Capítulo VIII

El rey se asentó en una silla acompañado de los más honrados varones que tenía para recibir a Merlín, porque según las cosas de él oídas tenía gran gana de verle. En este intervalo tornaron los mensajeros a Merlín, y cuando Merlín les vio comenzó a reír y dijo:

—Me asegurasteis y fiasteis a vuestro señor el rey con vuestras vidas.

Y ellos dijeron:

—Antes quisimos entrar en aventura que mataros.

Merlín cuando oyó esto díjoles:

—Yo os haré bien escapar y sin daño de vuestras personas.

Y así fueron hablando hasta el palacio del rey, el cual honorablemente les recibió porque había mucha gana de verle; y Merlín se le humilló y habló muy cortésmente. Y díjole Verenguer:

—Habla conmigo aparte.

Y sacólo en secreto a él y a aquellos que le traían.

Y Merlín dijo:

—Señor, tú me hiciste buscar por tu torre, que no se puede tener, y mandásteme matar por consejo de tus clérigos que decían que no podría durar el edificio sino con mi sangre; supe que dijeron que se debía tener por mi sangre, mas fueron engañados; pues debieran entender por su sangre y así no erraran; pues la astronomía verdad les dijo, mas ellos no lo entendieron bien. Y si tú me prometieres que harás de ellos lo que ellos decían que tú hicieses de mí, yo te mostraré por qué tu torre cae; y te enseñaré, si lo quisieres hacer, por qué se torna.

Verenguer le dijo:

—Si tú esto haces yo te daré de ellos cuanto tú quisieres.

Merlín dijo:

—Si en alguna cosa te mintiere haz de mí todo lo que quieras. Ahora vayamos y haz venir a los clérigos, y yo les preguntaré por qué cae la torre, y tú verás entonces que no saben ninguna cosa que responder.

El rey cuando esto oyó envió por los clérigos, y cuando vinieron el rey dijo:

—Clérigos, ¿por qué decís que la torre se cae?

Ellos respondieron:

—Nosotros no sabemos ninguna cosa del caer; mas decimos cómo se sostendrá.

El rey dijo con saña:

—Vosotros me dijisteis desvaríos, que me mandasteis buscar hombre que naciese sin padre; y yo no sé cómo puede ser hallado.

Merlín dijo a los clérigos:

—Vos tuvisteis gran locura; pues si vosotros tal hombre hicisteis buscar no lo hicisteis por su hacienda, mas por la vuestra; pues vos hallasteis por vuestras suertes o maestrías que habíais de morir por aquel niño que nació sin padre. Y porque tuvisteis miedo de la muerte hicisteis al rey creer que si lo matasen y metiesen su sangre en el cimiento de la torre, que se sostendría, y así pensasteis conservar vuestras vidas.

Cuando ellos oyeron lo que el niño decía maravilláronse, pues no creían que ningún hombre supiese cosa de aquello sino ellos. Y fueron por ello mucho espantados, pues bien supieron que a morir les convenía.

Y Merlín dijo al rey:

—Señor, ahora podéis saber que estos clérigos no me querían hacer matar por vuestro provecho, mas porque hallaron en su astronomía que habían de morir por mí. Preguntadles algo y ya tan osados no serán que osen mentir ante mí.

Y el rey les preguntó y ellos le respondieron:

—No hay ya nada que sobre esta razón no podamos decir. Dios de nuestras almas haya misericordia que todo lo que dice es verdad; y nosotros mucho nos maravillamos por quien supo estas maravillas. Y rogamos a vos como señor nuestro que nos dejéis vivir hasta que veamos qué dirá de la torre, o si se tornará a caer lo que se edifica.

Merlín dijo:

—No tengáis miedo ninguno de recibir muerte hasta que veáis por qué la torre cayó.

Y ellos le rindieron muchas gracias por ello y se lo tuvieron en merced.

