… Oxford, donde lo real convive con lo irreal, don­de «North Parade» está en el sur y «South Parade» está en el norte, donde «Paradise» se ha perdido bajo una estación de bombeo,[1] donde las brumas del río producen un efecto disolvente y vivificante en las piedras de los edifi­cios antiguos, de modo que las gárgolas del Magdalen College descienden por la noche para enfrentarse a las de Wykeham, o a pescar bajo los puentes, o sencilla­mente cambian su expresión de la noche a la mañana; Oxford, cuyas ventanas se abren a otros mundos…

Oscar Baedecker, Las costas de Bohemia.