13 de noviembre

Empiezo a ver mi vida con una perspectiva mucho más clara, doctora Rose. Empiezo a ver cómo las relaciones que intentaba establecer —o que se establecieron con éxito— estaban gobernadas por eso con lo que no quería enfrentarme: la muerte de mi hermana. La gente que no sabía hasta qué punto había estado involucrado en las circunstancias de su muerte era la gente con la que era capaz de estar, y esa era la gente más preocupada por mi principal interés, es decir, con mi vida profesional: Sherrill y los otros músicos, los responsables de los estudios de grabación, directores, productores, organizadores de conciertos del mundo entero. Pero la gente que había querido algo más de mí que una simple actuación con mi instrumento… esa fue la gente con la que fracasé.

Beth es el mejor ejemplo de esto. Es evidente que no podía ser el compañero para toda la vida que quería que fuera. Una relación de ese tipo me sugería un nivel de intimidad, confianza y familiaridad en el que no podía participar. La única esperanza para sobrevivir implicaba alejarme de ella.

Y eso es lo que me sucede ahora con Libby. El principal símbolo de intimidad entre nosotros. —El Acto— está fuera de mi alcance. Nos estrechamos entre nuestros brazos, y el hecho de sentir deseo está tan alejado de lo que estoy experimentando que Libby bien podría ser un saco de patatas.

Como mínimo, sé el porqué. Y hasta que no hable con mi madre y sepa la verdad completa de lo que sucedió esa noche, no puedo tener ninguna relación con ninguna mujer, al margen de quien sea, y al margen de lo poco que espere de mí.