Entonces dijo Merlín a Verenguer:

—¿Quieres tú saber por qué tu obra se cae? Sabe que bajo esta torre hay mucha agua, y debajo dos dragones que no ven nada; y el uno es bermejo y el otro es blanco y yacen bajo sendas piedras, cerca el uno del otro. Y cuando sienten el agua pesada que se carga sobre ellos, revuélvense y el agua represa; y cuando se suelta tiene gran fuerza. Y lo que es hecho sobre el agua cae todo, así cae la torre; y hazlo probar, y si no lo hallares así mándame matar; mas si así lo hallares serán mis fiadores libres y los clérigos serán culpados.

El rey dijo:

—Si es verdad esto que dices, tú eres el más sabio hombre del mundo.

Y luego hizo el rey meter obreros que cavasen hasta que hallaron el agua y la descubrieron; e hiciéronlo saber al rey. Y cuando el rey lo supo fue allá de presto y muy alegre y llevó consigo a Merlín. Y cuando hallaron el agua dijeron dos hombres de los más privados:

—Mucho es este niño de gran saber, que sabía donde tanta agua corría; y además dijo que yacían debajo de ella dos dragones, y no me mostrará tanto que yo no lo haga y crea lo que dijere.

Y llamó a Merlín y díjole:

—Verdad dijiste del agua; mas de los dragones no sé si dijiste la verdad.

Merlín dijo:

—No lo podéis creer hasta que lo veáis.

El rey dijo:

—No, cierto; dime cómo podríamos esta agua tirar.

Y Merlín dijo a Verenguer:

—Nosotros la haremos correr bien de aquí en adelante.

Entonces ordenó hacer cuevas por donde corriese el agua. Y Merlín dijo:

—Sabe por cierto que tanto que los dragones se sintieren llegando el uno al otro, se combatirán muy bravamente. Así que para siempre será sonada esta maravilla. Envía por tres ricoshombres de la tierra que vengan a ver la batalla; pues éstas serán grandes señales de lo que en adelante ocurrirá.

El rey envió por ellos y contóles cuanto Merlín le dijera; y ellos le dijeron que les placía mucho venir a ver aquella batalla; y preguntáronle cuál de ellos vencería. Y el rey dijo que aún no lo sabía. Y en cuanto el agua iba saliendo vieron dos piedras en el fondo; y Merlín dijo al rey:

—Bajo estas piedras yacen los dos dragones, y tanto que se sintieren sin agua y se llegaren, se combatirán tanto que uno de ellos morirá.

Y Verenguer dijo a Merlín:

—¿Sabéis cuál de ellos ha de ser muerto?

Merlín dijo:

—En su batalla hay gran significación; y os lo diré de grado ante dos o tres de vuestros privados.

Entonces llamó Verenguer a cuatro de sus criados y díjoles lo que Merlín le decía. Y ellos le dijeron que le preguntase antes de que lo viesen cuál de ellos vencería, y que le rogase si la batalla pudiese ser fuera en el campo.

Entonces rogó el rey a Merlín que le dijese cuál de ellos vencería, y que la batalla fuese en el campo.

Merlín dijo:

—¿Estos cuatro son bien tus privados?

Y Verenguer dijo:

—Sí, más que otros que yo tenga.

Dijo:

—Sabe que el blanco vencerá al bermejo, y cierto es que tendrá antes el blanco gran trabajo; y será aquella muerte de muy gran significación de cosas que después sucederán; mas no te diré más antes de la batalla.

Después que el agua fue libre, reuniéronse las gentes y tomaron muchas cuerdas y cadenas y sacaron al dragón bermejo, así como Merlín les enseñara, pues de otra manera no podrían sacar a los dragones. Y cuando lo vieron tan espantoso y tan grande, hiciéronse afuera y fueron al otro y sacáronlo y fueron más espantados en verle, porque era muy mayor y mucho más espantoso que el otro. Y bien parecía a Verenguer que éste debía vencer al otro. Y Merlín dijo al rey:

—Estos son ahora mis fiadores.

Y el rey dijo:

—Verdad es.

