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El soldado, más que cualquier otro, reza por la paz, porque él es el que sufre y soporta las heridas y cicatrices más profundas de la guerra.
DOUGLAS MACARTHUR
Australdrtica
Morges, Alianza Lirana
5 de diciembre de 3057
El Khan Phelan Wolf asintió hacia la imagen holográfica de la vieja mujer que aparecía en su holotanque.
—Saludos, coronel de estrella Mattlov. El Khan Chistu me honra al enviarla en mi captura.
La mujer lo miró con resentimiento.
—Ahórrese los cumplidos, librenacido. Voy a atacar este mundo. ¿Con qué lo defenderá?
—Veo que va al grano —contestó Phelan. No sabía el motivo de su urgencia, pero pensó que podía deberse a la misión que le habían dado como punta de lanza de la nueva ofensiva de los Halcones de Jade contra la Esfera Interior—. Antes de que haga mi oferta, permítame decirle que siempre he pensado que la ficción de Chistu quitando núcleos estelares de su Galaxia era transparente. Me alegro de ver a la Galaxia Peregrina unida de nuevo.
El ordenador coloreó las mejillas de Mattlov.
—No tengo necesidad ni deseo alguno de oír sus comentarios sobre mi situación. He venido a destruirlo. ¿Con qué se enfrentará a mí?
Phelan extendió los brazos.
—Tengo la Galaxia Alfa del Clan de los Lobos, con la adición del Decimosexto Núcleo Estelar de Combate. También dispongo de dos regimientos de los Demonios de Kell. No utilizaré naves de combate en este encuentro. Estamos defendiendo Australártica y hemos despejado la zona de civiles.
Mattlov apartó la vista de la imagen y volvió a mirar a Phelan.
—¿Qué hay de la Galaxia Omega? Nos han informado de que se retiró del espacio de los Clanes con ustedes.
El Khan de los Lobos se encogió de hombros.
—No la incluyo en mi oferta, de modo que no importa dónde se encuentre. Basta con decir que está muy lejos de aquí y que no podrá intervenir en nuestra lucha. Mi defensa está formada por nueve núcleos estelares del frente.
—Sobrestima a sus mercenarios.
—Y los Jaguares de Humos los subestimaron en Luthien. Ofrezca en su contra lo que usted crea que merecen. Con la Galaxia Omicron a remolque tiene cinco núcleos estelares del frente, una unidad solahma y cinco núcleos estelares de guarnición. No me importa esperar, si decide solicitar más tropas.
Mattlov lo miró de repente, como impulsada por una fuerza desconocida.
—Ningún Lobo librenacido ha osado jamás hablarme como usted lo está haciendo.
—Recuerde, coronel de estrella, que soy un Khan. Ya conoce mi oferta. Puede atacarme con tantas tropas como quiera. Las que no mate se convertirán en mis sirvientes, incluyéndola a usted, si la situación lo requiere —dijo Phelan, cruzándose de brazos—. ¿Está preparada para hacer su oferta ahora?
—Sí —contestó con enojo—. Ninguna Nave de Guerra. Será guerrero contra guerrero. Emplearé todos mis núcleos estelares, incluso el solahma. Aterrizaremos dentro de un día e iniciaremos el combate durante la semana. Matdov cerrando.
Su imagen desapareció y Phelan se quedó mirando a la gente que se encontraba donde aquélla había sido proyectada.
—Con las unidades de guarnición y la solahma los superamos en cantidad, pero probablemente estamos muy igualados en cuanto a fuerza.
Morgan Kell asintió con expresión grave.
—¿Por qué la has enojado?
Phelan sonrió. Cree que no ha sido una decisión sabia, pero, en lugar de criticarme, me pide los motivos. Aquí está la diferencia entre un líder y un comandante.
—Los Halcones son probablemente el Clan más reaccionario y retrógrado. La decisión de Angeline de utilizar una unidad solahma formada por excombatientes MechWarrios a los que normalmente se les asignan misiones deshonrosas como la caza de bandidos significa que siente desprecio por nuestras tropas. Mostrándome condescendiente le he recordado lo diferente que somos. Ella exigirá a sus tropas que demuestren lo superiores que son sus métodos con respecto a los nuestros. Hasta que Theodore Kurita inició las reformas en el ejército del Condominio Draconis, su forma de pensar también les suponía una desventaja táctica.
Daniel Allard se rascó la nuca.
—Con nuestras defensas y despliegues, tiene que estar loca para enfrentarse a nosotros con la misma fuerza.
—Es cierto, pero ella no lo ve así. Si se concentra en nuestras posiciones, puede dirigir una fuerza abrumadora contra nosotros. Su función es destrozarnos mientras que nosotros sólo queremos sobrevivir —explicó Phelan, encogiéndose de hombros—. Como la derrota no entra en sus planes, las visiones de victoria siempre permanecerán más allá de su alcance. Si sigue persiguiéndola y nosotros sobrevivimos para verlo, se verá desbordada y entonces podremos atacarla.
—Son muchas suposiciones, hijo, ¿quiaf?
—Af —contestó Phelan, pasando el brazo por los hombros de su padre—, pero, si un viejo demonio como tú puede aprender unas cuantas trampas de los Lobos, no hay razón alguna por la que no podamos aplastar a esa cabeza de chorlito.