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Los animales salvajes nunca matan por deporte. El hombre es el único para quien la tortura y la muerte del prójimo son divertidas en sí mismas.

JAMES ANTHONY FROUDE, OCEANA

Daosha, Zurich

República Popular de Zurich, Confederación Capelense

21 de diciembre de 3057

Pese a la hinchazón del ojo derecho y la luz cegadora del techo, Cathy Hanney reconoció a Xu Ning cuando éste entró en la fría estancia. No descubrió su identidad por el cambio de posición de sus torturadores, sino por la forma elegante y sencilla en que convirtió su impacto inicial en un gesto casual. Si no hubiera tenido la boca tan seca, le habría escupido.

—Señorita Hanney —dijo en un tono empalagoso—, tiene que darse cuenta de que su resistencia es fútil. Sabemos que está cansada y adolecida por la paliza que le dieron las Cobras Negras. Estas primeras cuatro horas, por supuesto, se han basado en un simple interrogatorio porque no queremos tomar medidas drásticas con usted.

Cathy permaneció en silencio, sumida en sus pensamientos. ¿Cuatro horas? Han pasado ocho. He observado el paso del tiempo en las operaciones de transplante, en que cada segundo contaba, y sé cuánto tiempo llevo aquí, cuánto tiempo he aguantado. El vendrá. Pronto. Puedo esperar.

Cathy sintió el tacto frío de los dedos de Xu Ning al rozarle el morado que tenía en el lado derecho de la cara.

—Ha mostrado gran valentía e inteligencia durante el tiempo que ha pasado con el Comodín Danzante. Permítame que le explique lo que pasará a partir de ahora. Como no nos ha dado nada, tenemos que encontrar la manera de estimular su cooperación. Tenemos dos posibilidades: tortura física o narco interrogación. Por supuesto, la última es la más efectiva, pero en este caso el tiempo es un factor clave. Si utilizamos drogas para sonsacarle información, tenemos que dejar que se recupere del efecto antes de recurrir al dolor para verificar sus respuestas. Si utilizamos primero la tortura, conseguiremos las respuestas que queremos con más rapidez de la que imaginamos porque la tentaremos con el olvido provocado por las drogas como recompensa por darnos sus respuestas.

Siguió sin inmutarse.No diré nada. El vendrá a por mí. El llegará pronto. El me rescatará y acabará con todos vosotros.

Xu Ning se cruzó de brazos y dio unos pasos hacia atrás hasta convertirse en una silueta enmarcada por la puerta abierta.

—Su resistencia se basa en la convicción errónea de que el Comodín Danzante vendrá a rescatarla. Es una falsa premisa. Ahora se encuentra en una ubicación muy apartada de Daosha y nadie la ha seguido hasta aquí. Esta zona está bien protegida, así que, aunque pudiera llegar, moriría.

El vendrá. Lo sé. El me rescatará.

—Por supuesto, no ha captado lo que implica su situación. Probablemente, no le habrían capturado si el Comodín Danzante no la hubiera embaucado. Él le encomendó que trabajase con un traidor, un traidor del que sospechaba pero del que no le comentó nada. Si no hubiera sospechado de Fabián Wilson, no habría cambiado el objetivo y las Cobras Negras la habrían capturado.

El vendrá.

—La abandonó —dijo Xu Ning, echándose a reír—. Lo cierto es que admiro su espíritu de sacrificio. Garantizaba que no adivinaríamos su cambio de planes. Su Comodín. Danzante tiene la sangre fría necesaria para triunfar en su contrarrevolución.

—El vendrá.

—Vaya, ya habla. Bien —dijo Xu Ning, mirándola de perfil antes de dirigirse a uno de los torturadores—. No seamos demasiado duros con ella. Creo que el estímulo eléctrico hará efecto. Adiós, señorita Hanney, y, si no puedo hablar con usted más tarde, gracias por su ayuda.

—Él vendrá. Él vendrá a por ustedes.

—Estoy seguro de que sí, mi querida jovencita, pero para entonces nos lo habrá contado todo —dijo Xu Ning con una risotada que se clavó en el corazón de Cathy— y con su información lo destrozaremos.