Entonces mandó juntar Merlín los dragones; y fueron juntos, y cuando se sintieron tornaron el uno contra el otro y con mucha ira tomáronse a dientes y a uñas; y bien podéis creer que nunca oísteis hablar de dos animales que tan crudamente se combatieran. Y así pelearon todo aquel día y toda la noche y otro día hasta medio día, que todas las gentes que lo veían pensaban bien que el bermejo debía ser vencedor. Y combatíanse muy feroces, además de que al fin salió del dragón blanco fuego y llama por la boca y por las narices, tanto que ardió al dragón bermejo; y cuando fue muerto hízose el blanco afuera y acostóse y no vivió más de tres días. Y los que esta maravilla vieron dijeron que nunca tal viera ningún hombre. Y Merlín dijo a Verenguer:

—Ahora puedes hacer tu torre cuando quisieres; que a partir de hoy no caerá, pues los dragones están fuera.

Luego mandó Verenguer hacer su torre grande y muy fuerte, que no pudo serlo más. Y preguntó muchas veces a Merlín qué significaban los dragones y por qué venció el blanco al bermejo. Merlín dijo:

—Esto significa muchas cosas que fueron y han de ser en esta tierra. Y si tú quisieres que yo diga la verdad, tú me asegurarás ante los más privados que tuvieres que mal no recibiré por ti ni por otro.

Verenguer le dijo que lo aseguraría como él quisiese.

—Ahora haz llamar a tus privados y a los clérigos que me quisieron hacer matar.

El rey así lo hizo. Y Merlín dijo a los clérigos:

—Mucho sois sandios cuando pensasteis obrar por arte que no conocíais; y porque sois malos y ciegos no visteis cosa de lo que demandabais por arte de los elementos. Mas visteis que yo era nacido, por lo cual visteis muy mala señal y fuisteis muy cuitados, pues visteis vuestras muertes. Y aquél que os mostró a mí, que era el diablo, os hizo semblante de que habíais de morir por mí; y no lo hizo sino por pesar y por duelo que tuvo, porque me perdió y nunca perderá la mancilla por cuanto yo no digo ni predico sus obras, y quisiérame matar. Mas yo tengo tal esperanza en mi señor Jesucristo que me hizo y me ha de deshacer, y tomó muerte y pasión en la santa Veracruz por salvarme, que Él me guardará bien de su engaño, y yo le haré mentiroso; pues haré que vosotros no muráis por mí, así como él hizo y os dio a entender, si prometéis lo que os dijere.

Y cuando ellos oyeron que no morirían, dijeron:

—No hay cosas que vos nos mandéis que nosotros no hagamos por escapar de la muerte, pues bien os decimos y lo reconocemos que vos sois el más sabio hombre del mundo.

Y Merlín oído esto les dijo:

—¿Vos me juráis sobre los Evangelios y por la fe de vuestras ánimas que jamás os entrometeréis en esta mala arte que sabéis? Además por tanto tiempo ha que la usáis os mando que os confeséis y hagáis penitencia, y pues sabéis que a ninguno no es manifestado, si ante el pecado no deja, debéis partiros de esto que usáis; y meted vuestros cuerpos bajo tal poder que las ánimas no sean perdidas, sino que las haya aquel bendito Señor Padre Celestial que las compró por su sangre preciosa. Y si esto me prometiereis no seréis perdidos.

Y ellos se lo agradecieron y prometiéronle que así lo harían e hiciéronle muy solemne sacramento de cumplirlo.

Así se libró Merlín de los clérigos que lo hicieron ir a buscar para matarlo. Y como todos vieron que tan bien se probara todo esto, y tan pacíficamente y mesurado fue contra ellos, agradeciéronselo mucho y diéronle gracias por ello.

Estando así siendo Verenguer señor de los bretones algún tiempo, preguntó Verenguer a Merlín y díjole que dijese el significado de la batalla de los dragones. Merlín dijo:

—Esto es significado de muchas cosas que han de ser en esta vuestra tierra, así como, señor, os tengo dicho; y aún cosas os diré que han de ser tan escondidas que pocos las entenderán, hasta que sea pasado. Y ahora escuchad y diré lo que cerca de esto será; y quiero que nos juntemos con algunos de vuestros ricoshombres apartadamente.

El rey dijo que así lo quería; e hizo llamar a aquellos de quien más se fiaba todos a una cámara, y allí se sentaron a oír a Merlín, el cual comenzó a decir: