15 de octubre
Quizá lo viera de verdad. Tal vez hubiera presenciado esas cosas que declaré que habían sucedido entre mi hermana pequeña y su niñera. Si tantas partes de mi cerebro están en blanco por lo que al pasado se refiere, ¿hasta qué punto es ilógico pensar que en alguna parte de ese enorme lienzo residen imágenes que son demasiado dolorosas para ser recordadas con exactitud?
«El pelele rosa es un recuerdo bastante exacto», apunta. Ese recuerdo sólo puede proceder de la memoria o de las ganas de adornar una historia, Gideon.
«¿Cómo podría embellecer la historia con ese detalle si en realidad no hubiera llevado ese pelele?».
«Era una niña pequeña —me dice con ese encogimiento de hombros tan poco convincente, como si no acabara de tomárselo en serio—. Las niñas pequeñas normalmente van vestidas de rosa».
«¿Me está llamando mentiroso, doctora Rose? ¿Me está intentando decir que era un niño prodigio y un mentiroso a la vez?».
«Una cosa no excluye a la otra», me señala.
La cabeza me da vueltas y ve algo en mi rostro: ¿Congoja?, ¿pánico?, ¿culpa?
«No le estoy diciendo que ahora sea un mentiroso, Gideon, pero lo podría haber sido por aquel entonces. Las circunstancias podrían haberlo obligado a mentir».
«¿Qué clase de circunstancias, doctora Rose?».
No tiene más respuesta que esta: «Escriba todo lo que recuerde».