oyeron volviéronse a mirar el uno al otro, y al mirarse perdieron de vista al buen hombre, y cuando no le vieron quedaron maravillados y dijeron:

—Cierto que este es el adivino. ¿Qué haremos ahora que nos lo dijo?

Entonces hubieron consejo de que se tornasen y dirían a su señor aquella maravilla, y sabrían de los dos que eran muertos, si era verdad.

Así se tornaron los mensajeros a la hueste, y el rey les preguntó si hallaron alguna cosa.

—Señor —dijeron ellos—, nosotros hemos visto una maravilla que os contaremos; pero antes enviad a por vuestros ricoshombres y por aquellos que os lo mandaron buscar.

El rey cuando esto oyó lo puso por obra y sacólos a una parte. Y ellos le contaron por extenso cuanto les había acaecido con el ovejero, y de los que habían de hallar muertos.

Y preguntaron al rey si eran muertos.

El rey les dijo:

—Sí, sin falta.

Y cuando ellos esto oyeron fueron muy maravillados; y cuando los que a Merlín hicieron buscar los oyeron hablar fueron muy maravillados, pues no pensaban que otra forma pudiese tomar sino la suya, empero bien les parecía que ninguno no podía decir aquellas palabras sino él. Y dijeron al rey:

—Nos pensamos por aquellas palabras que aquél es Merlín, pues no podría ninguno adivinar la muerte de aquéllos sino él.

Entonces le preguntaron dónde lo hallaron, y ellos dijeron:

—En Urberlanda vino a nuestra posada.

Entonces otorgaron los tres que aquél era Merlín. Y porque él dijera que el rey lo fuese a buscar, dijo el rey que dejaría a su hermano Úter con la hueste y que iría a Urberlanda. Y así lo hizo y llevó consigo a aquellos tres que conocerían a Merlín. Y cuando llegó a Urberlanda preguntó por nuevas de él y no halló quien le dijese nuevas. Y dijo que lo iría buscando por las montañas.