Ciudad de Tharkad, Tharkad

Distrito de Donegal, Alianza Lirana

Katrina Steiner apretó los puños con tanta fuerza que durante uno o dos segundos sintió el dolor de las uñas clavándose en la palma de sus manos.

—¡Cómo se atreve Sun-Tzu a fomentar revueltas en uno de mis mundos!

Contempló el mapa holográfico de la Esfera Interior, que flotaba por encima de su escritorio. Todo parecía estar en calma, precisamente lo que quería, excepto en los cuatro mundos donde el azul Steiner y el verde Liao alternaban color. El hecho de que el ordenador mantuviese la imagen verde durante más tiempo que la azul significaba que las fuerzas de Sun-Tzu estaban ganando. Los Trigésimos Guardias Liranos habían abandonado New Home, aceptando encantados su invitación para volver a la Alianza. Sin su presencia, nadie liaría frente a los revolucionarios de Sun-Tzu.

Después de que Sun-Tzu se apoderase de Northwind, había concedido al mundo un estatus similar al de Outreach. Los Montañeses habían recuperado su mundo y se habían unido a la Confederación Capelense. La unidad estaba volviendo a casa y Sun-Tzu había devuelto la normalidad a su planeta natal. Era una acción atrevida que Katrina no lo creía capaz de llevar a cabo y que no podía permitir bajo ningún concepto.

Su primera reacción fue la de acabar con Sun-Tzu de algún modo, pero la descartó por ser poco práctica y, lo que era peor, porque perjudicaba su imagen de conciliadora y conservadora de la paz. La Liga de Mundos Libres bloqueaba su camino a la Confederación Capelense y no creía que Thomas permitiera que sus tropas atravesasen su espacio para atacar a Sun-Tzu. Así que, por el momento, ejercer una presión directa sobre Sun-Tzu era imposible.

También era imposible la idea de dejar que Sun-Tzu consiguiera apoderarse de sus mundos. Desde que los había reclamado era consciente de que Víctor nunca intentaría recuperarlos. Mientras Thomas no reforzase los mundos, todos a excepción de Northwind serían vulnerables a la reconquista. Seguramente Sun-Tzu se había dado cuenta de ello y estaba presionando a Thomas para que lo apoyase para adentrarse en el territorio de la Mancomunidad Federada con sus tropas.

—Tengo que asegurarme de que Thomas no se atreve a hacer algo así —dijo Katrina en voz baja al tiempo que pulsaba un botón de su escritorio para llamar a su secretaria—. Y si él no puede frenar a su pequeño pitbull Liao, puede que tenga que enseñarle por qué dicen que la sangre es más espesa que el agua y por qué mejores naciones que la suya han sentido pavor ante la unión de la Mancomunidad Federada.